Cada día es más evidente que la guerra comercial lanzada por el gobierno de Trump contra China es la primera fase de una estrategia orientada a impedir la supremacía tecnológica a la que China aspira a lograr en las próximas décadas. China responde ocupando los espacios territoriales que resigna EE.UU. y avanzando en la construcción de la nueva Ruta de la Seda.
El comercio de bienes
entre EE.UU. y China es deficitario en 381 mil millones, que es lo mismo que
decir que las exportaciones de China a EE.UU. superan en 381 mil millones a las
exportaciones de EE.UU. hacia China. Justificándose en este desequilibrio comercial,
Trump inició una guerra de aranceles
y dio su primer golpe imponiendo un arancel de 25% al acero y al aluminio.
China respondió con la imposición de un arancel similar a un grupo de productos
exportados por EE.UU. a China. Este grupo conformado mayoritariamente por
commodities fueron estratégicamente seleccionados ya que la producción de los
mismos está concentrada en los Estados donde
Trump obtuvo la mayor
cantidad de adhesiones.
Trump, como previsto,
retomó la iniciativa y hace un mes y medio atrás asestó un segundo golpe imponiendo
aranceles de 10 % a un conjunto de productos provenientes de China por un valor
de 200 mil millones de dólares, y amenaza con incrementar esos aranceles a
25% a inicios del
próximo año. En respuesta, China aplicó sobre importaciones provenientes de EE.UU
aranceles de entre 5 y 10%. A EE.UU. aún le queda la posibilidad de
seguir golpeando a China incrementando los aranceles de los más de 300 mil
millones que restan del déficit comercial.
¿Qué ha logrado Trump en estos dos primeros rounds y el desafío para un tercero? En primer lugar, imponer sus ansias antimultilateralistas desconociendo e ignorando a la Organización Mundial de Comercio. En segundo lugar, aproximarse al objetivo estratégico final: el enfriamiento de la economía china y el consecuente debilitamiento de su objetivo estratégico: el liderazgo tecnológico global, fundamentalmente en lo relacionado con la inteligencia artificial.
El impacto sobre la economía china ha sido importante. Las previsiones sobre el crecimiento del Producto se han reducido de 7 al 5%, según el último informe del Banco Mundial, lo que ha afectado a la baja la estimación de crecimiento a nivel mundial para el
¿Qué ha logrado Trump en estos dos primeros rounds y el desafío para un tercero? En primer lugar, imponer sus ansias antimultilateralistas desconociendo e ignorando a la Organización Mundial de Comercio. En segundo lugar, aproximarse al objetivo estratégico final: el enfriamiento de la economía china y el consecuente debilitamiento de su objetivo estratégico: el liderazgo tecnológico global, fundamentalmente en lo relacionado con la inteligencia artificial.
El impacto sobre la economía china ha sido importante. Las previsiones sobre el crecimiento del Producto se han reducido de 7 al 5%, según el último informe del Banco Mundial, lo que ha afectado a la baja la estimación de crecimiento a nivel mundial para el
2019. El consumo ha
caído y la bolsa ha expresado una alta volatilidad y una tendencia bajista
desde que se inició la guerra. Como contrapartida y con una visión de largo
plazo, mientras asimilan las consecuencias de la agresión comercial mantienen
su estrategia de adhesión territorial, la que constituye la base material de su
expansión y consolidación como primera potencia a nivel mundial. Oponiendo una
postura globalizadora a la concepción trumpista “America First”, China adhiere
aliados en América Latina y África.
Préstamos, inversiones, adquisiciones e infraestructura son las armas que China
utiliza para su avance territorial. El nivel de sus préstamos supera hoy al del
Banco Mundial, sobretodo en infraestructura. Su gran obra de enlace global con
epicentro en China, “La nueva ruta de la Seda”, continúa vigorosamente con su
despliegue a nivel mundial de carreteras, puentes y puertos. El proyecto de 8
billones de dólares enlazará sesenta países que juntos poseen el 75% de las
reservas energéticas conocidas en el mundo y el 70% de la población mundial.
Chile acaba de adherirse al “One Belt One Road” hace unos pocos días atrás.
Gradualmente, y a medida que EE.UU. se encierra en sí mismo y resigna influencia, China incrementa su presencia política. En América Latina ha fortalecido alianzas, y por ende su injerencia política sobre Honduras, El Salvador, Nicaragua, Cuba y Venezuela.
Aceleradamente, Trump se cierra, aísla y fortalece los fundamentos de su economía. Xi resiste el golpe comercial y se expande material, comercial y políticamente a nivel global. Se invirtieron los papeles. Xi Jinping se apodera del liderazgo sobre la globalización en oposición a Trump que lidera el nacionalismo y el proteccionismo. Xi sabe que es un tema de paciencia: Trump tiene tres años por delante (o siete si es reelecto). Xi, o sus sucesores, tienen décadas por delante sin que cambie su estrategia y ambición de constituirse en la primera potencia a nivel mundial.
Este escenario presenta una gran interrogante: ¿este liderazgo mundial, económico y comercial se asocia a la supremacía global de un régimen autoritario que controla férreamente un capitalismo de Estado? Es difícil predecir cómo colacionará la supremacía económica y tecnológica china con el régimen democrático prevaleciente en Europa y América.
¿Cómo llegan y qué buscan cada uno de los dos líderes en su encuentro en Buenos
Gradualmente, y a medida que EE.UU. se encierra en sí mismo y resigna influencia, China incrementa su presencia política. En América Latina ha fortalecido alianzas, y por ende su injerencia política sobre Honduras, El Salvador, Nicaragua, Cuba y Venezuela.
Aceleradamente, Trump se cierra, aísla y fortalece los fundamentos de su economía. Xi resiste el golpe comercial y se expande material, comercial y políticamente a nivel global. Se invirtieron los papeles. Xi Jinping se apodera del liderazgo sobre la globalización en oposición a Trump que lidera el nacionalismo y el proteccionismo. Xi sabe que es un tema de paciencia: Trump tiene tres años por delante (o siete si es reelecto). Xi, o sus sucesores, tienen décadas por delante sin que cambie su estrategia y ambición de constituirse en la primera potencia a nivel mundial.
Este escenario presenta una gran interrogante: ¿este liderazgo mundial, económico y comercial se asocia a la supremacía global de un régimen autoritario que controla férreamente un capitalismo de Estado? Es difícil predecir cómo colacionará la supremacía económica y tecnológica china con el régimen democrático prevaleciente en Europa y América.
¿Cómo llegan y qué buscan cada uno de los dos líderes en su encuentro en Buenos
Aires? Xi llega con una
economía lesionada, con un crecimiento debilitado y fortalecido por el éxito de
su política de expansión global. Trump llega fortalecido con el desempeño
de su economía pero con un ala rota por la pérdida del Congreso en las últimas
elecciones de medio término. Sus despropósitos tienen ahora un límite en la
cámara baja, la cual puede incluso promover un impeachment.
La agenda y el resultado son una interrogante. Los mercados esperan ansiosamente que la guerra comercial encuentre un límite. Difícil prever qué sucederá con las inversiones de EE.UU. en China y el “robo tecnológico” que, según Trump, se facilitan por la apropiación ilegítima de patentes y la presencia de procesos industriales americanos en China. Este último tema, como vimos, hace al centro de la contienda al igual que la exportación de bienes de alta tecnología a China.
Hay una gran expectativa, o quizá una esperanza, entorno a que el tercer round del combate en Buenos Aires deje una puerta abierta hacia una pausa en la guerra comercial, pero no así en la confrontación tecnológica, la cual se irá agudizando a medida que avance la cuarta revolución industrial y específicamente el desarrollo de la inteligencia artificial.
La agenda y el resultado son una interrogante. Los mercados esperan ansiosamente que la guerra comercial encuentre un límite. Difícil prever qué sucederá con las inversiones de EE.UU. en China y el “robo tecnológico” que, según Trump, se facilitan por la apropiación ilegítima de patentes y la presencia de procesos industriales americanos en China. Este último tema, como vimos, hace al centro de la contienda al igual que la exportación de bienes de alta tecnología a China.
Hay una gran expectativa, o quizá una esperanza, entorno a que el tercer round del combate en Buenos Aires deje una puerta abierta hacia una pausa en la guerra comercial, pero no así en la confrontación tecnológica, la cual se irá agudizando a medida que avance la cuarta revolución industrial y específicamente el desarrollo de la inteligencia artificial.