miércoles, 6 de junio de 2012

Europa nuevamente al borde del abismo. Solo un consenso global puede impedir un tsunami económico y financiero cuyas aguas llegarán a todas las costas de la economía mundial.

Finalizó mayo y Europa ingresó al último mes del primer semestre en las peores condiciones económicas y sociales desde que se firmó el tratado que dio origen a la Unión Europea.

El sistema financiero español muestra profundas señales de agotamiento. Sus bancos están repletos de activos tóxicos derivados del estallido de la burbuja inmobiliaria y la compra de bonos de deuda soberana. En este preocupante escenario, el gobierno acaba de recapitalizar uno de sus principales bancos: el recientemente reestatizado Bankia, aportando 19 billones de Euros, los que completan una transferencia total de 23.5 millones de Euros. El riesgo país se ubica en un nuevo record: más de 500 puntos; y la tasa de interés a la que España coloca sus bonos soberanos ha trepado a niveles cercanos al 7%, un nivel no sólo record, sino que inimaginable apenas unos meses atrás. Ambos valores -riesgo país y tasa de interés de las emisiones de bonos soberanos- constituyen indicadores relevantes de la confianza de los inversores. Mediada en base a estos valores España se ha aproximado peligrosamente a Grecia. Durante mayo el pánico de los inversores se tradujo en la fuga de más de 100 billones de Euros del erosionado sistema financiero español, lo que ya le ha valido a España la denominación de “ESPANIC” en la crónica económica internacional. El desempleo continúa en aumento habiendo alcanzado una tasa de 24.5%, nivel que contribuye, junto a Portugal, Grecia e Italia a que la tasa de desempleo en la Zona Euro haya crecido al 11%, otro nuevo record desde el primer registro de este indicador.

En Grecia la bestial política de recortes presupuestarios se tradujo en desempleo, recesión, bronca y angustia generalizada. Hoy el mundo espera con pánico el resultado de las próximas elecciones. Dos últimas encuestas (la publicación de encuestas está sólo autorizada por ley hasta dos semanas antes de las elecciones) dan como ganador a Nueva Democracia, partido conservador, proclive a renegociar el Tratado firmado con la UE y permanecer en el Euro. Otra da como ganador a Syriza, dispuesto a negar lo acordado con la UE pero reivindicar la permanencia en el Euro. Una posición muy difícil de reconciliar.

Más allá de las graves situaciones en España y Grecia, al borde de un colapso de distinta naturaleza en cada uno de los dos casos, en Europa hay once países en recesión. En Inglaterra la situación se agrava día a día y en la semana que pasó se registró una nueva caída en el índice de desempeño industrial.

Ya no quedan dudas que la austeridad prusiana del eje Merkozy demostró ser inviable. Nos hemos cansado de escribir que asistíamos a la aplicación de una política que necesariamente hundiría a Europa en una espiral descendente por sus consecuencias políticas y económicas. Hoy las autoridades comunitarias aceptan abiertamente que las políticas de austeridad, sin un adecuado complemento de medidas concretas de alivio monetario y crecimiento, han fracasado.

Pero la crisis avanza y contagia inexorablemente, y las medidas concretas en las cuales se plasme el nuevo enfoque continúan sin aparecer. Las cumbres se suceden sin resultados concretos más allá del reconocimiento, ahora generalizado, de que únicamente con recortes presupuestarios no se sale de una crisis que día a día muestra aspectos más dramáticos. Desde hace menos de un mes ha surgido un nuevo eje: “Merkollande” que lentamente suaviza la ortodoxia alemana y gana aliados en Bruselas, Monti en Italia y hasta Obama en EEUU, al cual visitó Hollande unos días luego de ser reelecto.

Mientras el debate continúa, las previsiones del FMI muestran que los países de la Eurozona siguen aumentando sus abultados déficits presupuestarios y las proyecciones hacia el futuro para los países periféricos cada día se distancian más de los plazos convenidos en el Pacto Fiscal impuesto por Merkozy para alcanzar la meta del 3%.

En este contexto de caída de la producción y el empleo, incremento del déficit y congelamiento crediticio, crece el consenso -incluidos los países del G-8- de que se necesita un nuevo plan económico que implique un giro de 180 grados en la política económica de los países más afectados por la crisis: es urgente iniciar un proceso de crecimiento sostenible y crear empleo sin aumentar la deuda. Para lograrlo es necesario desafiar las políticas ortodoxas que se han venido aplicando hasta la fecha.

En primer lugar, debe aceptarse definitivamente que el método convencional de financiar el déficit presupuestario únicamente con emisiones de bonos soberanos, en los países con una elevada deuda pública, ya no sirve, se agotó. El costo de las últimas emisiones realizadas por España, e incluso Italia, es un indicador de que se ha llegado al límite en su aplicación. Se está tapando un agujero con otro agujero, sólo que éste último está pospuesto para ser enfrentado por nuevos gobernantes e incluso nuevas generaciones. En estos países es imprescindible que haya una mayor coordinación entre políticas monetarias y fiscales. Incluso es urgente que la UE se consolide como unión fiscal y no permanezca únicamente como unión monetaria con un Euro que es más una creación política que una moneda. Es inconcebible que pueda funcionar un único Banco Central con diecisiete ministerios de finanzas. Hay poco tiempo y, por lo tanto, los políticos y los ministros de finanzas tienen un papel central en la creación de un nuevo paradigma de política monetaria y fiscal coordinada y orientada, no únicamente a la generación de nueva deuda, sino a la promoción del crecimiento y el empleo.

Este nuevo paradigma comienza a despuntar en muchos gobiernos de Europa e incluso en EEUU. El resultado aún desconocido de las elecciones en Grecia y los últimos datos difundidos por China y EEUU han vuelto a paralizar la dinámica que se había generado en torno a la búsqueda de soluciones en Bruselas. En EEUU mayo mostró una creación de empleo neto mucho menor a la esperada (69 mil contra 150 mil nuevos puestos) y se anunció una suba de la tasa de desempleo a 8.2%. En China el índice de actividad en el sector manufacturero (Purchasing Managers Index) cayó en mayo a 50.4% desde 53.3% en abril. Si bien se mantiene por arriba de 50.0, lo que significa expansión, es el valor más bajo en cinco meses y es lo que probablemente haya generado la reciente declaración del Premier Jiabao afirmando que el gobierno dará mayor prioridad a las políticas orientadas a mantener el crecimiento, lo que fue interpretado por la prensa como un anuncio de que el gasto fiscal se incrementaría para financiar grandes obras de infraestructura, como aeropuertos y acerías. Esta primera semana de junio China anunció que también cayó su índice para la industria no-facturera. El contagio europeo comienza a mostrar los dientes y como consecuencia, casi como un boomerang, la crisis en Europa se ha cubierto de un manto de crisis en la economía global, que la agrava y complica la salida.

Europa tiene que tomar medidas urgentes. El nuevo eje Hollande-Merkel-Monti ha inclinado claramente el eje de la discusión hacia la necesidad de iniciar un proceso de crecimiento y de mayor intervención del BCE, incluso en la compra de bonos soberanos y en la asistencia directa a bancos. Todos han entendido que la fragmentación no es la solución, sino todo lo contrario: de la crisis se sale con más integración fiscal, de inversión e incluso con el hasta hace poco innombrable Eurobono. En el corto plazo se planifica un salvataje del sector financiero español, liderado por el FMI y el Fondo de Estabilidad Financiero. Como un toro herido, Madrid resiste la estocada.

Pero considero que aún hay luz al fin del camino: el martes, los Ministros del Grupo de los 7 discutieron la evolución de la economía global, el avance hacia la unión económica y fiscal en Europa y acciones financieras globales de posible instrumentación por los Bancos Centrales de las principales economías. Como hecho político positivo, en respaldo a una salida con más integración y crecimiento, es importante resaltar el resultado del referéndum en Irlanda en el cual el 60% de la población apoyó la pertenencia comunitaria. Considero que la elección en Grecia dará lugar a una coalición política capaz de negociar la permanencia en el Euro contra un “ablandamiento” de las condiciones de recorte y reforma.

La discusión en torno a la estrategia de salida continuará durante todo este mes clave. El 13 de junio los partidos políticos alemanes se reunirán para tomar posición en torno al “Pacto por el Crecimiento”. El 17 son las elecciones en Grecia. El 18 y 19 se reúne el G-20, el 21 ó el 22 los ministros de finanzas de la CE y el 28 y 29 se reunirán los líderes de la CE. Es de esperar que para esa fecha, o sea a fin de mes, con las cartas griegas descubiertas, pueda encaminarse una solución para frenar el derrumbe. De no ser así, Europa se transformará en el motor de una tragedia económica, que como un tsunami extenderá sus aguas a todas las costas de la economía global.