jueves, 19 de noviembre de 2009

Capitalismo con austeridad y desempleo

Los países industrializados, principalmente EEUU, experimentaron durante la crisis significativos cambios estructurales que hacen prever una recuperación frágil, con altos niveles de desempleo. No sucede lo mismo con las economías capitalistas emergentes en las que se pronostica un crecimiento significativo del Producto y el empleo: contexto de precios favorables, fundamentos económicos preservados durante la crisis y territorio y población aún no incorporados a la estructura productiva industrial, generan un gran potencial de crecimiento económico y generación de empleo. La crisis, dialécticamente, deja como legajo un sistema capitalista mundial altamente globalizado, con crecimiento leve y desempleo en el “centro” y con crecimiento vigoroso e inclusión social y productiva en las economías emergentes.

Tal como fue vaticinado, la contracción global llega a su fin: en el tercer trimestre EEUU, Japón, Alemania, Francia y los BRICS, han experimentado un crecimiento positivo de su PBI. Los pronósticos para 2010 señalan que todos los países presentarán crecimiento positivo de su Producto, con excepción de España, Grecia e Irlanda. El capitalismo ha demostrado una vez más su enorme capacidad de superar las crisis, de transformarse y reinventarse a partir de su propia dialéctica.
Pero esta recuperación económica de la economía global, esta superación de la crisis, presenta una característica que se hace cada día más evidente: el modesto crecimiento que se avizora en las economías industriales para los próximos años, se asocia a altas tasas de desempleo.
Si asumimos que esta afirmación es correcta, surge una natural inquietud: ¿estamos ante un nuevo estadio del sistema capitalista o ante una situación transitoria, que se irá resolviendo a medida que se consolide la recuperación económica a nivel global? Difícil adelantar una respuesta definitiva a esta interrogante, pero desafiante intentar algunas reflexiones que nos aproximen a dilucidar el principal problema que enfrentará el mundo en los próximos años, no sólo en EEUU, sino a nivel global: la dificultad estructural de recuperar los empleos destruidos por la crisis.
Para profundizar sobre las implicancias estructurales de mediano y largo plazo de esta observación tomemos el caso de EEUU, dada su relevancia a nivel global y el nivel de desarrollo capitalista que caracteriza su economía.
El Producto estadounidense cayó durante tres trimestres consecutivos, alcanzando en el segundo trimestre de este año la tasa de contracción más alta de la posguerra: 6.4%. En ese mismo trimestre el nivel de desempleo llegó al 9%. En el tercer trimestre la economía creció a una tasa de 3.4%, sin embargo la tasa de desempleo se incremento a 10.2% -casi 7 millones de empleos destruidos desde que se inició la crisis en diciembre del 2007-. Para todo el 2009, la OCDE pronostica una tasa de caída del Producto de 2.5%, sin embargo la tasa de desempleo durante el año se duplicó. Para el 2010 se prevé un crecimiento de la economía estadounidense superior al 2%, sin embargo existe un amplio consenso que el desempleo permanecerá en los mismos niveles del 2009.
Nuestra interrogante inicial se agudiza por la fuerza de la evidencia: ¿cómo podemos explicar que crezca el Producto sin que se verifique un crecimiento del empleo al menos en magnitudes similares? ¿es un fenómeno coyuntural o estamos ante un cambio estructural?
Hay argumentos en ambos sentidos. A partir de un análisis económico clásico responderíamos que la recuperación del nivel de empleo se verificara, con rezago, a medida que se recupere el nivel de actividad.
Como lo he venido expresando en otros artículos, yo considero que la crisis ha puesto en evidencia fuertes desequilibrios que se venían procesando en EEUU y en la economía mundial. En consecuencia, considero que el alto nivel de desempleo es un problema estructural y que por lo tanto hemos ingresado en un mundo liderado por un sistema capitalista central con alto grado de rigidez en la generación de nuevos empleos.
Veamos en cuales argumentos se sustenta nuestra hipótesis. En primer lugar, la crisis en EEUU ha destruido aproximadamente 14 billones de riqueza, cifra similar al Producto anual de ese país. Esa riqueza no se regenerará porque era ficticia, fue estructurada en base a sofisticados artilugios financieros y “desapareció” al explotar la burbuja hace ya casi dos años. En consecuencia el consumo de los hogares estadounidenses -que explican 70% del Producto- ha descendido varios escalones, y desde allí inicia una frágil expansión que constituye el punto de partida de la recuperación económica. Se parte de un nivel de riqueza menor, que no será fácil de recuperar a través de la economía real y productiva, que es la única fuente efectiva de generación de empleo.
En segundo lugar, se ha generado un profundo cambio cultural en el consumidor estadounidense. Los niveles de consumo se habían exacerbado de tal forma que en 2007 el endeudamiento de los hogares norteamericanos significaba un 120% del PBI estadounidense. La destrucción de riqueza y la pérdida de empleos han generado en los hogares estadounidenses un cambio profundo y duradero en la relación ahorro-consumo. Pienso que este cambio perdurará por muchos años. De acuerdo a Hutchinson, profesor de marketing de Wharton, “en los próximos años el consumidor aprenderá a comportarse de manera más frugal y no abandonará esa actitud en el corto plazo aunque se estabilice la economía”. En consecuencia, presenciaremos por un tiempo un capitalismo austero y por lo tanto económicamente deprimido desde el punto de vista del Producto y la generación de empleo.
En tercer lugar, las empresas han dado respuesta a la contracción de la demanda global con profundos planes de reestructura, anclados en la reducción del personal. Han mantenido e incluso incrementado sus resultados sustituyendo trabajo por innovación y difícilmente regresen a los niveles de empleo previo a la reestructura. Por lo tanto, este cambio en la ecuación de costos de la empresa no es circunstancial, es estructural y de largo plazo.
En cuarto lugar, la recuperación continúa respaldándose en gran medida en las políticas de apoyo gubernamental. La eficacia y la contribución a la generación de empleo de estas medidas anticíclicas son claramente menores y menos sustentables que las que provienen del sector privado, fundamentalmente del sector servicios y manufacturero. Por otro lado, se agotan a medida que la restricción fiscal se agudiza.
En quinto lugar, no existe indicio aún de un movimiento crediticio relevante por parte del sector financiero a favor de los individuos (mercado hipotecario y crédito al consumo) ni a favor de las pequeñas y medianas empresas. En otras palabras, la “recuperación” no tiene aún un correlato claro en la economía real y productiva. Han aumentado, eso sí, las exportaciones, sin embargo sería una fantasía pensar que este sector pueda convertirse en un motor de crecimiento de la mayor economía mundial.
Estas conclusiones sobre la economía de EEUU, líder del sistema capitalista mundial, son fácilmente extrapolables a las economías industriales de Europa y Japón. No así a las economías emergentes en las cuales, la menor industrialización y la presencia de territorio y población aún no incorporados a la estructura productiva industrial, generan un gran potencial de crecimiento económico y generación de empleo. Tomemos como ejemplo Brasil cuyo producto descenderá levemente en el 2009 (0.67%), sin embargo terminará el año con un saldo neto de empleo de más de un millón de nuevos puestos de trabajo y un crecimiento del 6% anualizado para los dos últimos trimestres del año.
La crisis, dialécticamente, deja como legajo un sistema capitalista mundial altamente globalizado, con crecimiento leve y desempleo en el “centro” y con crecimiento vigoroso e inclusión social y productiva en las economías emergentes.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Más brotes verdes y algunas malezas persistentes en un jardín aún incierto

La economía mundial se encuentra en un claro período de transición, alejándose de la contracción pero sin ingresar a una recuperación plena. Un jardín incierto donde despuntan día a día nuevos brotes verdes: el Producto de las mayores economías del mundo crece, el mercado financiero se estabiliza, el mercado de capitales ha recuperado mas d 60% durante 2009, restableciendo en parte la riqueza de los hogares estadounidenses y por ende su capacidad de consumo. Pero algunas malezas persisten: el desempleo en USA superó los dos dígitos; como consecuencia el miedo a perder el empleo persiste y la confianza del consumidor no se recupera; el déficit público en USA se acerca a las dos cifras y la economía continúa demandando nuevos apoyos para continuar en la senda de la recuperación; el mercado de la vivienda, el epicentro de la crisis y el epicentro de la actividad económica en USA continúa oscilante y no logra estabilizarse.

Hace una semana se anunció el crecimiento del Producto en USA: 3.5%, medio punto por encima de lo previsto por analistas y operadores. Este porcentaje significó, nada más y nada menos que el primer resultado positivo luego de tres trimestres de reducciones sucesivas del PBI estadounidense. Se corroboró lo que la mayoría de los analistas venían prediciendo: el fin de la contracción en USA y el inicio de la ansiada recuperación. Los mercados reaccionaron con euforia ante el anuncio y el Dow Jones superó la línea de los 10000 puntos, marca que no alcanzaba desde hace casi 10 meses.
Lo sucedido en USA se replicó en otras economías que exhibieron crecimiento positivo de su Producto, algunas de ellas por segundo trimestre consecutivo, como Alemania y Francia. En este contexto global de recuperación en la mayoría de las grandes economías, es destacable señalar que este trimestre se verificó, por primera vez desde iniciada la crisis, un crecimiento conjunto del Producto en USA, Alemania y China. Esta coincidencia es remarcable, ya que estas tres economías conforman los grandes “inyectores” de la economía mundial. El crecimiento concomitante de estos tres países corrobora un panorama global muy alentador y contribuye a la verificación de la hipótesis de que el mundo estaría acercándose al fin de la crisis financiera y económica, que colocó la economía global al pie del precipicio. No es tiempo aún de aventurar el fin de la crisis global, pero si podemos afirmar que existen evidencias claras para afirmar que hemos superado la faz contractiva de la crisis y nos encaminamos a una frágil recuperación, que se ira consolidando gradualmente y con vicisitudes en el 2010, y por varios años más. Son muchos los aspectos de la economía y fundamentalmente del sistema financiero que siguen aún bajo el “stress” de la perturbación y que tomará años para que regresen a un estado de normalidad, o al menos a niveles aceptables de funcionamiento. Paul Krugman decía la semana pasada en Buenos Aires que durante los próximos 10 años asistiremos a una economía global relantisada , con crecimiento bajo.
El viernes 6 de noviembre se anunció que el nivel de desempleo en USA ha superado del 10% -exactamente 10.2%-. Así como la euforia ganó a Wall Street al conocerse el crecimiento del PBI la semana anterior, la depresión se generalizó al conocerse la cifra de desempleo. Conjuntamente se conoció la caída del salario promedio por hora y el incremento del número de personas que han dejado de buscar empleo definitivamente. El crecimiento del Producto, conjuntamente con un incremento del desempleo, está indicando dos cosas; en primer lugar que las empresas están creciendo en base a profundos planes de reestructura, orientados a reducir costos, aumentar la productividad y reducir el número de trabajadores (la productividad en USA se elevó en 9.5% durante el tercer trimestre del año, el mayor avance desde el 2003); y en segundo lugar que persiste una gran dependencia de la economía de los Planes de Estímulo implementados por el Gobierno, cuyo instrumentación genera gasto y consumo público. Lo primero genera una situación cuyas consecuencias se mantendrán en el largo plazo. Cuando las empresas implementan planes de reestructura, y como consecuencia disminuyen sus plantillas de empleados y trabajadores, difícilmente regresen a los niveles de empleo que tenían previo a la reforma, más aún cuando enfrentan un mercado futuro débil e inseguro, determinado por una actitud desconfiada y conservadora del consumidor. Lo segundo esta altamente condicionado por la capacidad fiscal de continuar con los apoyos gubernamentales, como el “tax credit” que se acaba de suspender para la compra de la vivienda. El efecto de esta cancelación, sobre la caída en el número y el precio de las viviendas vendidas, constituye un excelente ejemplo del impacto de estos estímulos fiscales sobre la recuperación económica y conduce a la gran pregunta que hoy se hacen los Ministros de Finanzas del G-20: ¿Es tiempo de cortar las políticas de estímulo o, a pesar de las dificultades fiscales, es necesario continuar inyectando recursos en la economía para consolidar la recuperación económica? Esta pregunta tuvo el sábado 7 de noviembre una respuesta positiva ya que la declaración final de la reunión expresa “que la situación económica y financiera ha mejorado pero que la recuperación es desigual y aún dependiente de las políticas de apoyo que puedan instrumentar los Gobiernos”. El Secretario del Tesoro estadounidense Timothy Geithner declaró al término de la reunión que “el proceso de crecimiento ha comenzado” pero advirtió que acabar aceleradamente los programas de gastos extraordinarios perjudicaría la economía y haría peligrar la recuperación. Agregó que “el aumento del desempleo a su mayor nivel en 26 años anunciado el viernes respalda la noción de que este sigue siendo un ambiente económico muy difícil”.
Si bien hubo una declaración unánime de los Ministros de Finanzas del G-20, la reunión se caracterizó por posiciones distintas. Francia, Alemania y Japón mantuvieron una posición fiscal más conservadora en cuanto a que hay que iniciar una rápida cancelación de los programas especiales de estímulo instrumentados durante la crisis, mientras que USA e Inglaterra se mostraron más favorables en continuar con los programas de apoyo. Seguramente que la debilidad relativa de ambas economías es consistente con la posición de no “levantar aún el pie del acelerador”.
Como conclusión, llegamos al último trimestre del año y la economía mundial se encuentra aún en un claro período de transición, alejándose de la contracción pero sin ingresar a una recuperación plena; con situaciones muy desiguales, fundamentalmente entre USA y Europa; con la aparición de un claro liderazgo de la economía China que consolida su crecimiento a tasas muy superiores al resto del mundo. En este contexto la mayor preocupación y fuente de debate ha pasado a ser “la estrategia de salida de la crisis” que hoy debaten los Ministros de Finanzas del G-20. Y como vimos la conclusión ha sido no desmantelar aún los programas de apoyo gubernamental instrumentados durante la crisis. La pregunta que se hacen los analistas ante esta decisión es hasta cuando podrán los Gobiernos soportar fiscalmente esta posición, fundamentalmente en USA que tiene un déficit superior al 9%.
Un trimestre en que los brotes verdes se reproducen en el incierto jardín: el producto se incrementa, el mercado financiero se estabiliza, el mercado de capitales se recupera y en consecuencia la riqueza de los hogares y su nivel de consumo. Pero algunas malezas persisten: el desempleo llega a niveles de 26 años atrás; el déficit público de acerca a las dos cifras y la economía demanda nuevos apoyos extraordinarios; el mercado de la vivienda, el epicentro de la crisis y el epicentro de la actividad económica en USA, no se estabiliza.

Más brotes verdes y algunas malezas persistentes en un jardín aún incierto

La economía mundial se encuentra en un claro período de transición, alejándose de la contracción pero sin ingresar a una recuperación plena. Un jardín incierto donde despuntan día a día nuevos brotes verdes: el Producto de las mayores economías del mundo crece, el mercado financiero se estabiliza, el mercado de capitales ha recuperado mas d 60% durante 2009, restableciendo en parte la riqueza de los hogares estadounidenses y por ende su capacidad de consumo. Pero algunas malezas persisten: el desempleo en USA superó los dos dígitos; como consecuencia el miedo a perder el empleo persiste y la confianza del consumidor no se recupera; el déficit público en USA se acerca a las dos cifras y la economía continúa demandando nuevos apoyos para continuar en la senda de la recuperación; el mercado de la vivienda, el epicentro de la crisis y el epicentro de la actividad económica en USA continúa oscilante y no logra estabilizarse.

Hace una semana se anunció el crecimiento del Producto en USA: 3.5%, medio punto por encima de lo previsto por analistas y operadores. Este porcentaje significó, nada más y nada menos que el primer resultado positivo luego de tres trimestres de reducciones sucesivas del PBI estadounidense. Se corroboró lo que la mayoría de los analistas venían prediciendo: el fin de la contracción en USA y el inicio de la ansiada recuperación. Los mercados reaccionaron con euforia ante el anuncio y el Dow Jones superó la línea de los 10000 puntos, marca que no alcanzaba desde hace casi 10 meses.
Lo sucedido en USA se replicó en otras economías que exhibieron crecimiento positivo de su Producto, algunas de ellas por segundo trimestre consecutivo, como Alemania y Francia. En este contexto global de recuperación en la mayoría de las grandes economías, es destacable señalar que este trimestre se verificó, por primera vez desde iniciada la crisis, un crecimiento conjunto del Producto en USA, Alemania y China. Esta coincidencia es remarcable, ya que estas tres economías conforman los grandes “inyectores” de la economía mundial. El crecimiento concomitante de estos tres países corrobora un panorama global muy alentador y contribuye a la verificación de la hipótesis de que el mundo estaría acercándose al fin de la crisis financiera y económica, que colocó la economía global al pie del precipicio. No es tiempo aún de aventurar el fin de la crisis global, pero si podemos afirmar que existen evidencias claras para afirmar que hemos superado la faz contractiva de la crisis y nos encaminamos a una frágil recuperación, que se ira consolidando gradualmente y con vicisitudes en el 2010, y por varios años más. Son muchos los aspectos de la economía y fundamentalmente del sistema financiero que siguen aún bajo el “stress” de la perturbación y que tomará años para que regresen a un estado de normalidad, o al menos a niveles aceptables de funcionamiento. Paul Krugman decía la semana pasada en Buenos Aires que durante los próximos 10 años asistiremos a una economía global relantisada , con crecimiento bajo.
El viernes 6 de noviembre se anunció que el nivel de desempleo en USA ha superado del 10% -exactamente 10.2%-. Así como la euforia ganó a Wall Street al conocerse el crecimiento del PBI la semana anterior, la depresión se generalizó al conocerse la cifra de desempleo. Conjuntamente se conoció la caída del salario promedio por hora y el incremento del número de personas que han dejado de buscar empleo definitivamente. El crecimiento del Producto, conjuntamente con un incremento del desempleo, está indicando dos cosas; en primer lugar que las empresas están creciendo en base a profundos planes de reestructura, orientados a reducir costos, aumentar la productividad y reducir el número de trabajadores (la productividad en USA se elevó en 9.5% durante el tercer trimestre del año, el mayor avance desde el 2003); y en segundo lugar que persiste una gran dependencia de la economía de los Planes de Estímulo implementados por el Gobierno, cuyo instrumentación genera gasto y consumo público. Lo primero genera una situación cuyas consecuencias se mantendrán en el largo plazo. Cuando las empresas implementan planes de reestructura, y como consecuencia disminuyen sus plantillas de empleados y trabajadores, difícilmente regresen a los niveles de empleo que tenían previo a la reforma, más aún cuando enfrentan un mercado futuro débil e inseguro, determinado por una actitud desconfiada y conservadora del consumidor. Lo segundo esta altamente condicionado por la capacidad fiscal de continuar con los apoyos gubernamentales, como el “tax credit” que se acaba de suspender para la compra de la vivienda. El efecto de esta cancelación, sobre la caída en el número y el precio de las viviendas vendidas, constituye un excelente ejemplo del impacto de estos estímulos fiscales sobre la recuperación económica y conduce a la gran pregunta que hoy se hacen los Ministros de Finanzas del G-20: ¿Es tiempo de cortar las políticas de estímulo o, a pesar de las dificultades fiscales, es necesario continuar inyectando recursos en la economía para consolidar la recuperación económica? Esta pregunta tuvo el sábado 7 de noviembre una respuesta positiva ya que la declaración final de la reunión expresa “que la situación económica y financiera ha mejorado pero que la recuperación es desigual y aún dependiente de las políticas de apoyo que puedan instrumentar los Gobiernos”. El Secretario del Tesoro estadounidense Timothy Geithner declaró al término de la reunión que “el proceso de crecimiento ha comenzado” pero advirtió que acabar aceleradamente los programas de gastos extraordinarios perjudicaría la economía y haría peligrar la recuperación. Agregó que “el aumento del desempleo a su mayor nivel en 26 años anunciado el viernes respalda la noción de que este sigue siendo un ambiente económico muy difícil”.
Si bien hubo una declaración unánime de los Ministros de Finanzas del G-20, la reunión se caracterizó por posiciones distintas. Francia, Alemania y Japón mantuvieron una posición fiscal más conservadora en cuanto a que hay que iniciar una rápida cancelación de los programas especiales de estímulo instrumentados durante la crisis, mientras que USA e Inglaterra se mostraron más favorables en continuar con los programas de apoyo. Seguramente que la debilidad relativa de ambas economías es consistente con la posición de no “levantar aún el pie del acelerador”.
Como conclusión, llegamos al último trimestre del año y la economía mundial se encuentra aún en un claro período de transición, alejándose de la contracción pero sin ingresar a una recuperación plena; con situaciones muy desiguales, fundamentalmente entre USA y Europa; con la aparición de un claro liderazgo de la economía China que consolida su crecimiento a tasas muy superiores al resto del mundo. En este contexto la mayor preocupación y fuente de debate ha pasado a ser “la estrategia de salida de la crisis” que hoy debaten los Ministros de Finanzas del G-20. Y como vimos la conclusión ha sido no desmantelar aún los programas de apoyo gubernamental instrumentados durante la crisis. La pregunta que se hacen los analistas ante esta decisión es hasta cuando podrán los Gobiernos soportar fiscalmente esta posición, fundamentalmente en USA que tiene un déficit superior al 9%.
Un trimestre en que los brotes verdes se reproducen en el incierto jardín: el producto se incrementa, el mercado financiero se estabiliza, el mercado de capitales se recupera y en consecuencia la riqueza de los hogares y su nivel de consumo. Pero algunas malezas persisten: el desempleo llega a niveles de 26 años atrás; el déficit público de acerca a las dos cifras y la economía demanda nuevos apoyos extraordinarios; el mercado de la vivienda, el epicentro de la crisis y el epicentro de la actividad económica en USA, no se estabiliza..

martes, 27 de octubre de 2009

Recuperación económica global: el Cono Sur una región privilegiada

Existe un consenso casi unánime en que la contracción económica global terminó y que tímidamente se inicia una frágil recuperación, fundamentalmente en el epicentro del sistema (USA). Después de estar veinte meses inmersos en una profunda crisis financiera y económica global, bordeando el precipicio de la depresión, el manto se levanta y aparece el esqueleto de un capitalismo seriamente dañado -en CTI con respirador artificial- pero aún con síntomas vitales y evolucionando a una recuperación. Pronóstico reservado y gran incertidumbre sobre el tiempo en que el enfermo permanecerá internado antes de que pueda dejar el respirador y caminar sin el apoyo que brinda el Gobierno estadounidense a través de sendos planes de estímulo y rescate. En este contexto, al levantar el manto, aparecen los impactantes índices que marcan el punto de partida de la recuperación. Como en un Tsunami, cuando se retira el agua, aparece una economía con un 10% de desempleados en USA y cifras aún superiores en otras economías desarrolladas; un déficit público del 9.3% en USA -1.4 billones- y del 9% promedio en todos los países que conforman la OCD; record en quiebras de empresas y bancos, fundamentalmente en USA; una caída del 20% del comercio mundial y crecientes señales de proteccionismo; fuerte caída de las remesas a los hogares de América Latina y según la ONU, 100 millones de pobres más en el mundo… sólo para citar algunas de las cifras más impactantes que caracterizan la economía global al fin de la crisis y al inicio de la recuperación.

Pero no todo el proceso de recuperación será territorialmente homogéneo, como no lo fue la crisis. Desde nuestra perspectiva nos corresponde intuir analíticamente el posicionamiento en la recuperación global de nuestra Región: el Cono Sur de América Latina. Para iniciar esta REFLEXIÓN es necesario hacernos una primer pregunta que tiene una respuesta muy compleja, pero que trataremos de simplificarla concentrándonos en lo esencial: ¿cómo funcionaba el motor económico global hasta 2007 y como funcionará partir del 2010 y durante varios años más?

En la precrisis, el motor económico global era movilizado por un único y potente “impulsor”: el insaciable apetito del consumidor estadounidense y la belicosidad del Gobierno encabezado por Jorge W. Bush. Juntos generaban una potente demanda global que se respaldaba, en el caso de los hogares estadounidenses, en su creciente riqueza como consecuencia del incremento sostenido del precio de las viviendas y las acciones, y en el caso del gasto militar, en el sostenido crecimiento del déficit público. La expansión del consumo privado la proporcionaba el crédito bancario a baja tasa. A su vez, los bancos se fondeaban en el mercado de capitales en base a la generación de sofisticados productos financieros, derivados de derivados, que a su vez tenían como núcleo las hipotecas que ellos mismos generaban al conceder los créditos. En el caso del gasto público, el déficit era financiado por la emisión de Bonos del Tesoro que eran adquiridos por Bancos Centrales, fondos soberanos e inversores privados, todos ellos en busca de activos de reserva y protección. La Fed, a su vez generaba el circulante emitiendo los dólares necesarios para lubricar todo un sistema que funcionaba a altas revoluciones, impulsado por exacerbados valores de hiperconsumo y codicia. A principios del 2008 el “motor” global se recalentó y colapsó, iniciándose la debacle por “el desinfle” de la burbuja de las hipotecas subprime, seguido por el derrumbe del precio de las viviendas y de las acciones.

En los años que vienen, años de débil recuperación, el motor de la economía global bajará sustancialmente las revoluciones y por ende el nivel de actividad. El “impulsor” principal ha dejado de ser el consumo de los hogares estadounidenses y surgen varias especulaciones en torno a cual será el sustituto, al menos en los primeros años de la recuperación.

A nivel de la economía estadounidense el “impulsor”, en las primeras etapas de la recuperación, lo constituirá el gasto público. La caída en el consumo privado ha sido remplazada en buena proporción por el consumo público, generado a partir del plan de estímulo de Obama, los salvatajes sectoriales y la abultada inyección de recursos al sistema bancario -que los bancos han capitalizado y no han trasladado al crédito, como esperaba la Fed-. Lánguido panorama para la economía estadounidense hasta que no rebroten el crédito y la confianza del consumidor. Mientras tanto, más emisión y más colocación de Bonos de Tesoro, pero menor confianza en sus atributos de activos de reserva. Devaluación del dólar y aumento de la competitividad de las exportaciones estadounidenses. En resumen, a nivel de la economía de USA, una recuperación frágil, inicialmente impulsada por el gasto gubernamental, y una peligrosa disyuntiva: retiro de los estímulos y una recuperación más débil; o más estímulos y mayor déficit acrecentando el fantasma de la inflación.

A nivel global la dinámica de la recuperación surge con mayor claridad. La economía China será el gran “impulsor” de la actividad económica mundial. China no ha dejado de crecer durante toda la faz contractiva de la crisis y recientemente se ha anunciado un crecimiento del 8.9% en el tercer trimestre, lo que llevaría la tasa de crecimiento para 2009 al 8%, razón por la cual el Gobierno Chino afirmó su política fiscal activa y monetaria expansiva. Junto al sorprendente aumento de la tasa de crecimiento en el tercer trimestre, se dieron a conocer otros indicadores de la economía China que reafirman la solidez de su expansión: un ascenso anual de 34% en la inversión en activos fijos, las ventas minoristas se elevaron 15.5% en igual lapso y la tasa de avance de la producción industrial se incrementó un 13.9, superando el 12.3% del mes previo. Es importante señalar que China, cuando sufrió el primer impacto de la recesión, una caída de las exportaciones del 24%, para un país en que el comercio exterior representa el 60% del Producto, reaccionó rápidamente con un plan de estímulo de 580.000 millones de dólares, que fueron enteramente canalizados por los bancos como crédito al consumo y a las Pymes. Es así que China se perfila como el motor de arranque de la economía global y es probable que mantenga ese status durante los primeros meses, o incluso los primeros años, de la recuperación. Formidable ironía postcrisis: una economía centralmente planificada, conducida por un Partido Comunista, actuará como impulsora de la recuperación del sistema capitalista global. Pero China no está sola en ésta tarea, según las últimas estadísticas conocidas la acompañan dos economías emergentes que han iniciado con brío su recuperación: India y Brasil.

Con estas dos reflexiones, podemos adelantar una conclusión. La economía de USA perderá fuerza como motor de la economía global pero incrementará su competitividad como exportador de manufacturas y China la remplazará como “impulsor” de la economía global, fundamentalmente en las primeras etapas de la recuperación. En consecuencia, dada la estructura de las importaciones chinas, nos aventuramos a predecir que en el corto plazo los países productores de comoditties, fundamentalmente alimentos, energía y determinados minerales, se posicionarán en una situación claramente ventajosa a nivel mundial.

El Cono Sur de América Latina es una región que genera un tercio de los granos que se consumen a nivel mundial, la mitad de la carne que se exporta en el mundo y cuenta con formidables reservas de hidrocarburos y gas. Chile produce un tercio del cobre que consume China, su precio ha escalado 127% en lo que va de 2009. Además, el Cono Sur cuenta con un “motor” regional y quizás mundial que es Brasil, liderando la recuperación regional a través de la generación de mercado para bienes y servicios, cuyo comercio es favorecido por las ventajas de la zona de libre comercio que proporciona el MERCOSUR. Adicionalmente, esta crisis encontró a los cinco países del Cono Sur (MERCOSUR más Chile) con las cuentas en orden: superávit fiscal, un nivel de endeudamiento aceptable en relación al producto, alto nivel de reservas y un sistema bancario suficientemente capitalizado y estable. El futuro cercano del Cono Sur es promisorio, la recuperación llegará primero y se expresará durante el 2010 a través de tasas de crecimiento cercanas al 3 - 4%. Este año, Brasil entró en recuperación y se restablece la afluencia de capitales y la inversión extranjera; Uruguay es uno de los únicos países del mundo que presentará tasa de crecimiento levemente positiva; Argentina ha revertido la fuga de capitales y está dejando atrás las limitantes consecuencias de su default y su deuda con el Club de Paris. Iniciamos un 2010 promisorio. Para consolidar estas tendencias será necesario reconocer que China es el socio estratégico por excelencia del Cono Sur de América Latina, y en base a esta comprobación orientar coordinadamente la política comercial de la Región.

viernes, 9 de octubre de 2009

Comparto el comentario de Ignacio Bernal

Quiero compartir con todos los lectores del blog, parte del comentario a mi último articulo efectuado por Ignacio Bernal de México, ya que ilustra en forma ejemplar las profundas huellas que está dejando la crisis sobre el consumidor estadounidense y su principal activo: las viviendas.
Cuenta Ignacio al final de su excelente reflexión: “...Como dato curioso, hace unos días, fui a Atlanta con un amigo que tenía varios intereses en fraccionamientos hipotecarios alrededor de esa ciudad. Forman hoy un cinturón alrededor de esta amplia ciudad TODOS CON CASAS VACIAS NUEVAS. Cada casa enorme y hay millas de estas. Muchos de estos fraccionamientos están casi completos, con bosques, tiendas, iglesias, clubs, etc... También fui a Las Vegas. Aquí la caída es general. Es un pueblo medio muerto-increíble. No puedo pensar que todos estos millones de gentes-no van a quedar muy marcados para siempre con sus familias. Hay que ir a San Diego, o en México a sus "second homes" en Puerto Peñasco en donde hay cientos de edificios todos abandonados. Ver no solo estados de cuentas sino la imagen de la desgracia -que se repite una y otra vez- marcará a todos los habitantes de Norteamérica por mucho tiempo. El momento para lograr cambios de fondo. Ignacio Bernal.”

miércoles, 7 de octubre de 2009

Crisis Global: Macrotendencias que llegaron para quedarse

Abandonaremos el “capitalismo nacional de la opulencia” para ingresar en una “fase más austera del capitalismo global”. Será un mundo diverso en el que habrá mayor desempleo y pobreza, caída del consumo y fragilidad del nivel de actividad económica, presiones inflacionarias, mayor proteccionismo, una nueva arquitectura internacional y fuerte protagonismo de Asia y América Latina en la recuperación global. Un mundo donde el consumismo, la opulencia, la avaricia desmedida y la dominación bélica darán paso gradualmente a una mejor regulación del sistema financiero global, a una intervención creciente del estado en la prevención de nuevos desequilibrios y a una preocupación creciente por la pobreza y el cuidado del medio ambiente.

A medida que el mundo se aleja del terremoto y gradualmente se acerca a una recuperación, resulta estratégicamente imprescindible reflexionar sobre el escenario en el cual nos tocará actuar y vivir a partir del 2010. Identificar y analizar estas macrotendencias globales es fundamentalmente para anticiparnos en la redefinición de una “Visión País”, que comprenda las transformaciones estructurales que caracterizarán por varios años al contexto económico y político externo. Iniciemos este ejercicio analizando las más relevantes:

1. Caída del consumo y amesetamiento del nivel de actividad económica: Si la economía estadounidense revierte la contracción, igual asistiremos por muchos años a niveles de actividad más bajos que los que caracterizaron la última década. La propensión al consumo y la confianza del consumidor tendrán una reducción estructural significativa en USA. Los niveles de consumo se habían exacerbado de tal forma que en 2007 el endeudamiento de los hogares norteamericanos significaba un 120% del PBI estadounidense. La destrucción de riqueza, el miedo a un futuro incierto y la pérdida de empleos han generado un cambio profundo en la relación ahorro-consumo. Pienso que este cambio perdurará por muchos años, tal cual perduró luego de la “Gran Depresión”, generando un capitalismo fundamentado en valores de ahorro y austeridad que caracterizó a toda una generación. Por la fuerza de la realidad -3 trillones de riqueza destruida- los estadounidenses y el resto del mundo asistirán a un cambio de valores relacionados con la avaricia, el consumo abusivo y el endeudamiento irresponsable de quienes tomaron crédito y de quienes adquirieron el riesgo al otorgarlo. De acuerdo a Hutchinson, profesor de marketing de Wharton, “en los próximos años el consumidor aprenderá a comportarse de manera más frugal y no abandonará esa actitud en el corto plazo aunque se estabilice la economía”. Si bien este duro golpe al “capitalismo de la abundancia”, y a los altísimos niveles de consumo que se le asocian, constituye un gran respaldo a las preocupaciones globales en torno al calentamiento global y al agotamiento de los recursos energéticos no-renovables, presenta una contracara : menor propensión al consumo en USA condiciona un menor nivel de actividad en un país en el que el consumo interno significa el 70% del PBI, y éste un tercio del PBI mundial. En palabras de Stiglitz, en Estambul, “a partir de ahora los hogares estadounidenses tendrán que acostumbrarse a vivir "dentro de sus posibilidades" y no está claro todavía cuáles serán las repercusiones para la economía global que en los últimos años ha estado sustentada en gran medida por el inagotable apetito de los consumidores estadounidenses. Esta frase de Stiglitz identifica adecuadamente la trascendencia global de la macrotendencia de la caída del consumo en USA, y deja abierta la interrogante sobre la dimensión de su impacto sobre la demanda agregada global y el correspondiente nivel de actividad en USA y el resto del mundo.

2. Mayor desempleo y pobreza global: El mundo se caracterizará por niveles de desempleo y pobreza muy superiores a los que caracterizaron el escenario global pre-crisis. La economía estadounidense alcanzará 10 % de desempleo antes de fin de año. Desde su inicio la crisis ha destruido en USA más de 7 millones de puestos de trabajo. Situaciones similares se plantean en la Eurozona y en las economías emergentes. A nivel mundial la cifra de pobres superó los mil millones, según el último informe de la ONU. Esta situación trae asociados dos fenómenos, en primer lugar, en las economías desarrolladas se debilitará el consumo en forma sostenida, reforzando la macrotendencia anteriormente descripta y por ende el ritmo de la recuperación. En segundo lugar, a nivel global aumentarán los conflictos sociales y políticos y por ende se lesionará la gobernabilidad a escala nacional y mundial. Viviremos por muchos años en un mundo más inseguro e inestable aún.

3. Sobrevolará el fantasma de la inflación: La expansión monetaria por la inyección de dinero a la economía por parte de la Fed, fundamentalmente a través de la compra de deuda gubernamental e hipotecaria, la baja de la tasa de interés a nivel cero, los paquetes de estímulo y la capitalización de empresas estratégicas, han sido los mayores antídotos que han utilizado las autoridades estadounidenses como políticas anticíclicas para enfrentar la crisis financiera, el “colapso” crediticio y la contracción económica. Estas políticas poco ortodoxas, básicamente por el volumen de recursos financieros involucrados en su aplicación, han inflado a niveles nunca vistos las hojas de balances de la Fed, así como el nivel del déficit fiscal que supera 9% del PBI. En primer lugar, es importante destacar que la aplicación vigorosa y simultánea de estos instrumentos ha sido eficaz y nos alejó del riesgo de una depresión. En segundo lugar, a medida que nos alejamos del precipicio y nos acercamos a una e recuperación, surgen las preocupaciones asociadas a las políticas monetarias que caracterizaran la “estrategia de salida” de la crisis. A pesar de las afirmaciones de Bernanke en relación al conjunto de instrumentos a su disposición para esterilizar el excedente monetario una vez que se inicie la recuperación (elevar la tasa, pagar intereses en depósitos de la Fed, vender títulos de largo plazo) para muchos especialistas e inversores persiste un riesgo de inflación que se evidenciará con mayor fuerza a partir del segundo año de la recuperación. Yo adhiero a esta opinión. Considero que dado los volúmenes de dinero que hay que esterilizar en USA y en Europa en menor medida, el fantasma de la inflación sobrevolará a la economía norteamericana durante muchos años. No resultará sencillo reducir el déficit fiscal en 4 o 5 puntos del PBI (más de un billón de dólares), más aún cuando el presupuesto que elevó el Presidente Obama al Congreso constituye un nuevo record fiscal. Adicionalmente, los instrumentos disponibles para contrarrestar la expansión monetaria atentan contra el ritmo de la recuperación a través de limitar nuevos planes de estímulo, lo que colocará a la Fed y al Gobierno en el dilema “revitalización de la actividad versus inflación”.

4. China se consolida como “driver” de la recuperación global: Con una previsión de crecimiento cercano al 7% en 2009, China se consolida como la segunda economía mundial y "driver" de la recuperación económica. Muy dependiente de su floreciente comercio exterior, sufrió por la caída de la demanda de USA y Europa por sus productos, lo cual llevó a una fuerte contracción de sus exportaciones, cierres de fábricas y destrucción de empresas. El Gobierno Chino reaccionó rápido con visión estratégica y con contundencia financiera. El Plan de Reactivación, 580.000 millones de dólares, se orientó a incentivar el mercado interno incrementando la disponibilidad de crédito al consumo y la inversión para compensar la caída en las exportaciones, las cuales se redujeron en 21.8% interanual en el primer trimestre. Es de destacar que esta naturaleza de “driver” de la salida de la crisis y la recuperación que presenta la economía China, es extensible a India y a Brasil por la escala de sus economías y por el ritmo de recuperación.

5. Mundo financieramente interdependiente: el eje Washington - Bejing: A pesar de que la crisis surge en USA por la irresponsabilidad del sistema bancario en la adquisición de riesgo asociado a las hipotecas subprime y su posterior comercialización en el mercado de capitales “camufladas” en derivados de derivados, el activo de protección generalizado a nivel mundial son los bonos del Tesoro de USA. Esta paradoja, aunada a la internacionalización del sistema financiero, ha creado una profunda interrelación entre países más allá de los sistemas políticos que los gobiernan. Numerosos gobiernos mantienen en las reservas de sus bancos centrales importantes proporciones de bonos del Tesoro norteamericano. El ejemplo más relevante es el de China, que es tenedora de casi un tercio de los bonos emitidos por el Tesoro norteamericano (8.000.000 millones de dólares). Existe, por tanto, una “megadependencia” que ata y preocupa a muchos países, creando una red global de intereses que está por encima de regímenes políticos e incluso reivindicaciones globales. En la reciente reunión entre el Presidente Obama y su homólogo chino, señalaron que impulsarán un "diálogo estratégico y económico" entre Pekín y Washington. Esta nueva relación conformará un eje geopolítico de enorme trascendencia en la post crisis.

6. Mayor proteccionismo: Inevitablemente ingresaremos en un mundo donde predominarán por un plazo considerable los comportamientos proteccionistas a nivel global y regional, a pesar de innumerables declaraciones en sentido contrario. El proteccionismo limita el intercambio y debilita la recuperación.

7. Debilitamiento del dólar como valor de reserva: Según Stiglitz “existe la teoría cada vez más extendida de que el dólar será incapaz de mantener su actual estatus de divisa de reserva, y que conviene abrir una discusión multilateral sobre las alternativas”, que según China, India, Brasil y Rusia debería aproximarse a los actuales Derechos Especiales de Giro que utiliza el FMI para su propia cartera, enriquecido por la agregación del valor de otras monedas, como el yen.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Crisis Global: de Londres a Pittsburg mucha agua ha corrido bajo el puente.

Comparar el entorno económico y político prevaleciente durante las reuniones del G-20 de Londres y el de esta semana en Pittsburg, es una evidencia sorprendente para dimensionar la dinámica que ha adquirido la evolución de la crisis global y sus consecuencias sociales y geopolíticas. Cuando tuvo lugar el G-20 de Londres, en abril de este año, la economía estadounidense, y gran parte de la economía global, se hallaban en caída libre y nadie podía asegurar que el final no fuese el precipicio, o sea la “depresión”. Habían transcurrido siete meses de la caída de Lehman Brothers y del salvataje por nacionalización de los principales bancos ingleses. La Fed y los Bancos Centrales de la Eurozona inyectaban enormes sumas de liquidez en el sistema financiero para salvar de la bancarrota los bancos globales, inducidos por el gran temor de que pudiese acontecer una debacle financiera en el epicentro del sistema capitalista. En esta lucha desesperada por mantener en pie los bancos, se generó una gran expansión monetaria que se acrecentó aún más con los programas de estímulo a la economiza, la capitalización de empresas y los programas de reactivación sectorial que implicaron considerables niveles de subsidio, todos ellos diseñados para fortalecer la demanda privada, que se desplomaba a medida que se destruía la riqueza de los hogares por la caída del precio de las casas y el valor de sus tenencias accionarias. Pero a diferencia de la estrategia de salida de la Gran Depresión, Ben Bernake, un estudioso de la misma, sabía que la prioridad para alejarse de la debacle era mantener el sistema financiero en pie. Incluso la caída de Lehman Brothers es hoy altamente criticada; el esfuerzo monetario y fiscal de corregir sus consecuencias ha sido mucho más honoroso que lo que hubiese costado en aquel momento evitar la bancarrota de un icono global de Wall Steet. En este contexto económico, caracterizado por un esfuerzo mundial para apuntalar antes que nada el sistema bancario global, la Declaración del G-20 de Londres reflejó un amplio consenso en torno a la urgente necesidad de coordinar las políticas e instrumentos monetarios orientados a fortalecer la instrumentación de dicho objetivo y para ello reclamaba, en forma un tanto ingenua, una regulación financiera universal y un rol especial de los organismos internacionales en la supervisión de su cumplimiento, fundamentalmente jerarquizando el FMI. Evaluando la situación seis meses después de Londres, más allá de la tímida capitalización del FMI, y la sustancial disminución de las condicionalidades políticas incluidas en sus préstamos de balanza de pagos, nada trascendente ocurrió en términos de coordinación entre Bancos Centrales y menos aún en términos de articulación de políticas y regulaciones. Los países siguieron con sus estrategias individuales en relación al salvataje del sistema financiero, desde posiciones de nacionalización extremas como Inglaterra e Islandia, a posiciones intermedias como USA y menos intervencionistas como Francia y Alemania (la más restricta en cuanto al volumen de recursos). La “recuperación”, como categoría de análisis aún estaba lejos; nadie hablaba de ponerle fecha. La economía de USA y la economía global no encontraban el “piso” de la caída, se continuaba destruyendo trabajo, inversión y comercio, se acrecentaba el aluvión monetario a nivel global pero los países, salvo algunos eventos aislados, seguían y siguen enfrentando la crisis aisladamente, con estrategias nacionales muy diversas y lo que es peor aún compitiendo entre si, para capitalizar políticamente los primeros avances hacia la recuperación: “China nunca cayó en la recesión, Alemania ingresó en la recuperación; lo sigue Francia, USA podría presentar un crecimiento positivo en el tercer trimestre, Brasil finalizaría el año con crecimiento cero…” . Hoy el mundo, ante la mayor crisis de los últimos 80 años, no es el mejor ejemplo de solidaridad y cooperación. Poco incidió la Declaración de Londres. Tampoco lo hizo en materia de apuntalar el diseño coordinado de regulaciones al sistema financiero global, ni en relación al diseño de una arquitectura institucional internacional con capacidades y poder para implementarla.

A pesar de estas frustraciones, puesta en perspectiva histórica la Declaración del G-20 de Londres nos revela un hecho cualitativo valioso: el reconocimiento expreso, la toma de conciencia universal, de que somos actores de una economía global, dominada por sus interdependencias, lo que imposibilita la implementación de soluciones individuales. La crisis global mostró que la globalización no es únicamente un concepto o una bandera, es una durísima realidad o una maravillosa oportunidad y por ende, articular soluciones sustentables, requiere de enfoques globales.

Cinco meses después el G-20 vuelve a reunirse en Pittsburg. En los cinco meses transcurridos desde la reunión de Londres, la crisis ha seguido su implacable curso de destrucción: 16 millones de desempleados en Estados Unidos y 54 millones en los países de la OCD; 1000 millones, 200 producto de la crisis financiera, según anuncio ayer la ONU. El déficit fiscal en USA se acrecentó a 9.4% y por primera vez llegará a casi 2000 billones a fin de año. Los hogares estadounidenses han visto evaporarse 3 trillones de su riqueza acumulada, riqueza por otra parte que no había sido originada en el circuito productivo sino en la burbuja especulativa y por ende de muy difícil recuperación. Pero a diferencia de Londres, ha renacido la esperanza de una recuperación antes de fin de año; con forma de “V” para los más optimistas, de “U” para los optimistas-precavidos, de “L” para los pesimistas y de “W” para los analistas más visionarios como Roubini y Krugman. A pesar de que la reunión de Pittsburg se realizará bajo una tenue luz de esperanza, y no en la oscuridad de Londres, el balance de la instrumentación de lo consensuado en Londres es muy pobre, fundamentalmente en cuanto a la regulación del sistema financiero, epicentro de la crisis global. Es más, hoy la principal fuente de ingresos de los bancos de USA es el trading y ya se han reiniciado las actividades de alto riesgo y sofisticación en Wall Sreet, encabezadas por los mismos bancos, o a través de los equity funds o hedge funds, que hoy les pertenecen. Esto, en un marco que continúa desregulado, coloca al sistema financiero global en una situación más peligrosa aún de la que se encontraba en 2007, y al inversor en una situación mucho más vulnerable. Según afirmó George Stigler esta semana “se ha hecho un progreso muy pequeño en reformas regulatorias” y el momento para hacerlas “se está debilitando y los bancos están imponiendo su resistencia”. Y esta resistencia se endurece en tres puntos “innegociables” hasta el momento: esquema de bonos a sus directivos, valoración de activos a precios de mercados y participación (con el ahorro público) en la especulación financiera (función de trading).

En este entorno de tenue esperanza y grandes interrogantes hacia el futuro esperamos la reunión de Pittsburg que sabemos que se centrará nuevamente en contrarrestar la resistencia de los bancos a la reforma del sistema financiero a nivel nacional y su regulación a nivel global. Por lo tanto, la necesidad de urgentes regulaciones al sistema financiero, fundamentalmente honorarios, valoración de activos y transparencia en la división entre actividades bancarias y de trading en el mercado de capitales, fortalecimiento de la arquitectura financiera internacional, fundamentalmente más recursos para el FMI y declaraciones altisonantes sobre la pobreza, el calentamiento global y los derechos humanos expresadas en una pomposa declaración. Tengo esperanza que se aborde la discusión sobre la necesidad de nuevos planes de estímulo, un tema crucial para apuntalar la recuperación, pero de alta peligrosidad en la medida que monetizar aún más economías que han batido records históricos de déficit fiscal será “pan para hoy, hambre para mañana”. No creo que la Declaración de Pittsburg haga referencia al tema crucial de esta etapa del ciclo: la coordinación de las estrategias de salida de la crisis en cada país o bloque. Si no hay coordinación la recuperación dará lugar a graves desbalances monetarios y de flujos comerciales. Veamos, sólo faltan dos días y será muy interesante conocer el fin de semana la “Declaración de Pittsburg” y ver qué piensan los líderes de las veinte naciones más relevantes del planeta en un contexto de optimismo luego de dieciocho meses de caminar al borde del precipicio. Veremos si ese pánico ha desarrollado una conciencia global en torno a la urgente necesidad de cooperación, no sólo en materia económica, pero fundamentalmente en términos de pobreza y destrucción del medioambiente.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Crisis Global: tocó fondo y se aproxima a una débil recuperación.

Los últimos datos publicados sobre el comportamiento de la economía estadounidense, así como de la alemana, francesa, japonesa, china y australiana, correspondientes al segundo trimestre del 2009 y a los dos primeros meses del tercer trimestre, han generado una oleada de optimismo en relación al fin de la faz contractiva de la economía global y en consecuencia al inicio de un frágil proceso de recuperación. La apasionante polémica en torno a la mayor crisis financiera desde la “Gran Depresión” se ha centrado, en estas ultimas semanas, en torno a la “estrategia de salida de la crisis”, la evidencia objetiva que habilite a declarar con firmeza el inicio de la recuperación y las características económicas y sociales que prevalecerán durante las primeras etapas de la expansión.

Nouriel Roubini, analista caracterizado por una posición más pesimista, afirmó recientemente: “la economía mundial tocará fondo en la segunda mitad del 2009, y la recuperación no será formalmente evidente antes del fin del año”. En una posición más optimista al principio de setiembre la OCDE anticipó: “la recesión global está llegando a su fin más rápido de lo que se pensaba hace sólo unos meses y de hecho ya parece haber terminado” (...) “incluso la recuperación podría ser ligeramente más sólida debido a que las condiciones financieras han mejorado más rápido de lo que suponíamos hace algunos meses”. Más prudente, el Presidente del FMI, dos días después declaró: “la economía global emerge de la peor crisis económica y financiera desde la posguerra y parece haber superado lo peor” (sin embargo) “Estoy preocupado por el costo social asociado al nivel de desempleo, así como su efecto sobre el ritmo de la recuperación, incluso si los mercados financieros y la producción se estabilizan”.

Posiciones más o menos optimistas, nos conducen a una primera conclusión: hoy existe un consenso casi universal en relación a que la crisis ha tocado fondo en los países centrales y algunos emergentes, como China y Brasil, y que en la peor hipótesis la recuperación se hará evidente en algún momento del segundo semestre de este año. La OCDE, en su reunión previa a la reunión del G-8, plantea incluso que ya existen evidencias estadísticas de que EEUU, y algunos países de la Euro Zona, mostrarían crecimiento positivo de sus PBI en el tercer trimestre (algunos de estos últimos por segunda vez consecutiva). Con mayor o menor contundencia, también prevalece un amplio consenso en torno a que la recuperación, al menos en sus primeras etapas, será débil. La mayoría también opina que ésta fragilidad durará algunos años, e incluso economistas como Roubini hablan de una segunda crisis en el 2011/12, lo que ha dado lugar a la conocida graficación de la crisis en USA con forma de “W”.

Para entender estos consensos, es necesario plantearnos algunas reflexiones en cuanto a los fundamentos económicos que los sustentan.

Ahora bien, para intentar dar respuesta a las principales interrogantes sobre las características del periodo de transición y la naturaleza de las primeras etapas del proceso de recuperación de la economía global, es necesario referir el análisis a la economía de EEUU, no sólo por haber sido el epicentro de la crisis financiera mundial, sino, y fundamentalmente, porque representa más de un tercio del producto bruto global.

  • El factor más preocupante se refiere al nivel de desempleo, cuya tasa es de 9.7%, la mayor tasa desde hace 26 meses. Hoy existen 14 millones de desempleados en USA, 7 millones desde que se inició la crisis. La pérdida de empleo impacta directamente sobre la debilidad de la demanda e indirectamente sobre la confianza del consumidor, cuyo gasto representa el 70% del gasto global de la economía estadounidense, a través del “miedo” que genera en la sociedad la continua destrucción de empleos, el que se une a la pérdida de riqueza experimentada por los hogares como consecuencia de la caída del valor de sus viviendas y de sus acciones. Juntos se conjugan para alterar las pautas de consumo, prevaleciendo una actitud más austera y precavida. Sin embargo, es necesario destacar que en julio perdieron 371000 y en agosto 261000, un relevante descenso de los casi 700000 mensuales que caracterizaron el último trimestre del 2008 y los 500000 el primer del 2009. Se reduce la destrucción de empleos mensuales, pero crece el número acumulado de desocupados.
  • En segundo lugar, en estos últimos meses Wall Street se ha caracterizado por subas de los índices bursátiles asociados a resultados positivos presentados por las principales corporaciones de USA. Sin embargo, llama la atención que estos mejores resultados no se corresponden con mayores niveles de ventas. Las empresas los han logrado por la vía de una fuerte reducción de costos, en muchos casos en base a grandes reestructuras que implicaron fuertes reducciones de puestos de trabajo. Esto es consistente con la destrucción de puestos de trabajo que seguimos observando en el sector privado estadounidense.
  • En tercer lugar, es necesario señalar que la mayor actividad, que se reflejó en una menor caída del PBI en el segundo trimestre, se produce en un contexto de caída del consumo privado, aquel que corresponde a los hogares estadounidenses, y de la inversión privada, fundamentalmente en el sector manufacturero. Por lo tanto, la mayor actividad que caracterizó el segundo trimestre de este año se debió fundamentalmente a una recomposición de stocks y a un mayor gasto e inversión pública; consecuencia esto último del impacto del gasto gubernamental asociado al Plan Nacional de Estímulo del Presidente Obama, muy orientado a infraestructura, subsidios y proyectos especiales.
  • En cuarto lugar, con el correr de los meses se consolida la estabilización y reestructuración del sistema financiero. Hasta junio el crédito seguía bloqueado, más aún el crédito al consumo. Sin embargo, en julio comenzó un proceso lento y gradual de restablecimiento del mismo. La ilimitada inyección de recursos de la FED y el tesoro, y el mantenimiento de las tasas de interés a niveles cercanos a cero, recientemente confirmada por la FED, están actuando sobre el “núcleo duro” de la crisis: el restablecimiento del crédito. Nuevamente de la consolidación de esta tendencia, incipiente aún, depende en gran medida que la economía se aleje de la contracción e inicie una recuperación más o menos sostenida. Esta relación conduce a una fuerte polémica entre la dirigencia política estadounidense: si este proceso no avanza al ritmo requerido ¿es necesario seguir inyectando recursos al sistema financiero para consolidar su estabilidad, recuperar el crédito y otorgarle sustentabilidad a la recuperación, incrementando así los riesgos de la excesiva expansión monetaria? La última respuesta de Ben Bernake fue SI, por lo que habrá que agregar a las interrogantes sobre la naturaleza de la recuperación las resultantes de un déficit público que supera el 9% y las consecuentes políticas fiscales para reducirlo.
  • En quinto lugar, el mercado de la vivienda en USA, centro del terremoto financiero, se estabiliza con lentitud y altibajos. Han aumentado en estos dos últimos meses el número de casas nuevas vendidas y el número de hipotecas solicitadas, pero el precio de las viviendas se ha reducido en un 15% y no ha sufrido alteración.

Se genera así una gran interrogante: ¿es necesario un nuevo plan de reactivación para asegurar el transito a la recuperación, o hay que seguir confiando en que la estabilización del sistema financiero, el restablecimiento del crédito, la recuperación de cierta riqueza a través del incremento del precio de la viviendas y de la recuperación del mercado de capitales, impactarán sobre la confianza del consumidor e iniciarán la puesta en movimiento de un circulo virtuoso que deje atrás la recesión e inicie una faz de recuperación?. Esta es la pregunta fundamental que hoy se hacen los dirigentes políticos en USA. Este mes hemos recibido señales desde la economía que nos hacen pensar que la respuesta es NO; pero debemos esperar algunos meses más para ver cómo estas tendencias, algunas veces contradictorias, se siguen expresando sobre la evolución del producto y del empleo, y fundamentalmente sobre la confianza del consumidor, cuyo gasto explica el 70 % del PBI.

Según Laura Tayson (miembro del White House’s Economic Recovery Advisory Board) no hay razón para un segundo Plan de Estímulo. Ella había opinado un mes atrás que “los Estados Unidos deberían considerar un segundo plan focalizándose en infraestructura, ya que el primero ha sido demasiado restringido”; una buena muestra del cambio en el estado de animo que provocaron las cifras de agosto. Más conservador, el Congresista Harry Read planteó que 1.5 millones de americanos habrán agotado sus seguros de desempleo y que la extensión de esos seguros puede constituir un segundo Plan de Estímulo”.

El seguimiento de la evolución de la economía en todas sus tendencias para verificar el fin de la contracción, así como la necesidad de un nuevo Plan de Estímulo para asegurar una recuperación sustentable, constituyen un nuevo estadio del análisis de la crisis: la estrategia de salida. Este apasionante tema ocupará nuestros próximos artículos.

jueves, 13 de agosto de 2009

Crisis Global: Una luz al final del túnel.

Sumario: El optimismo reflejado por los índices bursátiles de Wall Street la semana pasada, tiene un fundamento objetivo en el comportamiento de la economía estadounidense en el último trimestre. Existen evidencias estadísticas importantes para afirmar que hemos ingresado en la fase de transición de la contracción económica a la recuperación. Este tránsito no será lineal sino sinuoso. Sólo con una estabilización del mercado laboral, el restablecimiento del crédito y una recuperación sostenida de la confianza del consumidor, podremos decir que la economía ha iniciado una recuperación sustentable, que por muchos meses será débil y no carente de sinuosidades. Considero que la economía de USA no comenzará esta recuperación sostenida antes del fin del año y que quizás para lograrlo sea necesario un nuevo Plan de Estímulo.

En agosto, la verificación estadística sobre la evolución de algunos indicadores de la macroeconomía estadounidense apuntaló un optimismo creciente sobre el fin de la contracción económica y la proximidad de una recuperación. “El más profundo derrumbe de la economía luego de la Gran Depresión está llegando a su fin” opinó Paul Krugman, Premio Nóbel de economía. Primero, la caída del PBI en un 1% en el segundo trimestre -frente a un 6.4% en el trimestre anterior- segundo, la reducción en la cantidad de despidos en julio -371.000 frente a 463.000 el mes anterior- y finalmente la reducción de la tasa de desempleo en una décima- 9.4% por primera vez en quince meses- ; encendieron una luz al final del túnel. Como reflejo los índices bursátiles de Wall-Street tuvieron un sólido repunte el fin de la semana, sobrepasando el S&P el nivel de los 1.000 puntos, hecho que no se constataba desde noviembre. La verificación simultánea de resultados favorables en relación al PBI y al desempleo, no se habían verificado desde el inicio de la contracción y es para operadores y analistas una señal positiva en cuanto a que “lo peor ya pasó”. Así lo expresó el Presidente Obama y varios economistas. Yo también adhiero a esta opinión. La reducción casi a cero del ritmo de la contracción durante el segundo trimestre es un hecho destacable, más aún cuando se verifica en el marco de una caída de la tasa de desempleo. “Es posible que hallamos tocado el fondo (the button) del ciclo recesivo y nos encaminemos al inicio de la recuperación en el tercer trimestre” opinó Krugman, un economista bastante escéptico algunos meses atrás.

Sin quitarle ningún valor ni respaldo a este optimismo con que se inauguró agosto, para investigar tendencias subyacentes que no permitan afinar el análisis en cuanto al desarrollo futuro de la crisis, es necesario no restringirnos a los datos de PBI y el desempleo y REFLEXIONAR sobre un conjunto de otros indicadores, menos impactantes pero muy necesarios para identificar en qué punto nos encontramos del ciclo recesión- recuperación, y por ende si el optimismo debe ser definitivo o es necesario relativizarlo, ya que pueden haber aún algunas vicisitudes antes de ingresar a una franca recuperación.

En primer lugar y apuntalando el optimismo, en julio se ha verificado una estabilización del mercado de la vivienda: se incrementó el número de viviendas nuevas, un 11% de incremento frente a una caída de 24% en junio del 2008, subió el precio de las viviendas nuevas y se incrementó el número de pedidos de construcción. Dada la importancia de este mercado, por su ponderación en la estimación del PBI y por su contribución a la “sensación” de recuperación de la “riqueza perdida” de los hogares estadounidenses, su estabilización es central para el restablecimiento del consumo y por ende la recuperación económica.

En segundo lugar, y en el mismo sentido, semana a semana se consolida la estabilización del sistema financiero. Hasta junio el crédito seguía bloqueado, más aún el crédito al consumo. Los bancos en estos últimos meses han mejorado sus resultados en base a ganancias obtenidas por financiamiento de operaciones de trading y servicios corporativos, más que por servicios asociados al consumo y tarjetas. Sin embargo, en julio ha comenzado un proceso lento y gradual de restablecimiento del crédito. Asimismo, los estadounidenses han comenzado a cancelar, en base a más ahorro, sus deudas, fundamentalmente con las tarjetas de crédito. La estabilización incipiente y simultanea de estos dos sectores, está actuando sobre el “núcleo duro” de la crisis financiera Por eso si esta tendencia, incipiente aún, se consolida y sostiene es muy relevante para el ritmo con que la economía se alejará de la contracción.

En tercer lugar, en estas últimas semanas se ha generado un aluvión de resultados positivos presentados por las principales corporaciones de USA. Sin embargo, llama la atención que estos mejores resultados no se corresponden con mayores niveles de ventas. Las empresas los han logrado por la vía de una fuerte reducción de costos, en muchos casos en base a grandes reestructuras que implicaron fuertes reducciones de puestos de trabajo. Esto es consistente con las perdidas de empleo que seguimos observando: 371.000 en julio, 14 millones de desempleados, 6.5 desde que se inició la crisis.

En cuarto lugar, es necesario señalar que la mayor actividad, que se reflejó en una menor caída del PBI en el segundo trimestre, se produce en un contexto de caída del consumo privado, aquel que corresponde a los hogares estadounidenses, y de la inversión privada, fundamentalmente en el sector manufacturero. Por lo tanto, la mayor actividad que caracterizó el segundo trimestre de este año se debió fundamentalmente a una recomposición de stocks y a un mayor gasto e inversión pública; consecuencia esto último del impacto del gasto gubernamental asociado al Plan Nacional de Estímulo del Presidente Obama, muy orientado a infraestructura, subsidios y proyectos especiales. Se genera así una gran interrogante: ¿es necesario un nuevo plan de reactivación para asegurar el transito a la recuperación, o hay que seguir confiando en que la estabilización del sistema financiero, el restablecimiento del crédito, la recuperación de cierta riqueza a través del incremento del precio de la viviendas y de la recuperación del mercado de capitales, impactarán sobre la confianza del consumidor e iniciarán la puesta en movimiento de un circulo virtuoso que deje atrás la recesión e inicie una faz de recuperación?. Esta es la pregunta fundamental que hoy se hacen los dirigentes políticos en USA. Este mes hemos recibido señales desde la economía que nos hacen pensar que la respuesta es NO; pero debemos esperar algunos meses más para ver cómo estas tendencias, algunas veces contradictorias, se siguen expresando sobre la evolución del producto y del empleo, y fundamentalmente sobre la confianza del consumidor, cuyo gasto explica el 70 % del PBI.

Según Laura Tayson (miembro del White House’s Economic Recovery Advisory Board) no hay razón para un segundo Plan de Estímulo. Ella había opinado un mes atrás que “los Estados Unidos deberían considerar un segundo plan focalizándose en infraestructura, ya que el primero ha sido demasiado restringido”; una buena muestra del cambio en el estado de animo que provocaron las cifras de agosto. Más conservador, el Congresista Harry Read planteó que 1.5 millones de americanos habrán agotado sus seguros de desempleo y que la extensión de esos seguros puede constituir un segundo Plan de Estímulo”

El seguimiento de la evolución de la economía en todas sus tendencias para verificar el fin de la contracción, así como la necesidad de un nuevo Plan de Estímulo para asegurar una recuperación sustentable, constituyen un nuevo estadio del análisis de la crisis: la estrategia de salida. Este apasionante tema ocupará nuestros próximos artículos.

lunes, 3 de agosto de 2009

Crisis Global: Lecciones aprendidas

Sumario:

Abandonaremos el “capitalismo nacional de la opulencia” para ingresar en una “fase más madura del capitalismo global”. Será un mundo diverso en el que habrá mayor desempleo y pobreza global, caída del consumo y fragilidad del nivel de actividad económica, presiones inflacionarias, mayor interdependencia financiera y proteccionismo, fuerte protagonismo de China en la recuperación global. Un mundo donde el consumismo, la opulencia, la avaricia desmedida y la dominación bélica, deberán dejar paso a una mayor austeridad, a una mejor regulación del sistema financiero global, al cuidado del medio ambiente, de la pobreza y de los derechos humanos.


Ya han transcurrido más de 18 meses desde que se hizo evidente la crisis financiera, tiempo insuficiente para extraer conclusiones definitivas sobre sus consecuencias en la estructura política y socio-económica global, más aún cuando el mundo todavía se encuentra en un proceso generalizado de contracción. Sin embargo, puede ser un período de tiempo razonable para extraer algunas lecciones en cuanto a la naturaleza de la crisis, su desarrollo y, fundamentalmente, para observar y distinguir algunos cambios en la economía, en la sociedad y en la geopolítica (incluyendo su arquitectura institucional). Estos cambios aparecen como transformaciones estructurales o megatendencias, sostenibles en el tiempo, que van dibujando los contornos de un nuevo escenario global, probablemente muy diverso al que prevalecía en el 2007 y gran parte del 2008, y en el cual nos tocará vivir durante muchos años.

1. Mayor desempleo y pobreza global.

El mundo se caracterizará por niveles de desempleo y pobreza muy superiores a los que caracterizaron el escenario global de pre-crisis. La economía estadounidense alcanzará niveles cercanos al 10 % de desempleo antes de fin de año. A pesar de que ha disminuído el ritmo de caída, se incorporan casi medio millón de desempleados al mes. Desde su inicio la crisis ha destruído en USA más de 6 millones de puestos de trabajo. Situaciones similares se plantean en la Unión Europea y en las economías emergentes. El Banco Mundial estima que a nivel global se destruirán alrededor de 240 millones de puestos de trabajo. Asumiendo que ingresamos a una fase de recuperación moderada, la generación de nuevos puestos de trabajo es un proceso de muy largo alcance.

Esta situación trae asociada dos fenómenos. En primer lugar, en las economías desarrolladas se debilitará el consumo en forma sostenida y, por ende, el ritmo de la recuperación. En segundo lugar, a nivel global aumentarán los conflictos sociales y políticos y, por ende, se lesionará la gobernabilidad a escala nacional y mundial. Viviremos por muchos años en un mundo más inseguro e inestable aún que el presente.

2. Caída del consumo y fragilidad del nivel de actividad económica.

Si la economía estadounidense revierte la contracción, igual asistiremos por muchos años a niveles de actividad más bajos que los que caracterizaron la última década. La propensión al consumo y la confianza del consumidor tendrán una reducción estructural significativa en USA. Los niveles de consumo se habían exacerbado de tal forma, que en 2007 el endeudamiento de los hogares norteamericanos significaba un 120% del PBI estadounidense. La destrucción de riqueza, el miedo a un futuro incierto y la pérdida de empleos, han generado en los hogares estadounidenses un cambio profundo en la relación ahorro-consumo. Pienso que este cambio perdurará por muchos años, tal cual perduró luego de la “Gran Depresión”, generando un capitalismo fundamentado en valores de ahorro y austeridad que caracterizó a toda una generación. Por la fuerza de la realidad -3 trillones de riqueza destruida y 6 millones de empleos perdidos- los estadounidenses y el resto del mundo asistirán a un cambio de valores relacionados con la avaricia, el consumo abusivo y el endeudamiento irresponsable de quienes tomaron crédito y de quienes adquirieron el riesgo al otorgarlo. De acuerdo a Hutchinson, profesor de marketing de Wharton, “en los próximos años el consumidor aprenderá a comportarse de manera más frugal y no abandonará esa actitud en el corto plazo aunque se estabilice la economía”. Según Baker, también de Wharton, “Antes de la crisis económica el consumidor, impulsado por el crédito fácil y por una sensación de riqueza recién descubierta procedente de la revalorización del mercado bursátil y de los bienes inmuebles, tenía un comportamiento completamente impulsivo e irracional” y agrega “La crisis ha dado lugar a un nuevo estilo de compra menos impulsiva, donde la racionalidad prevalecerá sobre los gastos abusivos y donde el valor de las cosas se convertirá en un elemento cada vez más importante”.

Si bien este duro golpe al “capitalismo de la abundancia” es consistente con las preocupaciones globales en torno al calentamiento global y al agotamiento de los recursos energéticos no-renovables, presenta una contracara ya que refuerza la megatendencia del desempleo en USA y el incremento de la pobreza a nivel global. Menor propensión al consumo en USA condiciona un menor nivel de actividad en un país en el que el consumo interno significa el 70% del PBI, y éste un tercio del PBI mundial.

3. Sobrovolará el fantasma de la inflación.


La expansión monetaria por la inyección de dinero a la economía por parte de la Fed, fundamentalmente a través de la compra de deuda gubernamental e hipotecaria, la baja de la tasa de interés a nivel cero, los paquetes de estímulo y la capitalización de empresas estratégicas, han sido los mayores antídotos que han utilizado las autoridades estadounidenses como políticas anticíclicas para enfrentar la crisis financiera, el “colapso” crediticio y la contracción económica. Estas políticas poco ortodoxas, básicamente por el volumen de recursos financieros involucrados en su aplicación, han inflado a niveles nunca vistos las hojas de balances de la Fed, así como el nivel del déficit fiscal que llega al 9% del PBI.

En primer lugar es importante destacar que la aplicación vigorosa y simultánea de estos instrumentos ha sido eficaz y nos alejó del riesgo de una depresión. En segundo lugar, a medida que nos alejamos del precipicio y nos acercamos a una probable recuperación, surgen las preocupaciones asociadas a las políticas monetarias que caracterizaran la “estrategia de salida” de la crisis. A pesar de las afirmaciones de Bernanke en relación al conjunto de instrumentos a su disposición para esterilizar el excedente monetario una vez que se inicie la recuperación (elevar la tasa, pagar intereses en depósitos de la Fed, vender títulos de largo plazo, etc.), para muchos especialistas e inversores persiste un riesgo de inflación que se evidenciará con mayor fuerza a partir del segundo año de la recuperación.

Yo adhiero a esta opinión. Considero que dado los volúmenes de dinero que hay que esterilizar en USA, y en Europa en menor medida, el fantasma de la inflación sobrevolará a la economía norteamericana durante muchos años. No resultará sencillo reducir el déficit fiscal en 4 o 5 puntos del PBI (más de un billón de dólares), más aún cuando el presupuesto que elevó el Presidente Obama al Congreso constituye un nuevo record fiscal. Adicionalmente, los instrumentos disponibles para contrarrestar la expansión monetaria atentan contra el ritmo de la recuperación, lo que colocará a la Fed y al Gobierno en el dilema “revitalización de la actividad versus inflación”.

Dada la naturaleza del dólar como moneda de reserva y referencia, este dilema estará presente en el escenario global post-crisis durante largo tiempo. A mi entender, su resolución llevará a un escenario caracterizado por una recuperación débil en un marco de insestabilidad fiscal y estancamiento laboral, en el cual los riesgos inflacionarios de las políticas procíclicas serán compensados por la aplicación de políticas de reducción del déficit fiscal y esterilización monetaria.

Nouriel Roubini genera una alarma adicional y escribe en su Portal (23/07): “La economía global puede retroceder hacia una nueva recesión a fines del 2010 o principios del 2011 debido al incremento de la deuda gubernamental, altos precios del petróleo y estancamiento del mercado laboral (…). Es urgente una estrategia de salida de los estímulos fiscales y monetarios diseñada antes de su implementación y aplicada una vez que se inicie la recuperación”.

4. Mundo financieramente interdependiente

A pesar que la crisis surge en USA por la irresponsabilidad del sistema bancario en la adquisición de riesgo asociado a las hipotecas subprime y su posterior comercialización en el mercado de capitales “camufladas” en derivados de derivados, el activo de protección generalizado a nivel mundial son los bonos del Tesoro de USA. Esta paradoja, aunada a la internacionalización del sistema financiero, ha creado una profunda interrelación entre países, más allá de los sistemas políticos que los gobiernan.

Allende de las tenencias atribuíbles a individuos, instituciones y corporaciones, numerosos gobiernos mantienen en las reservas de sus bancos centrales importantes proporciones de bonos del Tesoro norteamericano. El ejemplo más relevante es el de China que es tenedora de casi un tercio de los bonos emitidos por el Tesoro norteamericano (8.000.000 millones de dolares).

Existe, por tanto, una “megadependencia” que ata y preocupa a muchos países, creando una red global de intereses que está por encima de regímenes políticos e incluso reivindicaciones globales. En la reciente reunión entre el Presidente Obama y su homólogo chino, señalaron que impulsarán un "diálogo estratégico y económico" entre Pekín y Washington. Más precisamente, en una frase del comunicado de prensa conjunta expresan: "Ambas partes acuerdan trabajar juntas para forjar una relación positiva y de cooperación y comprensión mutua entre Estados Unidos y China en el siglo XXI, y mantener y fortalecer el intercambio en todos los ámbitos". Esta nueva relación conformará un eje geopolítico de enorme trascendencia en la post crisis. Nos referimos a la relación económica que vincula a China con USA y cuya base material consistió en la pre-crisis, en que China exportaba a bajos precios utilizando mano de obra barata y tecnología de los países desarrollados, los hogares estadounidenses y europeos consumían sobre-endeudándose, los bancos globales financiaban el sobre-endeudamiento, China acumulaba reservas comprando bonos del tesoro de USA, el Tesoro inyectaba recursos en el sistema financiero americano y global, que a su vez seguía prestando a los hogares para mantener el sobre-endeudamiento.

5. China se consolida como “driver” de la recuperación global.

En el marco de esta lógica pre-crisis y de la interdependencia que ella genera, China se consolida como el "driver" de la salida de la crisis global y del sostenimiento de la actividad económica durante las primeras etapas de la recuperación económica. La economía China creció 7.9% interanual en el segundo trimestre de este año y se orienta a superar el 8% en el tercer trimestre, los cuales son datos sorprendentes y alentadores para la economía global. El portavoz de la oficina china de estadísticas se felicitó por los buenos resultados obtenidos y los adjudicó al diseño e implementación del Plan de Reactivación que estructuró el Gobierno Chino. La tercera economía mundial, muy dependiente de su floreciente comercio exterior, sufrió por la caída de la demanda de USA y Europa por sus productos, lo cual llevó a una fuerte contracción de sus exportaciones, cierres de fábricas y destrucción de empresas. El Gobierno Chino reaccionó rápido, con visión estratégica y con contundencia financiera. El Plan de Reactivación, 580.000 millones de dólares, se orientó a incentivar el mercado interno incrementando la disponibilidad de crédito al consumo y la inversión para compensar la caída en las exportaciones, las cuales se redujeron en 21.8% interanual en el primer trimestre. También señaló el vocero del Gobierno las debilidades que aún se asocian a esta recuperación del crecimiento -el cual había descendido del 10.4% en el primer trimestre del 2008 al 6.1% el primer trimestre del 2009- señalando que "la reactivación sigue siendo débil, su ritmo inestable, el modelo desequilibrado, y por lo tanto sigue habiendo factores volátiles". Es de destacar que esta naturaleza de “driver” de la salida de la crisis y la recuperación que presenta la economía China, es extensible a India y a Brasil por la escala de sus economías y por el ritmo de recuperación.

Este reposicionamiento de las economías emergentes, particularmente aquellas que conforman el grupo BRIC, se refleja en la nueva arquitectura global que se va perfilando a medida que nos alejamos del precipicio. El G-8, probablemente pasará a constituirse en el G-13, sumando a los países que lo conforman, a China, India, Rusia y Brasil. En este contexto el G-20 quedará como un foro para articular decisiones y medidas a nivel global que adopte el G-13.

6. Mayor Proteccionismo.

Inevitablemente ingresaremos en un mundo donde predominarán por un plazo considerable los comportamientos proteccionistas a nivel global y regional, a pesar de innumerables declaraciones en sentido contrario. El proteccionismo, junto a la expulsión de trabajadores indocumentados y el nacionalismo, serán los desafios más relevantes de la globalización creciente en materia financiera, económica y tecnológica.

Estos aspectos, entre muchos otros que iremos experimentando, caracterizarán a mí entender el mundo que enfrentaremos en los próximos años, si es que la recuperación lentamente le gana terreno a la contracción, como así parecen demostrar las cifras del segundo trimestre en USA. Presenciaremos un mundo muy diverso, donde se irán imponiendo nuevos valores, en el cual quizás el consumo, la riqueza, la opulencia, la avaricia desmedida y la dominación bélica, deberán dejar paso a nuevos valores de mayor austeridad y en el cual la globalización comprenda relaciones de diálogo y cooperación, enmarcadas en una agenda asociada a preocupaciones globales más profundas, como el cuidado del medio ambiente, la pobreza y los derechos humanos. Un mundo en el cual la nueva arquitectura institucional se fortalezca en su función de controlar y regular el sistema financiero global, que deberá estar al servicio del comercio, la producción y el consumo, y no al sevicio de “fantasías financieras” que utilizaron la economía real para generar un industria de “papeles” que se retroalimentó a sí misma hasta convertirse en una burbuja sin contenido real que explotó en la gran crisis financiera global que hoy padecemos.

En suma, parecería que abandonaremos el “capitalismo nacional de la opulencia” para ingresar en una “fase más madura del capitalismo global”, que deberá enfrentar nuevos, pero no menos complejos, desafíos y amenazas globales.

miércoles, 24 de junio de 2009

Crisis Global: ¿dónde estamos parados?

Las últimas fluctuaciones de Wall Street y la aparición de nueva información sobre la economía de USA y de otros países, han cuestionado el nivel de optimismo que reinaba unos días atrás, colocando sobre la mesa preocupantes interrogantes sobre la evolución de la crisis y sus consecuencias. Intentaremos en esta Reflexión jerarquizar estas preguntas y ordenar las evidencias en que se fundamentan, con el objetivo de aproximarnos a dar respuesta a la pregunta universal: ¿dónde estamos parados?

Veamos primero las evidencias objetivas sobre las cuales existe un cierto consenso:

1. En primer lugar existe un amplio consenso en cuanto a afirmar que el riesgo de que la economía norteamericana ingrese en una depresión, se redujo. Lo que indica a su vez que existe un cierto acuerdo que los fundamentos de la economía norteamericana durante este año mejoraron, en relación al año pasado. Además constituyen evidencias objetivas que el precio de las acciones crecieron un 30%, la volatilidad disminuyo, el precio de las materias primas tubo en espectacular ascenso, el spreads entre el rendimiento de los bonos corporativos y los bonos públicos disminuyo considerablemente, al aumentar mucho el rendimiento de estos últimos, y el dólar se debilito por la menor demanda de activos seguros

2. Particularmente, el sistema financiero norteamericano (en gran medida globalizado), núcleo del epicentro de la crisis global, se ha fortalecido en relación a su situación de hace un año atrás, como consecuencia de las enormes inyecciones de liquidez que ha recibido de la Fed y el Gobierno Central. Podríamos decir que nos hemos alejado definitivamente del riesgo que se reproduzca otro Lehman Brothers. Sin embargo, a pesar del test de stress bancario, nadie conoce con precisión cual es la magnitud del default crediticio y por ende las necesidades financieras futuras del sistema financiero norteamericano, menos aun del sistema financiero global.

3. A pesar del enorme respaldo financiero recibido, en gran parte sacrificio de los contribuyentes norteamericanos, el crédito (o mejor dicho la adquisición de riesgo) no se ha restablecido, lo que frena el consumo, la inversión y el nivel de actividad.

4. El sector vivienda, motor del crecimiento de la economía norteamericana y originador en ultima instancia de la crisis global, no presenta síntomas consistentes y sustentables de recuperación.

5. La cifra mensual de trabajadores que pierden su empleo es cada mes decreciente, lo mismo que aquellos que solicitan el seguro de desempleo. Sin embargo cada mes se incrementa la tasa de desempleo, avanzando en su irreversible camino hacia las dos cifras.

6. El índice de confianza del consumidor norteamericano ha mejorado, alcanzando niveles records en mayo. Las mejoras del precio de las acciones en Wall Street, la caída de las tasas de las hipotecas, la percepción sobre que la caída del precio de las casas ha alcanzado un piso, así como la indicación de que el mercado del trabajo mejorara, han incrementado levemente la riqueza de los hogares y disminuido el efecto “miedo”. Esto es bueno y es riesgoso a la vez, ya que si no hay indicadores claros que la economía en el corto plazo no inicia una recuperación, la esperanza puede tornarse en mayor desconfianza.

7. Gran parte de sistema político norteamericano, y mundial, ha reconocido que el sistema financiero no se autorregula. El Proyecto que elevo Obama al Congreso días atrás inicia un proceso de discusión legislativa sobre la supervisión y regulación del sistema financiero norteamericano (se iniciaría el mismo proceso en la CEE), incluyendo bancos, hedge funds, firmas de private equity y cada producto financiero nuevo que se le ofrezca al consumidor, creando una nueva Agencia federal para tales fines.

8. Esta semana el Banco Mundial reafirmo su pesimismo sobre la economía mundial, la cual a su juicio caerá 2.9 en 2009. En 2010 el Organismo prevé un rebote del crecimiento global que se traducirá en un crecimiento del 2% en 2010 y de 3.2 en 2011. Según este informe la economía norteamericana se contraerá un 3% en 2009, Japón caerá 6.8% y la Zona Euro un 4.5%. En contraposición los países subdesarrollados y economías emergentes crecerán 1.2% en 2009, lo cual es engañoso ya que si excluyen China e India, el mundo subdesarrollado sufrirá una contracción de 1.6% en 2009. En América Latina la recesión será más profunda, con una contracción del producto de 2.3% en 2009 y un rebrote al plano positivo de 2% en 2010. En América Latina destaca un líder que es Perú, con una previsión de crecimiento del 3% y en la otro extremo México, una economía directamente afectada por su exposición a USA, cuyo producto, según el Banco Mundial, caerá este año un 5.8%. Si el conjunto de estas predicciones se confirman, se consolidaría una advertencia que implica un cambio geopolítico con previsibles consecuencias sobre el sistema monetario mundial: China, por el tamaño de su producto, pasara a ser la segunda economía a nivel mundial, desplazando a Japón.

9. El nivel de endeudamiento y emisión de la economía norteamericana ha comenzado a acrecentar los temores de inflación, aun compensados por el bajo nivel de consumo y actividad. Estos temores, sumados al nivel de desempleo debilitan la “energía” que pueda tener la recuperación, y por lo tanto deprimen el nivele de expectativas, afectando a su vez el consumo y la inversión.

Estas evidencias, basadas en información objetiva, nos llevan a formular algunas conclusiones para intentar entender donde estamos parados en la mayor crisis global en las últimas 8 décadas:

1. Es difícil conocer con certeza en que punto del ciclo recesión- recuperación nos encontramos. Parecería que lo peor de la crisis ya paso (incluso ver las ultimas declaraciones de un escéptico Shoros), sin embargo no hay evidencias de que nos encaminemos en el corto plazo (este año) a la faz de recuperación. Analizando y cruzando datos lo único que podemos afirmar con convicción es que la recesión se modera, y con idéntico énfasis que todavía no terminó. Pero no podemos con igual énfasis afirmar que la economía mundial tocó fondo, ni que esta cerca de tocarlo. Lo que sucede con el crecimiento y los espasmos de optimismo de Wall Street, es que las cotizaciones de los activos de riesgo hace tiempo que vienen descontando el recorrido completo, el cual se aleja o acerca de acuerdo al último informe macroeconómico publicado.

2. La transición hacia la faz de recuperación será compleja, plena de altibajos y dificultades y la recuperación, cuando llegue, será frágil, como consecuencia, entre otras cosas, de los altos niveles de desempleo que permanecerán por muchos años y de los impulsos recesivos con origen en políticas fiscales y tributarias orientadas a bajar el enorme déficit que ha generado la economía norteamericana. Según Nouriel Rubin “ la recuperación probablemente sea frágil y muy por debajo del potencial por un par de años, sino más, porque la carga de la deuda y el apalancamiento del sector privado se combinan con las deudas del sector público para limitar la capacidad de los hogares y las empresas para pedir prestado, gastar, consumir e invertir. Este escenario socava la esperanza de una recuperación en “V” , por el escaso crecimiento , las presiones deflacionarias y las tasas de desempleo superiores al 10%” y concluye “Como resultado de ello no se puede descartar que a fines del 2010 se conjure una tormenta perfecta con el petróleo por encima de los cien dólares, aumento del rendimiento de los bonos del Gobierno, y subas de impuestos, que den lugar a una relantización de la recuperación del crecimiento, sino a una verdadera doble recesión (formato W)”

3. La reactivación del comercio a nivel global tendrá un importante rezago en relación a la reactivación de la actividad económica en USA y Europa. Estará amenazada por políticas proteccionistas que se extenderán en el tiempo.

4. El impacto de la recuperación de la economía norteamericana tendrá un efecto retardado sobre la Euro Zona y las economías emergentes más industrializadas, muchas de ellas ubicadas en Asia. La recuperación económica en China y los países exportadores de materias primas, fundamentalmente alimentos, ira más acompasada al tiempo y al ritmo de la recuperación en USA.

Por lo tanto sólo podemos responder a la pregunta inicial (¿dónde estamos parados?) afirmando con cierta certeza que nos hemos alejado definitivamente del riesgo de la depresión, que la contracción se ha desacelerado, que no hemos tocado fondo aún, pero estaríamos cerca de que se produzca, que el periodo de transición que aún resta hasta el inicio de la recuperación es complejo y pleno de vicisitudes y altibajos y que la recuperación, cuando se inicie, será frágil.

miércoles, 10 de junio de 2009

Crisis Global: Brotes verdes y hierbas amarillentas en un jardín incierto

Con los últimos crecimientos experimentados por los índices bursátiles de Wall- Street y algunas evidencias empíricas de que el ritmo de la contracción se desacelera, la polémica se ha trasladado hacia las siguientes interrogantes: ¿se aproxima la economía norteamericana a tocar fondo?; ¿se acerca la recesión a su piso? ¿cuán lejos estamos de superar la recesión e iniciar la recuperación?; ¿ que características tendrá esa recuperación? Según David Malpass, Presidente de Encima Global en NY, predice, en una nota a sus clientes, que debemos esperar a “slow recovery from the deepest recession in half a century”. Yo creo que esta es la postura más sensata.… pero también la más optimista. Otros economistas y operadores, poniendo más énfasis en el nivel de endeudamiento y los riesgos de inflación, como consecuencia del significativo crecimiento de la oferta monetaria, opinan que es aún muy temprano para anunciar un final previsible de la caída de la actividad. Esta es la posición de Nouriel Roubin “Si bien lo peor de la recesión parece haber pasado, la recuperación no será instantánea ni tan vertiginosa como auguraban los optimistas. La información más reciente indica que el ritmo de contracción de la economía mundial puede estar disminuyendo. Sin embargo, la esperanza de que puedan estar surgiendo retoños verdes de la recuperación se ha visto frustrada por muchas hierbas amarillentas. Los últimos datos sobre el empleo, las ventas al menudeo, la producción industrial y la vivienda en USA, siguen siendo muy débiles e insuficientes para augurar un rápido inicio de la recuperación”. Con un enfoque más pragmático, algunos operadores de Wall-Street dicen que el crecimiento de los índices bursátiles predice con 6 a 9 meses de anticipación la reactivación en la economía real. Por lo tanto, el crecimiento que la bolsa ha experimentado en abril-mayo estaría preanunciando el inicio de la recuperación para el último trimestre de este año o el primero del 2010. Obama, Ben Bernake, Geithner, Clinton y muchos lideres políticos predicen tiempos similares para el inicio de la recuperación, pero todos coinciden, en diferente grado, que la recuperación será lenta (“formato L”) y no exenta de nuevas turbulencias, como consecuencia del nivel de endeudamiento, las políticas de salvataje que casi han triplicado la base monetaria y el consecuente riesgo de inflación. Creo que para profundizar la respuesta a estas interrogantes, no tenemos otra alternativa que analizar la evolución de los indicadores económicos determinantes y su impacto sobre el nivel de actividad. Como plantea Nouriel, algunos son brotes verdes, otros hierbas amarillentas.

“Brotes Verdes”

Empleo y salarios:
según informó el Labor Department de USA, la cantidad de personas que perdieron su trabajo en mayo, conformaron un cifra menor que la que predijeron especialistas y operadores: 345000, la menor cantidad de empleos eliminados en los últimos ocho meses. En el acumulado la tasa de desempleo se elevó a 9.4%, la tasa más alta en 25 años. La mayor economía del mundo ha perdido 6 millones de empleos desde que la recesión se inició en diciembre del 2007. En este devastador contexto, las cifras de mayo en cuanto a la destrucción de empleos es una señal positiva, y así lo interpretó Wall- Street, en cuanto a que el ritmo de la contracción se estaría desacelerando. Sin embargo, este fogonazo de optimismo, fue de alguna manera relativizado, en el mismo informe del Labor Department, al señalar en mayo una caída en los salarios (medida por el salario promedio por hora), lo cual impacta directamente sobre la capacidad de consumo de los que aún mantienen su empleo.

Los Bonos del Tesoro Americano y el valor del dólar: El rendimiento de los Bonos de largo plazo (10 años) está creciendo en los últimos meses, pasando de 2.42% en enero a 3.29 a principios de este mes. Esto indica que los inversores están saliendo de la trinchera, abandonado activos de protección para volcarse a inversiones de mayor riesgo como son acciones, bonos soberanos o acciones de países emergentes y commodities. Lo mismo sucede con el dólar, otro activo de protección que se abandona a medida que disminuye la adversión al riesgo, que en lo que va del año se ha devaluado 14% frente al euro, 17% frente al libra y 20% frente al real. Como consecuencia de este corrimiento hacia activos de mayor riesgo, se han generado fuertes subas no sólo en Wall- Street, sino en muchas bolsas del mundo. Moscú y el Bovespa ganaron 80 y 74% respectivamente. El mismo fenómeno se ha generado con las commodities: sólo como ejemplo el petróleo creció en 2009 un 75% y la soja un 55%.

China: Continúa mostrando un repunte de su economía y de sus exportaciones y los pronósticos se afirman en una predicción de 6.5% del incremento del PBI para este año. Este nuevo status de China, como motor del crecimiento global, ha llevado al Director General del FMI esta semana a declarar que el yen debería recibir la recategorización como moneda internacional.

“Hierbas Amarillentas”

Sistema Financiero: El sistema financiero sigue muy dañado. Han desaparecido más de 20 bancos en USA, se ha desmantelado el sistema no bancario y los bancos tradicionales tienen billones de dólares previsinados en créditos y títulos. Esto básicamente significa que la contracción del crédito no se aliviará rápidamente, lo cual limita la capacidad de los hogares para gastar y las empresas para invertir. El último reporte de la Fed, muestra que en abril ha habido una caída en prestamos al consumo de 15.7 billones, la segunda mayor caída registrada. Como señal alentadora ayer 10 bancos retornaron 65000 millones de dólares al Tesoro de los recursos que habían recibido como parte del programa de asistencia financiera. No lo hicieron los dos mayores bancos: Bank of America y Citigroup, que juntos adeudan 45000 millones. Esto indica de alguna manera que la contracción crediticia, a más de un año de iniciada la recesión, tiene mayor relación con la falta de confianza en el proceso de adquisición de riesgo asociado al crédito, que con el nivel de liquidez que hoy presenta el sistema financiero.

Cambio estructural en la relación ahorro-consumo (“el factor miedo”): Según Eric Wiseman, CEO de VF CORP, el mayor fabricante de ropa en el mundo: “el miedo lleva a una actitud conservadora en el gasto en consumo y el mayor miedo que hoy domina la sociedad norteamericana es la pérdida del empleo” American Express, la mayor tarjeta de crédito de USA, recortará 4000 empleos debido a que una gran proporción de tenedores de tarjetas no han pagado sus deudas debido a la pérdida de sus empleos. Esto se suma a la mediática crisis de la industria automotriz (fabricantes despidieron 59000 trabajadores, firmas asociadas 150000) y del retailer (Wal Mart despidió 22000 trabajadores) y a numerosos despidos masivos, altamente publicitados por diarios y TV, lo que contribuye a que el miedo al desempleo se generalice e impacte sobre una reducción de los niveles de consumo y un incremento en los niveles de ahorro. Como lo he señalado en otras REFLEXIONES; este cambio en la relación Consumo - Ahorro de la sociedad norteamericana ha adquirido una naturaleza estructural lo cual es sano desde el punto de vista del medioambiente y la utilización de recursos naturales no renovables, pero condicionará el ritmo de la actividad económica por años.

Rentabilidad de las empresas: El alto nivel de endeudamiento, la caída del consumo y la creciente presión deflacionaria sobre los márgenes de las empresas, seguirán limitando por un largo periodo de tiempo la disposición de estas a incrementar la producción, el empleo y la inversión.

Riesgos de inflación: La enorme liquidez generada por la expansión monetaria en USA regenera el fantasma de la inflación, lo que a su vez pone en primera plana la posibilidad de un aumento de la tasa de interés, como política correctiva. Mientras la economía continúe en su faz contractiva, no es predecible una inflación superior al 1- 2%. Las especulaciones surgen a partir de la posibilidad de que la economía entre en una faz expansiva. En este caso los riesgos inflacionarios y de depreciación del dólar frente a otras monedas, dependerán de cuan lenta o rápida resulte la reactivación.

Reflexión final

Según lo manifestó el Presidente Obama, esta semana la salida de la recesión será lenta y compleja, fundamentalmente por los problemas derivados del creciente nivel de desempleados, a la vez que en un impulso del más puro Keynesianismo prometió crear 600000 empleos en los próximos meses a través de varios proyectos de infraestructura y obra pública. Cuando pensamos que para fin de este año el déficit de USA alcanzará el 12% del GDP, que Obama y Geithner prometen reducirlo al 50% al termino del presente mandato - no existe otra forma que a través de menos gastos o mas impuestos, si responsablemente eliminamos la vía de la inflación - y que la tasa de desempleo se ubicará por encima del 10 %, y con una tendencia creciente al menos en el 2010 – según el propio Ben Bernake - podemos entender que la recuperación tendrá sus aristas muy complejas, diferentes a la que caracterizan la recesión, pero de alto impacto en la definición de una nueva estructura financiera, económica y social, en USA y a nivel global. Por ahora es difícil predecir el inicio de la misma, aunque la mayoría de las voces apuntan al primer trimestre del 2010. Mientras tanto el tránsito hacia la misma estará signado por el menor atractivo de los bonos del Tesoro y el dólar como refugio, la apreciación de algunas monedas y el reacomodamiento del valor relativo entre elles, la recuperación del precio de las materias primas, una relajación de la contracción crediticia en USA, Asia y América Latina, una incremento a menor ritmo mensual del número de desempleados a nivel global y el sobrevuelo del fantasma de la inflación en USA, originado en la liquidez creciente, lo que puede a su vez dar lugar a otras peligrosas burbujas de activos o títulos. Este panorama augura un futuro cercano más favorable para los países productores de alimentos y energía como Rusia, Brasil, Argentina, Nueva Zelanda, entre otros.