viernes, 28 de septiembre de 2012

El Euro ingresa en una batalla decisiva por su supervivencia.


Luego de un verano seco y caliente, se globalizó la ilusión de que el otoño depararía un poco más de tranquilidad sobre Europa, sus mercados y fundamentalmente sobre las economías más afectadas por la crisis. Esta ola de optimismo que caracterizó agosto y el inicio de setiembre, tuvo su origen primero, en la firme declaración del Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi: “a pesar de que la economía caerá en Europa en 2012 el Euro es invencible” y la contundente defensa después del Programa de compra de bonos de deuda soberana que realizaría el BCE a aquellos países que expresamente la solicitasen. Esta medida tiene un objetivo muy preciso y su instrumentación un efecto muy directo sobre la crisis de deuda soberana que agobia a muchos países europeos: contribuir con los gobiernos que la soliciten a bajar la prima de riesgo y, por ende, la tasa de interés a la cual colocan los bonos de su deuda soberana. En consecuencia, este Programa de compra de bonos soberanos en el mercado primario por el BCE, inyecta liquidez y actúa como “corta fuego” en contra de los cada vez más frecuentes ataques especulativos contra las economías más afectadas por la crisis, fundamentalmente España e Italia. A su vez, colocar un piso sobre la tasa de interés a que los gobiernos de la Zona Euro emiten sus bonos soberanos tiene un efecto fiscal y presupuestario relevante dados los enormes volúmenes de endeudamiento. Italia este mes llegó a un nuevo récord de endeudamiento de 1972 billones de Euros.

Pero este “salvataje” país no es gratis para los gobiernos que lo soliciten. Primero deberán explicitar públicamente su incapacidad para controlar la economía y fundamentalmente la falta de confianza del mercado de capitales en su gestión y en la generación de confianza. Por eso se resisten a pedir la ayuda que el BCE les ofrece.
La sola enunciación del Programa tuvo una inmediata y favorable respuesta de los mercados. Al inicio de setiembre la prima de riesgo de España e Italia bajó considerablemente y, consecuentemente, la tasa de interés que les exigió el mercado por sus colocaciones de bonos soberanos. Hasta Grecia pudo colocar en esa semana 1360 millones de Euros con interés en baja. Parecía que la crisis había encontrado un nuevo rumbo. Con esta evidencia en mano, Bruselas y el propio BCE iniciaron, y continúan haciéndolo, una fuerte presión, fundamentalmente para que adhieran al Programa de bonos.

El clima de optimismo se acrecentó luego del anuncio de Draghi, cuando el Tribunal Constitucional Alemán autorizó la puesta en marcha del Mecanismo de Estabilidad Europeo (MEDE), que es un fondo dotado inicialmente de 500 billones de euros, que podrá prestar dinero a los países con dificultades, previa aprobación por parte de las autoridades europeas de un “rescate” solicitado por alguna de las economías en problemas. También podrá comprar deuda de un Estado en el mercado primario (una emisión) y en el mercado secundario (donde se cambian los títulos en circulación). El MEDE debería haber entrado en vigor el 1 de julio pero fue retrasado por la decisión del Tribunal Constitucional Alemán, y las previsiones inicialmente apuntan a que funcionará desde el mes de octubre. De hecho, el Presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, ha convocado la reunión para el 8 de octubre y la misma ha generado grandes expectativas, fundamentalmente por la negativa del Gobierno Alemán, encabezada por el Presidente del Bundesbank, de que el MEDE pueda unificar esfuerzos con el BCE para fortalecer el poder “corta fuego” del Programa de compra de bonos.

Pero los países en crisis aguda como España, a pesar de la presión del BCE y Bruselas, se resisten a pedir el “rescate”. Es que en el proceso de negociación entre Draghi y Juncker, respaldados por Hollande, Monti y Rajoy con Alemania y varios países nórdicos, el costo del rescate se acrecienta para el país que lo solicite. Como advirtió Olli Rehn, Vicepresidente de la Comisión Europea, “los Estados de la Zona Euro en dificultades que soliciten los fondos de rescate europeo para comprar deuda soberana estarán sujetos a estrictas condiciones”. Difícil imaginar qué condiciones adicionales se les puede pedir a países como España e Italia que están en recesión, con pronósticos de crecimiento negativo para este año y con niveles de desempleo y endeudamiento récord.
A su vez, se alzaron voces en los mismos países en cuanto a que los fondos de rescate no podían desembolsarse hasta que no estuviese montado un adecuado mecanismo de supervisión, requisito esencial para avanzar hacia la Unión Bancaria, complemento esencial de la Unión Monetaria y la Unión Fiscal ya señaladas como prioritarias en la última Cumbre de líderes europeos. Según Draghi “el BCE está listo para llevar a cabo la supervisión de las condiciones estrictas y efectivas de los Programas de salvataje” y por ende el 8 de octubre debe entrar en funcionamiento el MEDE y en consecuencia habilitados los recursos para junto al BCE iniciar la compra de bonos de deuda soberana, previa solicitud por un Estado Miembro y previo acuerdo de la condicionalidad exigida por Bruselas.

Estas negociaciones y controversias, llevaron a que la declaración inicial de Draghi virase sustancialmente de “haremos todo lo necesario para salvar los Estados en crisis y preservar el Euro” a una situación que para calificar para recibir ayuda del BCE y del MEDE, los países deben solicitar un recate formal, aceptar las condiciones concomitantes y que su solicitud sea aprobada por el resto de la Eurozona, incluida la ferozmente austera Alemania y varios de los países nórdicos. La posición de Draghi, producto de la búsqueda del paralizante consenso europeo, aunada a declaraciones de Angela Merkel de que el MEDE no estará operativo hasta finales del año debido a que el mecanismo de supervisión que lleva asociado demorará unos meses en ser adecuadamente estructurado, diluyeron la contundencia de las primeras declaraciones de Draghi y, en consecuencia, la ola de optimismo con que se había inaugurado el otoño europeo. La evidencia de que no habrá acciones inmediatas para atajar las presiones en los mercados contra España e Italia han decepcionado a los inversores. España se desangra en la controversia. Las presiones internas y externas crecen día a día sobre Rajoy para que solicite el “rescate”. Su situación social y política se agrava todos los días y su próxima emisión de bonos soberanos regresará a los costos previos al verano. Europa ha caído nuevamente en la depresión, las protestas sociales y la creciente fuga de capitales. Es difícil predecir lo que ocurrirá en los próximos meses del año con la Euro Zona y con el Euro.

En mi opinión, hay una esquizofrenia que se ha apoderado de las instituciones de la CE y de varios estados europeos: son audaces para dar préstamos a los bancos pero no tanto a los Estados, todo bajo el argumento de que si no se estabiliza el sistema financiero no se sale de la crisis, lo cual es parcialmente cierto. La idea de que si no se reactiva el crédito no se reactiva la economía, es válida en una situación de depresión cíclica normal, pero no es completamente cierta en una situación de crisis aguda, porque los bancos reciben la ayuda y se protegen patrimonialmente. Dado el crítico estado de hogares y empresas que no adquieren riesgo, los bancos se han transformado en un canal ineficiente de reactivación.
Esta esquizofrenia ha colocado la estabilización bancaria y la Unión Bancaria en el tope de la agenda comunitaria y cuando surge una idea como la de Draghi, claramente orientada a ayudar los Estados cuando la planteó originalmente, se la diluye, debilita y posterga. Ni que hablar de las ideas surgidas en la última Cumbre referidas al crecimiento a través de orientar fondos a proyectos de infraestructura y obra pública para reactivar el empleo y la actividad económica. Al contrario, los presupuestos presentados estos días por varios Estados, incluido Francia, obtienen los mayores ahorros de los cortes en el rubro infraestructura.

Este año ya está prevista una baja en el crecimiento del producto de entre el 0.2 y 0.6 por ciento. Queda esperar que la reunión del 8 de octubre dé por formalizado el MEDE, que éste obtenga una licencia bancaria del BCE para comprar bonos y puedan reforzarse los recursos disponibles, que se agilice el mecanismo de supervisión y que finalmente España decida solicitar el “rescate” con una condicionalidad social y políticamente sostenible. Además, que el drama griego se alivie, una vez que la Troika informe y los demás Estados de la Zona Euro acepten la postergación de los plazos impuestos para reducir el déficit e implementar las reformas estructurales exigidas. En este sentido, el jueves, Samaras logró un acuerdo sobre el plan de medidas de ahorro que asciende a 13.500 millones de Euros con sus socios del Gobierno, los socialdemócratas del Pasok, y los centroizquierdistas de Dimar.

Para completar un cuadro complicado, también la Unión Bancaria ha entrado en un cono de sombra. Tal cual dejaron claro este martes en un comunicado largo y rotundo emitido por Berlín, Helsinki y Ámsterdam, en los próximos meses se avecinan dificultades ya que estarán duros ante el calendario y el diseño de la nueva arquitectura institucional de supervisión que Berlín quiere sacar adelante con planes y tecnología alemana, apoyándose en ese viejo y persuasivo argumento de “quien paga manda”. Esa dureza será la tónica general pero los tres países adelantaron también varios casos particulares: en especial que la supervisión bancaria no estará lista hasta después de enero y sin ella tampoco la recapitalización directa de bancos por parte del mecanismo de rescate. Esto es fundamental para Madrid, quien pensaba que la recapitalización bancaria directa por parte del mecanismo de rescate iba a tener efectos retroactivos. Madrid sigue confiando en que la supervisión bancaria llegará en enero y sigue inyectando dinero en sus bancos, lo cual implica que la deuda que genera esa inyección deberá desaparecer del balance de España y pasar al del mecanismo de rescate. Hoy viernes 28 de setiembre, el Gobierno junto con una consultora reveló que las necesidades ibéricas financieras son de 59.300 millones de Euros de capital extraordinario para enfrentar una crisis seria (una contracción de 6.5 % en la economía española entre 2012 y 2014). De estas necesidades surgirá la cifra que el Gobierno español deberá disponer para recapitalizar su atribulado sector bancario.  

La tensión sobre el Euro prevalecerá en los próximos meses y los mercados la reflejarán con amplia volatilidad. 

jueves, 26 de julio de 2012

Brasil: se terminó el Carnaval


Desde que se inició la crisis global cinco años atrás, Brasil se posicionó como una economía emergente de alto potencial de crecimiento y por ende junto a China, Rusia e India constituyeron los motores de la economía global que compensaron la contracción de los países desarrollados y juntas generaron más del 50% del crecimiento del PBI global a partir del 2009. A su vez, Brasil ha sido reconocido mundialmente por su esfuerzo político para disminuir la pobreza y acrecentar en cifras relevantes su clase media y por ende su mercado interno. Durante el mandato de Lula la clase media incorporó 30 millones de habitantes. Esto se debió a un fuerte respaldo financiero a los programas de ayuda social, aumento del salario real y crédito al consumo, respaldados en los beneficios generados por una política fuertemente orientada al respaldo de las exportaciones y la inversión directa externa.

Pero los tiempos han cambiado, desde el inicio del 2012 las preocupaciones sobre el lento ritmo de la actividad económica domina la agenda política del Gobierno brasilero. El crecimiento se ha desacelerado hasta casi detenerse y se espera que el segundo mercado emergente después de China crezca sólo el 1.5% este año. Este frenazo de la economía sorprende tras al crecimiento superior al 5% de los últimos años, incluyendo un salto del 7.5% en el 2010. Gran parte de la industria, a pesar de una serie continua de medidas de estímulo, ha perdido competitividad a nivel mundial. Sólo el consumo interno parece estar sosteniendo el deprimido nivel de actividad, pero incluso en este caso, hay signos de fatiga.
La inflación, eterna maldición, mostró sus dientes y obligó al Banco Central a aumentar las tasas de interés y a ensombrecer aún más la fiesta. La reciente devaluación no ha podido revertir la caída en el nivel de actividad.

¿Cuál ha sido la respuesta a esta desaceleración del crecimiento del Gobierno?: encender la maquinaria estatal, alivio monetario e inyección de estímulo. Como medidas de corto plazo: devaluación, reducción de impuestos sobre productos industriales e incentivos crediticios para la compra de automóviles y otros bienes durables conforman parte de la batería de medidas que las autoridades brasileñas han puesto en marcha para incentivar el consumo y por ende la inversión que cayó 2% en el primer trimestre del 2012, llevando la tasa de inversión al 19% en relación al PBI. Hacia el mediano plazo el Gobierno aceleró su agenda de inversión pública, especialmente aquellos proyectos bajo el Programa de Aceleración de Crecimiento (PAC), que partió en 2007. Con este fin, lanzó “Equipamientos PAC”, que supone adelantar las compras del Gobierno de maquinaria y equipamiento, asociadas parcialmente a proyectos de inversión pública. Las compras totales anunciadas llegan a 4200 millones de dólares. En el anuncio que hizo la Presidenta Rousseff de “Emprendimientos PAC” se resume la estrategia y el posicionamiento del Gobierno ante la desaceleración: “el principal objetivo del Gobierno es impulsar la actividad económica, evitando ceder a aventuras fiscales”. Esto significa recuperar crecimiento e inversión incentivando el mercado interno. Dicho de otra forma, rescatar la dinámica que generó la expansión de la demanda global con la dinámica del consumo nacional y regional. El foco pasa del frente externo al frente interno. Con una excepción: las commodities: el precio de las commodities ha crecido a niveles históricos record. Parte del crecimiento se debe a la sequía en EEUU, parte a la especulación, pero gran parte a que existe un fundamento estructural que sostiene y hace crecer la demanda de alimentos. Es el único “viento de cola” que soplará en los próximos años. La industria está seriamente restringida por su falta de competitividad y por una demanda global que demorará años en recuperarse.

La gran pregunta, no sólo para Brasil, sino para todo el MERCOSUR es cuándo y cómo Brasil regresará a la senda del crecimiento. Parte de la respuesta tiene que ver con la recuperación global, otra gran parte con las restricciones internas que Brasil no superó durante su periodo de gran expansión del producto: infraestructura, innovación y educación a todos los niveles, incluyendo la calificación de mano de obra, que hoy restringe la expansión de varios de los sectores industriales más sofisticados. En un mundo más deprimido y más competitivo -fundamentalmente China e India- esas carencias se convierten en fuertes escollos a la competitividad de las exportaciones brasileras, fundamentalmente las industriales.

La Presidenta Rousseff, una experimentada economista ha expresado públicamente que mantiene la esperanza de una recuperación a fin del 2012, como consecuencia de las medidas ya adoptadas, pero sabe también que el escenario internacional se deteriora progresivamente y que las mismas pueden no ser suficientes para que Brasil reinicie una senda de crecimiento que vuelva a posicionarlo como un líder regional y miembro de los BRICS, responsables aún de que la economía mundial mantenga sangre en sus venas durante lo que resta del 2012 y el 2013. En este contexto circulan crecientes rumores de que Rousseff prepara un paquete de medidas más drásticas que la ya implementadas, que serían anunciadas en agosto. Además de nuevas reducciones de impuestos, fundamentalmente a través de la consolidación de impuestos federales para evitar el doble pago, el paquete incluye un conjunto de proyectos relativos a la gestión de empresas estatales y la inversión público - privada. Se menciona la gestión privada en los congestionados puertos y aeropuertos del país, así como una nueva ronda de concesiones de puertos. Esto tema no sólo despierta el entusiasmo de los inversores sino que ataca uno de los  cuellos de botella más restrictivos para Brasil, porque afecta directamente la competitividad de sus exportaciones.
Poco después de asumir, Rousseff anunció que permitiría al capital privado operar parcialmente tres aeropuertos estratégicos: dos en San Pablo y uno en Brasilia. Las concesiones fueron adjudicadas este año. Por lo tanto, todo hace pensar que sería ahora el turno del aeropuerto de Río de Janeiro, cuya modernización es clave para la Copa Mundial del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016.

La pregunta sigue vigente: ¿Serán suficientes estas medida reactivadoras para que Brasil retome la senda de un crecimiento sustentable y superador de un contexto internacional adverso? Y si lo fuesen, ¿en cuánto tiempo surtirán un efecto relevante, que se refleje en una tasa de crecimiento que se aproxime al 5% que caracterizó los últimos años de la historia económica de Brasil? ¿Podrá Brasil con estos esfuerzos superar el contagio de la crisis europea y el amesetamiento de la economía norteamericana?
La respuesta a estas interrogantes es sin lugar a dudas compleja pero trascendente para el futuro de la región y de nuestro país. Si aconteciese lo contrario estaríamos agregando una nueva nube al contexto internacional que ensombrece el futuro de nuestras economías. También estaríamos dudando si Brasil aprovechó correctamente el formidable viento de cola que generó desde el 2009, la reversión en los términos de intercambio de su comercio exterior. Ante condiciones altamente favorables es necesario pensar en la sustentabilidad económica en el largo plazo y esto implica fundamentalmente pensar en la educación, la innovación y la infraestructura. Esta advertencia, que hoy intenta corregir Brasil, es válida para Uruguay. Las bonanzas externas no son permanentes. Llega un momento en que la realidad cobra las omisiones. 

jueves, 5 de julio de 2012

Europa: Perspectivas para el segundo semestre. Con medidas urgentes pero limitadas se unifica la lucha contra la recesión.


La recesión no cede en Europa: el desempleo en la Zona Euro volvió a marcar un nuevo record histórico al alcanzar 11.1%. Sin embargo, la evidencia de un escenario de deterioro agudo y creciente y la presión extra-zona, incluyendo a Obama y el FMI, movilizó el pesado y burocrático andamiaje que caracteriza la UE. Entre las medidas adoptadas en la Cumbre de Bruselas y la baja en la tasa de interés anunciada por el BCE a 0.75% -el nivel más bajo desde que se conformó la UE- se logró una recuperación de confianza y un alivio significativo a la crisis de deuda soberana y a la crisis bancaria. Los mercados festejaron con grandes subas el lunes posterior a la Cumbre. La euforia se disolvió pero aún continúa una respuesta favorable del inversor hacia las medidas anunciadas. La pregunta es ¿cuánto de ésta confianza perdurará dentro de unos meses, o quizás dentro de unas semanas? Yo creo que si no continúa el proceso de reformas hacia una Unión Fiscal, Bancaria y Política apoyadas en una sólida base estatutaria, no mucha. Reflexionemos sobre los avances realizados y lo que quedó en la agenda de la Cumbre para ser aprobado en próximas reuniones.

Sin lugar a dudas la Cumbre fue mucho más eficaz que muchas de la diecinueve Cumbres previas, todas muy decepcionantes. Se adoptaron medidas útiles. Yo considero que los acuerdos más relevantes y de mayor impacto fueron los acuerdos sobre la modalidad de los rescates bancarios y la compra de bonos soberanos. El primero, ampliamente discutido en la Cumbre, se refiere a que los fondos de rescate de la Eurozona para recapitalizar directamente los bancos pueda efectuarse directamente a los mismos, en lugar de que el BCE o el MEDE proporcionen los fondos a través de los gobiernos y por ende los garantice y acreciente su deuda externa. El segundo, habilita la compra por parte del MEDE de bonos soberanos en el mercado. Estas dos medidas son importantes porque desvinculan los esfuerzos de alivio de la crisis bancaria de los orientados a mitigar los efectos de la crisis de deuda soberana que hacían inviable el proceso de endeudamiento en el mercado de capitales. Más concretamente, el rescate de la banca española con garantía estatal no hizo más que agudizar la desconfianza de los mercados en el proceso de colocación de bonos soberanos. Más aún, el rescate fue aprobado otorgándole a la deuda originada en la recapitalización la categoría de “superior”, o sea de cobro privilegiado ante toda otra deuda adquirida por el Gobierno español.

Otra medida trascendente fue justamente el acuerdo de que los fondos de rescate no serán “superiores” a los préstamos existentes. Sin embargo, la aplicación de esta decisión quedó limitada a que el BCE adoptase las funciones de Supervisor Bancario único y central de todo el sistema bancario europeo: 800 entidades supranacionales, regionales y nacionales. Lo que significa, en el ejemplo que veníamos describiendo de España, que los fondos del rescate bancario seguirían con garantía estatal hasta que estatutariamente se haya resuelto y luego aprobado investir al BCE de sus funciones de Supervisor central. El pánico con el que los inversores recibieron la decisión del rescate bancario hace diez días disminuyó, sin embargo, puede acrecentarse si la adecuación institucional y estatutaria que debe llevar adelante el BCE se retrasa. No debería, porque constituye un primer paso muy importante hacia el objetivo a mi entender más importante: la Unión Bancaria Completa, la cual requeriría un respaldo fiscal mucho mayor. Los españoles y los italianos racionales, todavía no creen que un Euro depositado en un banco en Berlín valga lo mismo que un Euro depositado en un banco en Milán o Madrid, en gran medida debido a que la insolvencia y el riesgo de quiebra aún persisten.

De todas formas España, en el corto plazo, fue el beneficiario inmediato de la Cumbre: con la posibilidad de que los 100 mil millones de Euros aprobados para el rescate bancario puedan ser desligados de la garantía del gobierno. Con la Eurocopa, la llegada del verano y el récord de visitantes, pasó de ser por unos meses la “cuasi Grecia” a respirar con alivio y esperanza dentro del infierno económico y social que le ha tocado vivir estos últimos meses.

Además de las medidas mencionadas, la Cumbre aprobó un “plan de crecimiento” promovido por Hollande por un monto de 120 mil millones de Euros para financiar proyectos relacionados con infraestructura, energías alternativas e incremento de la productividad. La utilización de estos recursos, que serían manejados por el Banco Europeo de Inversiones, tendrán como prioridad los países cuyas economías hayan sido afectadas por la crisis. Personalmente, los recursos asignados a este “plan de crecimiento” me resultan escasos, no condicen con la profundidad de la crisis económica, apenas superan los recursos solicitados por un solo país para rescatar su sistema bancario y no llegan a un cuarto de la sumatoria de los planes de salvataje presupuestario o bancario de Grecia, Portugal, Irlanda y España juntos. Más bien parece una graciosa concesión a los reclamos de Hollande, más aún si sabemos que la mayoría de esos recursos no son fondos frescos sino que en más del 50% son recursos redireccionados. La caída en la tasa de interés anunciada por el BCE intenta sumarse a este plan como instrumento de reactivación de la inversión y el crecimiento.

Refiriendo a mi ultimo artículo “Cumbre de Bruselas: el futuro del Euro transita por momentos decisivos”, lo que figuraba en la agenda preparada por la Comisión y no se acordó, es a mi entender lo más importante. La lista incluye un aumento de los fondos asignados al MEDE que entró en vigencia en julio, topeado en 500 mil millones de Euros; una garantía de depósito o un régimen de resolución bancaria para toda la Eurozona; y ni que hablar de los Eurobonos que no figuraban en el menú, pero sobre los cuales había una gran expectativa. Es indudable que la Eurozona está aún lejos de la garantía de depósito y de la mutualización de la deuda, la verdadera vara con la cual se puede medir el reclamado avance de Merkel hacia la Unión Bancaria y Política como solución definitiva a la crisis. Y la dimensión de esa distancia marcará el desempeño europeo en el segundo semestre del año y, en consecuencia, la reacción de los mercados.

En resumen, todas las medidas adoptadas esta semana, corolario de un sin fin de reuniones previas son importantes, fundamentalmente porque destruyeron el vínculo mutualmente destructivo entre crisis bancaria y crisis de deuda soberana, pero fueron tímidas, retaceadas. El Euro sigue vulnerable a movimientos especulativos porque se limitó el poder de fuego que pueda surgir del MEDE, y el BCE no está dispuesto a asumir ese papel. Tendría que ser mucho mayor, incluso infinito, como plantea Krugman, para actuar como verdadero cortafuego ante un eventual ataque, escenario que llena de pánico a los inversores. Pensemos que la deuda pendiente de España e Italia está cerca de los 2.8 billones de Euros, casi seis veces superior al MEDE. Por otra parte, el “plan de crecimiento” es casi ilusorio, ya que representa un poco más del 1% del PBI de la Eurozona y la posibilidad de que se compren bonos soberanos en el mercado esta limitada.

En conclusión, se dieron pasos necesarios pero pequeños, direccionados pero limitados para alcanzar las tres condiciones necesarias para estabilizar a Europa: la separación definitiva entre bancos y soberanías; la financiación de los países más débiles en términos manejables durante un asumido extenso periodo de ajuste económico; la defensa del euro ante posibles ataques especulativos y sobre todo un retorno a un crecimiento saludable.

Desde una mirada positiva hubo un progreso real hacia un mayor grado de integración y en términos políticos la consolidación de una coalición formada por Francia, España e Italia lo que alteró la dinámica política de la Zona Euro. Alemania suavizó sus posiciones prusianas y ortodoxas porque no quiere aparecer aislada. Esto puede darnos una esperanza de que esta nueva dinámica sea capaz de ir transformando estos primeros pasos que se han adoptado en transformaciones más profundas hacia una mayor integración, hacia más Europa y que en algún momento del segundo semestre del 2012 la Unión Bancaria sea una realidad, el poder de fuego del MEDE sea mucho mayor, el BCE emita el Eurobono y los fondos del “plan de crecimiento” sean significativos para aliviar la dramática situación que atraviesan varios países europeos. La pregunta vuelve a ser: ¿llagará Europa a tiempo para que esos cambios estabilicen definitivamente al viejo continente y dejen de poner en jaque a la economía global?

jueves, 28 de junio de 2012

Cumbre de Bruselas: el futuro del Euro transita por momentos decisivos. Las rígidas posiciones de Merkel en torno a la austeridad y la regulación enfrentan un núcleo de países liderados por Hollande que priorizan el estímulo y el crecimiento.

Hoy jueves 26 de julio se inicia la Cumbre de Bruselas para definir una hoja de ruta lo suficientemente convincente para inyectar confianza a los mercados, aliviar el costo de la crisis de deuda soberana que asfixia a varios países de al Eurozona, atenuar la crisis financiera y el congelamiento crediticio y, fundamentalmente, revertir la espiral descendente que ha conducido a la recesión a varios países europeos y padecer record de desempleo a otros.

La Cumbre de Bruselas constituye la coronación de un corolario de reuniones, que adquirió una frecuencia vertiginosa en junio, entre líderes europeos, de la Eurozona e incluso algunas que incluyeron a Obama y los restantes miembros del G-20. La profundidad de la crisis desencadenó un proceso de contagio que universalizó la urgencia en la búsqueda de una solución creíble y sustentable. La falta de definiciones, la lentitud y complejidad del proceso de toma de decisiones y las dificultades institucionales en la implementación de aquellas escasas que se adoptan, ha globalizado la exasperación de un mundo que había iniciado en el 2011 un proceso de recuperación lento pero sostenido y que hoy se ve desafiado por la incapacidad europea de articular un “paquete” de medidas que regeneren la confianza y recuperen la senda del crecimiento.    

Colocada en perspectiva histórica, lo cual es necesario para entender la trascendencia de sus resultados, esta Cumbre es quizás la última oportunidad para enmendar un conjunto de graves errores cometidos cuando en 1998 se diseñó la arquitectura institucional y política que dio origen a la moneda única. El Euro es un “animal” plagado de defectos e inconsistencias. Es la moneda única de un conjunto de países con productividades tan diversas como pueden ser la productividad de la economía alemana y la de la economía griega. Es además una moneda gobernada por un Banco Central - el BCE- que debe lidiar, sin ningún mecanismo de regulación y control efectivo, con 17 Ministerios de Finanzas y por ende con 17 presupuestos y sus respectivos deficits. El Euro es esencialmente un instrumento monetario debil, desprovisto de capacidades y herramientas en base a las cuales prevenir una crisis, y todas, absolutamente todas las necesarias para la gestión de una crisis de la dimensión que ha adquirido la actual crisis europea.
En estos dos últimos años un sinfín de Cumbres han retocado el edificio, pero las grietas siguen ahí, a flor de piel. Hoy el edificio enfrenta una enorme sacudida y corre el riesgo de derrumbe.

Los países reunidos en Bruselas son conscientes de este peligro y tienen en sus manos tomar decisiones que lo apuntalen, o al menos que lo coloquen fuera de la zona de riesgo de desaparición en que hoy se encuentra. Los mercados lo perciben y con la racionalidad propia de un inversor lo castigan, y castigan las economías que lo conforman. Se constituye así un circulo vicioso descendente: a mayor debilidad menor confianza, a menor confianza mayores intereses en la colocación de deuda soberana. A mayores intereses más recortes y así hasta llegar a la situación en la que hoy se encuentran Grecia, España, Italia, Portugal, Irlanda, Chipre: al borde del default o la renuncia a la moneda común y el retorno a sus viejas monedas pre-Euro.

Hoy en la Cumbre de Bruselas Europa busca desesperadamente acordar una solución para el embrollo en que se ha metido. Los “agujeros” mas visibles y peligrosos en el edificio del Euro son la crisis griega, que al menos ya tuvo un desenlace electoral favorable a la Eurozona y la crisis española, que también tuvo una noticia medianamente positiva cuando el lunes el Gobierno español oficializó la solicitud de rescate bancario por 100 billones de Euros, concedidos con garantía del Tesoro español y como consecuencia acrecentadores de la deuda soberana. Pero lo importante y urgente ahora es apuntalar los “cimientos” del edificio que sustenta el Euro. Lo que la Directora Gerente del FMI denomina “desarrollar una unión monetaria completa y real” y por ende creíble y confiable. Es este el desafío que enfrentan los líderes europeos reunidos en Bruselas.

En la vorágine de reuniones previas se ha conformado un menú de soluciones que enfrentaran la rigidez alemana con la flexibilidad francesa en pro del crecimiento. La más urgente es la posibilidad que el BCE y el MEE, que entra en vigencia en julio, puedan intervenir en la compra directa de bonos soberanos emitidos por los países más debilitados y en consecuencia a los cuales el mercado les exige las mayores tasas de interés. Esto es urgente y decisivo para España e Italia que han clocado sus últimos bonos a tasas superiores a 7% y 6% respectivamente y, que de continuar, como lo expresó Monti, torna inviable el proceso de endeudamiento. Téngase en cuenta que Italia tiene la deuda externa mayor después de Japón.
La segunda medida que conforma el menú de medidas urgentes y de corto plazo lo constituye la autorización al BCE de organizar los planes de rescate bancario transfiriendo los recursos directamente a los bancos, sin intervención de los estados de los países receptores y por ende sin garantía de los mismos. También aquí consideramos que Francia le doble la mano a Alemania, pero será a cambio de algunas concesiones en las soluciones de largo plazo que se discuten en Bruselas: una consolidación definitiva de la Unión Fiscal y la Unión Bancaria. La tercer medida de corto plazo tiene que ver directamente con el crecimiento y la reactivación: un fondo conformado por el 1% del PIB europeo – 130 mil millones de Euros- para estimular el crecimiento en los países del sur de Europa, que ya fue negociado y aprobado por Hollande y Merkel en su reunión en Paris la semana pasada.

En el largo plazo se juega el éxito o el fracaso de la Cumbre. La Unión Fiscal ya fue aprobada en la Cumbre anterior pero aún no se ha completado el proceso de aprobación por los Parlamentos de los países signatarios. La Unión Bancaria consiste en que el sistema de rescate de la Eurozona, o sea, el MEE (Mecanismo Europeo de Estabilidad) pueda servir como respaldo financiero a un sistema común europeo de depósito de garantía. El establecimiento de una Tesorería central para toda Europa es el aspecto más ambicioso de la reforma pero según Alemania el que genera la ruta más segura hacia la emisión de eurobonos. Consiste en otorgar la posibilidad de que la Comisión Europea pueda revisar y rediseñar los presupuestos de cada uno de los Estados miembros de la UE. Este indudablemente es un tema altamente sensible desde el punto de vista político, ya que implica una cesión trascendente de soberanía. Pero constituye el argumento más utilizado por Alemania para iniciar un dialogo en torno a los Eurobonos. La propuesta incluye la creación de un único Supervisor Bancario para toda la UE, el cual debería supervisar y tener la potestad de regular, clausurar, etc. 8000 bancos que hoy conforman el tejido bancario europeo. El nuevo Supervisor de la UE tendrá las facultades preventivas, de intervención y la capacidad de control aplicable a la totalidad de los bancos, transfronterizos, regionales y nacionales. En la actualidad en toda la UE la supervisión bancaria es coordinada por la Autoridad Bancaria Europea, con sede en Londres, pero carece de facultades de intervención y control. En resumen una Unión Bancaria y una Tesorería Central que puedan asegurar que un Euro depositado en Berlín es tan seguro como un euro depositado en Roma.

En síntesis, lo ideal sería que el resultado de la Cumbre de Bruselas incluya como medidas de corto plazo la compra directa de bonos soberanos, el rescate directo de los bancos descapitalizados y desbordados de activos tóxicos y bonos soberanos y un fondo de ayuda inmediato para los países en recesión o que se acercan a ella. En el largo plazo completar la Unión Fiscal, aprobar la Unión Bancaria y la Tesorería Central y la emisión de Eurobonos. Este sería el nuevo paradigma y la reconstrucción del dañado edificio del Euro. Veamos cuánto avanzan en un camino irreversible: Europa se salva con más Europa.

jueves, 14 de junio de 2012

El Euro ingresa en la cuenta regresiva


Hollande busca consenso en torno a un paquete de medidas urgentes para estabilizar la Eurozona e iniciar un proceso de reactivación.

En declaraciones formuladas esta semana, Lagarde coincide con Soros: “Quedan menos de tres meses para salvar el Euro”. Esta coincidencia, entre el inversor y analista húngaro, y la Directora gerente del FMI, no es solamente un vaticinio sino una fuerte señal de alarma para desafiar a la dirigencia europea a que adopte acciones definitivas para mantener unida la Zona Euro. La falta de un liderazgo continentalmente reconocido y las diferentes posturas ideológicas en relación a la estrategia de salida de la crisis, ahora agudizadas por la ruptura del eje Merkozy y la irrupción en el escenario del socialista Hollande, han generando una amplia  controversia en relación a qué medidas adoptar para estabilizar la Zona Euro a menos de dos semanas de la Cumbre de Líderes Europeos en Bruselas. Hollande busca aliados en el Sur; con Monti ya alineó sus objetivos y urgencias para  revertir la contracción económica, recrear confianza e iniciar un proceso de reactivación y generación de empleo, en su intento de doblegar a Merkel en su insistente “receta” de reducir el déficit, reformar el mercado del trabajo y privatizar las partes “menos eficaces” de la Administración. El Presidente francés acercó posiciones con Obama, con los más altos funcionarios de la UE y el fin de semana visitará a Rajoy. Es importante reconocer que la realidad y la ausencia de Sarkozy encuentran a una Merkel más sofisticada en su liberalismo inicial del “ajuste perpetuo” pero con la misma fuerza que le otorga ser la líder política del país más rico de Europa y el único con recursos fiscales excedentes para aliviar la difícil situación fiscal y bancaria que afecta a los mas débiles. Esta semana declaró abiertamente: “España sufre los efectos de una burbuja creada por un comportamiento irresponsable durante los últimos diez años pero Alemania no puede ser salvavidas de países que han descuidado sus presupuestos y los de sus bancos por años”. A su vez, todos sabemos -y los alemanes en primera instancia- que el futuro económico de Alemania y el de su sistema financiero están atados al futuro de Europa, y particularmente, al Euro y la Eurozona. Además, la evidente comprobación de que la austeridad fiscal por si misma, lejos de generar un shock de confianza, ha asfixiado el crecimiento económico y destruido puestos de trabajo en magnitudes desconocidas, facilita el desafío que le plantearán Hollande y sus aliados en las próximas semanas: siete economías en recesión, 11% de desempleo en la Zona Euro (24% en España) y la economía italiana contrayéndose al 0.8% el último trimestre.

A pesar de reiteradas advertencias, Merkel, y las autoridades comunitarias que la secundaron en su cruzada prusiana por recortes y reformas, han iniciado un cambio de discurso hacia propuestas más sustentables desde el punto de vista político, y más certeras en cuanto a corregir los verdaderos desequilibrios que motorizan la agudización de la crisis. Es así que hoy danzan un conjunto de soluciones, ninguna de ellas de aplicación inmediata y contundente, lo que puede transformar la cumbre de Bruselas en un conjunto de “ideas fuerza” cuya aplicación deberá ser estudiada por los organismos administrativos de la UE, en los tiempos y con los requisitos que los caracterizan. En esta danza de soluciones bailan el reciente salvataje indirecto a los bancos españoles y con garantía del Estado, la Unión Fiscal, la Unión Bancaria, el Pacto por el Crecimiento, la Unión Política, la permanencia o no de Grecia en la Zona Euro y, sin ser explicitada, la idea cada vez más acariciada por varios dirigentes europeos: una Europa a dos velocidades. La última medida adoptada en este contexto de falta de contundencia fue la recapitalización de la banca española por 100 mil millones de Euros, transfiriendo los recursos del Fondo Europeo de Estabilización Financiera (FEEF) y del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) -y no a la tesorería- el que se ocupará de canalizarlos hacia las entidades bancarias con necesidades urgentes de capital. Fue el Gobierno quien suscribió el memorando de entendimiento, la deuda con Europa es deuda española y no del FROB ni de los bancos que resulten beneficiados. Esto generó una reacción negativa en el mercado porque implicó una agudización de la crisis de deuda soberana que asfixia a España, y por ende, un aumento de la tasa a la cual España coloca dichos bonos, la que ascendió a un récord del 7%.

Esta semana, en este contexto de múltiples y vagas soluciones, Hollande lanzó un fuerte llamado a estructurar en forma urgente un “paquete” de medidas “que colocarían al Banco Central Europeo a cargo de la administración y supervisión del Mecanismo Europeo de Estabilidad”, que entrará en vigencia en julio y que dispondrá de 500 billones de Euros para la recapitalización bancaria en forma directa y la ejecución de proyectos orientados a generar crecimiento y empleo. Hollande ha dejado claro que su propuesta se refiere a los movimientos concretos y urgentes que deben instrumentarse para hacer frente a la crisis de la Zona Euro como prioridad principal en los próximos meses, colocándose por delante de la insistencia alemana sobre la adopción de medidas institucionales adicionales -paso a paso en el lenguaje de Angela Merkel- orientadas hacia la consolidación de la Unión Fiscal y hacia la profundización de la Unión Política dentro de la Zona Euro. Indudablemente, este camino postulado por Merkel, implica mas integración pero quizás entre menos países y en un tiempo mucho más extenso que la urgencia remarcada por Hollande. El Presidente francés quiere resaltar en su propuesta la idea de que los nuevos fondos disponibles estén al servicio del salvataje directo del sistema bancario y financiero en crisis.

La posición francesa da un paso urgente hacia la Unión Bancaria explicitada por Barroso (Presidente de la UE) la semana pasada, la cual implica la integración de los sistemas bancarios de todos los países a través de la supervisión transfronteriza y el seguro de depósitos. Según el mismo Barroso, este mecanismo no podría ponerse a funcionar antes del año que viene. El Gobierno alemán objetó la propuesta de Barroso señalando que cualquier integración bancaria es impracticable sin completar el proceso de aprobación de la Unión Fiscal y sin haber acordado detallados y concretos mecanismos que integren las políticas presupuestarias. Incluso puso en duda si puede realizarse sin modificar cláusulas contractuales contenidas en el Tratado que rige la Zona Euro. Una vez más se puso el freno alemán a cualquier medida de carácter urgente que sea una efectiva ayuda a los países más débiles. Sin duda que existe un gran temor en Alemania a que el apresuramiento recaiga sobre los contribuyentes alemanes. Barroso respondió a ese intrínsico temor alemán: “El proyecto europeo ha avanzado paso a paso -concediendo a Merkel su lenguaje- debemos seguir paso a paso pero ahora necesitamos dar un gran paso. O Europa da un paso hacia delante o hay serios riesgos de fragmentación”. Barroso visualiza la Unión Bancaria como el eje de la propuesta que la UE presentará en la cumbre del 28, pero es indudable, más allá de las objeciones alemanas, que estamos hablando de un mecanismo que no es de urgentísima aplicación, como él mismo señala sólo podrá estar en vigencia en el 2013 y, en ese año, quien corre riesgo de no estar vigente es el Euro. En el corto plazo , y mientras la Unión Bancaria esté operativa Barroso recomienda seguir con salvatajes bancarios similares al recientemente aplicado a la banca española, cuya principal dificultad es que son los Estados Nacionales quienes se hacen responsables en última instancia de la deuda si los bancos no pagan.. Como señalamos anteriormente, la gran incongruencia es que alivian los bancos y se estresa el tesoro de bonos soberanos.

La propuesta que negocia Hollande justamente intenta salvar esta incongruencia. Los recursos del MEDE serían canalizados directamente a través de los bancos y serían éstos los deudores en última instancia. Hollande privilegia la urgencia para evitar la catástrofe, y en esto coincide con Soros y Lagarde: sólo quedan tres meses para salvar el Euro.

miércoles, 6 de junio de 2012

Europa nuevamente al borde del abismo. Solo un consenso global puede impedir un tsunami económico y financiero cuyas aguas llegarán a todas las costas de la economía mundial.

Finalizó mayo y Europa ingresó al último mes del primer semestre en las peores condiciones económicas y sociales desde que se firmó el tratado que dio origen a la Unión Europea.

El sistema financiero español muestra profundas señales de agotamiento. Sus bancos están repletos de activos tóxicos derivados del estallido de la burbuja inmobiliaria y la compra de bonos de deuda soberana. En este preocupante escenario, el gobierno acaba de recapitalizar uno de sus principales bancos: el recientemente reestatizado Bankia, aportando 19 billones de Euros, los que completan una transferencia total de 23.5 millones de Euros. El riesgo país se ubica en un nuevo record: más de 500 puntos; y la tasa de interés a la que España coloca sus bonos soberanos ha trepado a niveles cercanos al 7%, un nivel no sólo record, sino que inimaginable apenas unos meses atrás. Ambos valores -riesgo país y tasa de interés de las emisiones de bonos soberanos- constituyen indicadores relevantes de la confianza de los inversores. Mediada en base a estos valores España se ha aproximado peligrosamente a Grecia. Durante mayo el pánico de los inversores se tradujo en la fuga de más de 100 billones de Euros del erosionado sistema financiero español, lo que ya le ha valido a España la denominación de “ESPANIC” en la crónica económica internacional. El desempleo continúa en aumento habiendo alcanzado una tasa de 24.5%, nivel que contribuye, junto a Portugal, Grecia e Italia a que la tasa de desempleo en la Zona Euro haya crecido al 11%, otro nuevo record desde el primer registro de este indicador.

En Grecia la bestial política de recortes presupuestarios se tradujo en desempleo, recesión, bronca y angustia generalizada. Hoy el mundo espera con pánico el resultado de las próximas elecciones. Dos últimas encuestas (la publicación de encuestas está sólo autorizada por ley hasta dos semanas antes de las elecciones) dan como ganador a Nueva Democracia, partido conservador, proclive a renegociar el Tratado firmado con la UE y permanecer en el Euro. Otra da como ganador a Syriza, dispuesto a negar lo acordado con la UE pero reivindicar la permanencia en el Euro. Una posición muy difícil de reconciliar.

Más allá de las graves situaciones en España y Grecia, al borde de un colapso de distinta naturaleza en cada uno de los dos casos, en Europa hay once países en recesión. En Inglaterra la situación se agrava día a día y en la semana que pasó se registró una nueva caída en el índice de desempeño industrial.

Ya no quedan dudas que la austeridad prusiana del eje Merkozy demostró ser inviable. Nos hemos cansado de escribir que asistíamos a la aplicación de una política que necesariamente hundiría a Europa en una espiral descendente por sus consecuencias políticas y económicas. Hoy las autoridades comunitarias aceptan abiertamente que las políticas de austeridad, sin un adecuado complemento de medidas concretas de alivio monetario y crecimiento, han fracasado.

Pero la crisis avanza y contagia inexorablemente, y las medidas concretas en las cuales se plasme el nuevo enfoque continúan sin aparecer. Las cumbres se suceden sin resultados concretos más allá del reconocimiento, ahora generalizado, de que únicamente con recortes presupuestarios no se sale de una crisis que día a día muestra aspectos más dramáticos. Desde hace menos de un mes ha surgido un nuevo eje: “Merkollande” que lentamente suaviza la ortodoxia alemana y gana aliados en Bruselas, Monti en Italia y hasta Obama en EEUU, al cual visitó Hollande unos días luego de ser reelecto.

Mientras el debate continúa, las previsiones del FMI muestran que los países de la Eurozona siguen aumentando sus abultados déficits presupuestarios y las proyecciones hacia el futuro para los países periféricos cada día se distancian más de los plazos convenidos en el Pacto Fiscal impuesto por Merkozy para alcanzar la meta del 3%.

En este contexto de caída de la producción y el empleo, incremento del déficit y congelamiento crediticio, crece el consenso -incluidos los países del G-8- de que se necesita un nuevo plan económico que implique un giro de 180 grados en la política económica de los países más afectados por la crisis: es urgente iniciar un proceso de crecimiento sostenible y crear empleo sin aumentar la deuda. Para lograrlo es necesario desafiar las políticas ortodoxas que se han venido aplicando hasta la fecha.

En primer lugar, debe aceptarse definitivamente que el método convencional de financiar el déficit presupuestario únicamente con emisiones de bonos soberanos, en los países con una elevada deuda pública, ya no sirve, se agotó. El costo de las últimas emisiones realizadas por España, e incluso Italia, es un indicador de que se ha llegado al límite en su aplicación. Se está tapando un agujero con otro agujero, sólo que éste último está pospuesto para ser enfrentado por nuevos gobernantes e incluso nuevas generaciones. En estos países es imprescindible que haya una mayor coordinación entre políticas monetarias y fiscales. Incluso es urgente que la UE se consolide como unión fiscal y no permanezca únicamente como unión monetaria con un Euro que es más una creación política que una moneda. Es inconcebible que pueda funcionar un único Banco Central con diecisiete ministerios de finanzas. Hay poco tiempo y, por lo tanto, los políticos y los ministros de finanzas tienen un papel central en la creación de un nuevo paradigma de política monetaria y fiscal coordinada y orientada, no únicamente a la generación de nueva deuda, sino a la promoción del crecimiento y el empleo.

Este nuevo paradigma comienza a despuntar en muchos gobiernos de Europa e incluso en EEUU. El resultado aún desconocido de las elecciones en Grecia y los últimos datos difundidos por China y EEUU han vuelto a paralizar la dinámica que se había generado en torno a la búsqueda de soluciones en Bruselas. En EEUU mayo mostró una creación de empleo neto mucho menor a la esperada (69 mil contra 150 mil nuevos puestos) y se anunció una suba de la tasa de desempleo a 8.2%. En China el índice de actividad en el sector manufacturero (Purchasing Managers Index) cayó en mayo a 50.4% desde 53.3% en abril. Si bien se mantiene por arriba de 50.0, lo que significa expansión, es el valor más bajo en cinco meses y es lo que probablemente haya generado la reciente declaración del Premier Jiabao afirmando que el gobierno dará mayor prioridad a las políticas orientadas a mantener el crecimiento, lo que fue interpretado por la prensa como un anuncio de que el gasto fiscal se incrementaría para financiar grandes obras de infraestructura, como aeropuertos y acerías. Esta primera semana de junio China anunció que también cayó su índice para la industria no-facturera. El contagio europeo comienza a mostrar los dientes y como consecuencia, casi como un boomerang, la crisis en Europa se ha cubierto de un manto de crisis en la economía global, que la agrava y complica la salida.

Europa tiene que tomar medidas urgentes. El nuevo eje Hollande-Merkel-Monti ha inclinado claramente el eje de la discusión hacia la necesidad de iniciar un proceso de crecimiento y de mayor intervención del BCE, incluso en la compra de bonos soberanos y en la asistencia directa a bancos. Todos han entendido que la fragmentación no es la solución, sino todo lo contrario: de la crisis se sale con más integración fiscal, de inversión e incluso con el hasta hace poco innombrable Eurobono. En el corto plazo se planifica un salvataje del sector financiero español, liderado por el FMI y el Fondo de Estabilidad Financiero. Como un toro herido, Madrid resiste la estocada.

Pero considero que aún hay luz al fin del camino: el martes, los Ministros del Grupo de los 7 discutieron la evolución de la economía global, el avance hacia la unión económica y fiscal en Europa y acciones financieras globales de posible instrumentación por los Bancos Centrales de las principales economías. Como hecho político positivo, en respaldo a una salida con más integración y crecimiento, es importante resaltar el resultado del referéndum en Irlanda en el cual el 60% de la población apoyó la pertenencia comunitaria. Considero que la elección en Grecia dará lugar a una coalición política capaz de negociar la permanencia en el Euro contra un “ablandamiento” de las condiciones de recorte y reforma.

La discusión en torno a la estrategia de salida continuará durante todo este mes clave. El 13 de junio los partidos políticos alemanes se reunirán para tomar posición en torno al “Pacto por el Crecimiento”. El 17 son las elecciones en Grecia. El 18 y 19 se reúne el G-20, el 21 ó el 22 los ministros de finanzas de la CE y el 28 y 29 se reunirán los líderes de la CE. Es de esperar que para esa fecha, o sea a fin de mes, con las cartas griegas descubiertas, pueda encaminarse una solución para frenar el derrumbe. De no ser así, Europa se transformará en el motor de una tragedia económica, que como un tsunami extenderá sus aguas a todas las costas de la economía global.

martes, 15 de mayo de 2012

Se agotan las posibilidades de formar gobierno en Grecia y se agudiza la crisis y la desconfianza en Europa

Grecia se sumerge en una profunda crisis política y en una aguda recesión económica. Su inestabilidad e indefinición se derraman en toda Europa, agravando la desconfianza y la crisis en aquellos países que luchan por contener la contracción y el desempleo. Ayer el crecimiento del producto en Alemania, menor a 1%, salvó a la Zona Euro de anunciar haber caído en recesión técnica por primera vez desde su creación.

Hace ya más de diez días que se celebraron elecciones parlamentarias en Grecia y sus resultados fueron consistentes con lo que anunciaban las encuestas, pero no con las expectativas que tenían las autoridades de la Unión Europea. Nueva Democracia y PASOK, los dos partidos que actualmente conforman la Coalición de Gobierno, y que con su mayoría en el Parlamento respaldaron las políticas de austeridad y reforma (exigidas por la UE para acceder al segundo tramo de ayuda otorgado por el FEEF de 5.200 millones de Euros, y a la quita del 55% de deuda soberana efectuada por los bancos acreedores del tesoro griego) obtuvieron el 32.4% de los votos, conformando así una bancada insuficiente para controlar una Cámara de 300 escaños. Sin la posibilidad de reproducir la actual coalición, el Presidente Carlos Papulias, solicitó al líder del partido que obtuvo la mayoría de los votos, el ultra derechista Samaras, formar gobierno. El intento de Samaras duró seis horas y tiró la toalla. Siguió el turno a Alexis Tsipiras, líder de la Coalición de Izquierda Radical (Syriza), segunda fuerza más votada (16.8%). Alexis Tsipiras, que fundamentó su campaña en una fuerte crítica a las políticas de recortes y reformas implementadas por el actual gobierno encabezado por Lucas Papademos - ex Vicepresidente del BCE - condicionó su negociación con el Partido Socialista (PASOK) y con Nueva Democracia, a que sus líderes y Venizelos - el Ministro de Hacienda - enviaran una carta a la UE revocando su compromiso en relación a las medidas de austeridad comprendidas en el último Memorando firmado con la UE. Obviamente que el ultimátum de Tsipiras fue rechazado y así falló el segundo intento de formar gobierno. El tercer intento lo encabezó el líder socialista Evánguelos Venizelos, quien el viernes convocó a Nueva Democracia y a Samaras a iniciar negociaciones. Samaras, férreo crítico de los acuerdos con la UE y de la permanencia de Grecia en la Zona Euro, desde una perspectiva de extrema derecha y antieuropea, condicionó su permanencia en la negociación a que Tsipiras aceptara que Syriza fuese parte de la coalición. No quería resignar electorado en una posible próxima elección apoyando una coalición pro-europea. Venizelos proponía una permanencia en el Euro y una revisión gradual de las políticas de recortes concensuadas con la UE. Tsipiras rechazó la condición impuesta por Samaras, y por ende la propuesta de Venizelos. Fue inmediatamente acusado por los restantes partidos de no tener responsabilidad política al no haber aceptado una coalición nacional para intentar sacar adelante un Ejecutivo medianamente estable, alejar a Grecia del precipicio y evitar las próximas elecciones. El sábado Venizelos informó de su fracaso y el nuevo líder de la Izquierda Griega respondió: “el rechazo a esta propuesta de recortes y austeridad no es de Syriza, es del pueblo griego”. El viernes se diluyó la posibilidad de conformar un Ejecutivo estable, respaldado por una amplia coalición inclusiva de la Coalición de Izquierda radical.

El fin de semana el Presidente trabajó afanosamente en conformar una Coalición con el Socialismo, Nueva Democracia y un jugador clave que con su presencia otorgaba los votos claves en el Parlamento para superar los 150 escaños: el pequeño partido de Izquierda Democrática.
Luego de varias reuniones fracasadas, el lunes se anunció la posibilidad de conformar un Gobierno de “notables” (tecnócratas) representando los Partidos que integren la coalición, obviamente con Syriza autoexcluida de la misma. El jueves vence el plazo para que se instale el nuevo Parlamento, nombre Ejecutivo y nombre primer Ministro. Si no lo logra, deberá haber nuevas elecciones en sesenta días.

¿Cual es la lectura y cuáles son las interrogantes hacia el futuro que genera esta situación?

En primer lugar todo este proceso de negociación y las próximas elecciones, están teñidos de lo que a mi entender es una gran contradicción del pueblo griego: la mayoría (el 70% según las últimas encuestas) de los griegos pretenden permanecer en el Euro pero rechazan enfáticamente las políticas de austeridad acordadas con la UE. Y enfatizo que es una contradicción, no porque sea una posición insensata, sino porque es incompatible con lo que la UE, y fundamentalmente los países que ostentan el poder en la Zona Euro están proponiendo y exigiendo a otras economías mucho más significativas geográfica y políticamente que Grecia, como son España, Italia e incluso Portugal. Grecia significa solo el 2% del PBI de la Zona Euro. Al contrario, sería consistente, independientemente de si se está de acuerdo o no, plantear el no a la política de austeridad y el regreso al Dracma. Incluso, desde un punto de vista económico, las políticas de ajuste solo pueden aliviarse en el corto plazo devaluando, es decir, teniendo control sobre la política monetaria y fiscal, y por ende resignando a la moneda única controlada por el BCE. Nadie puede pensar que los griegos están pensando en un sorprendente incremento de la productividad y la actividad en el corto plazo, como para evitar el ajuste y mantener el Euro. Quizás sí deberían pensar, y las encuestas demuestran que así lo están haciendo, en las consecuencias de la salida de la Zona Euro y las consecuencias para los asalariados de licuar la deuda, reducir el déficit e incrementar la productividad a través de un cambio de moneda y una subsiguiente devaluación.

Sin embargo, este doble discurso “Recortes no, Euro si” dominará el debate en Grecia y probablemente el discurso de la campaña hacia las próximas elecciones. Si fracasan las negociaciones definitivamente y hay elecciones el 6 de julio, su explotación política devengará resultados electorales importantes. Las primeras encuestas ya dan ganador a Tsipiras con importante margen, y por ende le dan la razón, desde un punto de vista político, de no haber contribuido a formar Gobierno. El nuevo líder tendrá que ajustar su discurso para obtener el mayor número de diputados posible y liderar la coalición que deberá conformarse después de conocidos los resultados de la próxima elección. Es difícil predecir los ajustes al discurso del joven ingeniero que irrumpió el domingo 6 de mayo como el nuevo líder de la izquierda griega y que se perfila como el candidato más votado el 6 de julio.

Mas allá de los “retoques” que Syriza pueda introducir a su postura hacia la política de la UE, y de los diálogos e intermediaciones que pueda llevar adelante Hollande, veo muy difícil que la estructura política prevaleciente en Grecia, aunada a las crecientes dificultades en su economía, habiliten a este país a permanecer en la Zona Euro. Este debate, elecciones o no, dominará Europa y Bruselas los próximos meses. Si Grecia abandona, o es expulsada del Euro, se plantean escenarios muy diversos.
Ya hay muchos analistas e inversores que opinan que es favorable para la crisis europea que Grecia deje el Euro. Otros opinan que dada la sensibilidad social y política prevaleciente en países como España e Italia, el riesgo de contagio es alto. Ya ha habido expresiones de altos voceros de la UE en relación a qué hacer con Grecia. A decir verdad, la agresividad de los primeros pronunciamientos en torno a la expulsión de Grecia de la Zona Euro se ha ido diluyendo a medida que se van conociendo las complicaciones técnicas no previstas en el Tratado, en relación al abandono forzado de un país de los términos del mismo, en este caso la Unión Monetaria, y de la evaluación de los riesgos de contagio a los que anteriormente nos referíamos. En este sentido, el BCE aprobó el desembolso de los 4200 millones de Euros del segundo tramo por 5200 millones que le otorgó el Fondo de Estabilización a Grecia para cumplir con el servicio de la deuda renegociada y fortalecer su presupuesto. Ayer Grecia pagó 435 millones del pago de intereses de la deuda.

Cuando terminábamos de escribir este artículo Venizelos anunció el fracaso de formar un Gobierno tecnocrático.  Grecia se prepara para las próximas elecciones dentro de sesenta días y como consecuencia del anuncio se desplomaron las bolsas en Europa.

lunes, 7 de mayo de 2012

Mientras la austeridad fiscal estrangula a Europa, la victoria de Hollande reincorpora el crecimiento en la agenda comunitaria

El castigo impartido a las recetas de austeridad en las elecciones de Francia y Grecia vaticina un nuevo ciclo político en Europa y asegura que la palabra CRECIMIENTO retomará su lugar en las cumbres comunitarias. La victoria del candidato socialista le puso un freno al castigo prusiano impuesto por Merkozy al “despilfarro mediterráneo”: recortes presupuestarios sin sensibilidad social, límites extenuantes al gasto y al déficit fiscal, flexibilización laboral y hasta reducción de jubilaciones y pensiones. En la lógica económica-religiosa alemana, largamente compartida por Sarkozy, los miembros comunitarios del Sur - y algún sajón descarrilado- merecían una dosis de sufrimiento igual al nivel de “derroche” e irresponsabilidad fiscal que caracterizó su accionar económico y político durante este último quinquenio. ¿Fue necesaria tanta desconfianza, desempleo, angustia y hasta suicidios para que la periferia europea entendiese que debía iniciar una política de ajustes y austeridad fiscal? ¿Era ésta una salida viable de la aguda crisis de deuda soberana que azota a Europa desde hace más de tres años? Como lo hemos repetido en varios artículos anteriores y como lo juzgó el electorado francés el domingo: NO. Sarkozy se sometió a la lógica alemana y perdió. Fue derrotado en una Francia que se debate entre por un lado el Estado más caro del continente - el Estado del bienestar por excelencia, que cuesta el 56% del PBI - y por otro lado la pérdida de su triple A, una deuda pública record que alcanza el 89% del PIB, 10% de desempleo, un déficit superior al 5% y un crecimiento menor al 1%. A su vez, esta Francia cara y amenazada seriamente por la crisis del espacio económico que comparte, es la Francia que hereda Hollande. Pero también hereda una Francia que a pesar de su histórico temor a la pérdida de identidad, a la creciente migración y a la disolución de las fronteras, es cada día más conciente de que su destino está atado a la suerte de Europa, y fundamentalmente al conjunto de países con los cuales comparte su moneda: el Euro. Por eso el domingo, a diecisiete años de la victoria socialista de Mitterrand, dijeron basta al estancamiento conservador y al creciente liderazgo de Merkel sobre el eje franco-alemán, decidiendo que la segunda economía de Europa necesitaba cambiar su posición y su mensaje, no sólo hacia su propio país, sino hacia toda Europa.

El domingo, los franceses fueron concientes de que no querían para sí el estrangulamiento al que están sometidas otras economías vecinas. No era difícil ver que la recesión se derrama sobre media Europa. Con España exhibiendo al fin de marzo dos trimestres sucesivos de crecimiento negativo, suman diez las economías de la Zona Euro que han ingresado en la faz de recesión. También al fin de la semana se anunciaron los niveles de desempleo en la UE, los cuales alcanzaron valores record desde que se inició el proceso de integración -10.2% promedio- y en algunos países como España similares a los prevalecientes en la Gran Depresión - 24.5% -.
Ahora bien, analicemos prematuramente qué significará el cruce de Hollande por las puertas del Elíseo: indudablemente un cambio de rumbo en lo político, económico, financiero, comercial y hasta cultural. Pero fundamentalmente un cambio de rumbo para Francia y Europa en la definición de una estrategia exitosa de salida de la interminable crisis financiera y fiscal. Lo desafiante ahora significa la caracterización de ese cambio.

En primer lugar, las amenazas de Hollande durante su campaña en cuanto a la revisión del Pacto de Estabilidad Financiera si no se vincula a un Pacto de CRECIMIENTO ya habían tenido eco en Bruselas. Balbuceos previos en torno a políticas de CRECIMIENTO esbozados por el Vicepresidente de la Comisión Europea, Olli Rehn, aseguran que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento no es “una  ficción demagógica” sino que establece que el continente ha hecho grandes esfuerzos para contener la crisis financiera pero ahora necesita también esfuerzos colectivos para impulsar el CRECIMIENTO, además de medidas que permitan suavizar las rigideces fiscales en los países con mayores problemas, muy poco utilizadas hasta ahora por dogmatismos ideológicos, presiones alemanas y la incomparecencia de Francia. Pero Francia ha regresado y ha regresado para fortalecer el Pacto de Estabilidad y CRECIMIENTO, que tal como lo expresa Rehn, no reniega del tratado que consagra la austeridad sino que lo complementa con dos grandes paquetes de medidas. Por un lado, un plan de inversiones para estimular el crecimiento que recoge las ideas propuestas por Hollande, y por otro, sugiere más suavidad en la aplicación de las políticas de austeridad y equilibrio fiscal: más tiempo para alcanzar la meta de déficit impuesta en el Pacto de Austeridad y un cambio en la política de ingresos y ahorros fiscales, exigiendo más impuestos a los contribuyentes de mayores ingresos, menos recortes presupuestarios y, fundamentalmente, preservando las áreas socialmente más sensibles. Un ajuste de 90 mil millones de Euros entre 2012 y 2017, con 50 mil millones de subida de impuestos y 40 mil millones de ahorro presupuestario (contra los 75 mil millones que proponía Sarkozy).

Merkel y el Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ya habían descontado de alguna forma la victoria de Hollande. Ya se habían puesto a pensar la semana pasada en el pacto por el crecimiento promovido por el nuevo Presidente francés en su campaña, dejando a Sarkozy fuera del juego. Pero lo han concebido, a su modo prusiano, como un anexo o apéndice al Tratado Fiscal, el cual los alemanes y Bruselas plantean que no se toca porque ya está en proceso de ratificación por los parlamentos de los países signatarios. También la Canciller alemana se ha mostrado favorable a reforzar la capacidad del Banco Europeo de Inversión y utilizar los fondos estructurales de la UE para apoyar las reformas conducentes al crecimiento. Son dos de las cinco medidas que Hollande enviará a Bruselas el 7 de mayo. Las otras son los eurobonos - “tremenda herejía” para Bruselas - reabrir la discusión sobre el papel del BCE, reforzar los fondos del FTSE y evaluar la aplicación de la tasa a las transacciones financieras.
En política interna se ha mostrado afín a dar más fluidez al mercado laboral y a mejorar la eficiencia del Estado

Pero finalmente, Hollande sabe bien - y los ejemplos proporcionados por España e Italia se lo han confirmado- que Francia no podrá crecer si la UE no da un giro hacia el Keynesianismo, financiar nuevas estructuras y hacer la transición hacia la energía verde. Berlín prefiere las reformas estructurales para sentar las bases de un crecimiento a muy largo plazo. Entre estas dos posiciones se centrará el debate en el eje franco-alemán en las próximas semanas. Sus conclusiones determinarán las características de la “estrategia de salida” de la crisis europea en los próximos meses.

viernes, 23 de marzo de 2012

Aldea global: algunos brotes verdes en un jardín incierto.

A medida que transcurre el primer trimestre del sexto año de la crisis financiera global, surgen algunos acontecimientos económicos y políticos que generan un tenue optimismo en analistas e inversores. Quizás una frase de Christine Lagarde, Presidente del Banco Mundial, resume este resurgimiento: “La economía global ya no se encuentra al borde del abismo y crecen las señales de estabilización tanto en la Zona Euro como en Estados Unidos”. Además dijo: “Se advierten signos de recuperación económica, sin margen para caer en nuevos errores políticos” Sin embargo, matizó el pronóstico con una advertencia: “los altos niveles de deuda soberana en los países desarrollados y el aumento de los precios del petróleo, siguen apareciendo como una amenaza al camino hacia la recuperación”. Veamos cuáles han sido estas amenazas y estos signos, analizando los acontecimientos ocurridos en estos últimos diez días en los principales “motores” de la economía global

Zona Euro: se aleja del “derrumbe” y se interna en la recesión

La conclusión exitosa del canje de la deuda griega y la aprobación del segundo tramo del préstamo de la Unión Europea y el FMI de 130 mil millones de euros, han constituido sin lugar a dudas los acontecimientos más relevantes de las últimas dos semanas. Para muchos analistas Grecia necesitará en el mediano plazo pasar por una nueva reestructuración de la deuda y requerirá de un nuevo préstamo, para transitar por las tremendas restricciones fiscales que ahogan su tercer año de profunda recesión. Pero en el corto plazo la resolución de la “tragedia” ha diseminado en el viejo continente, y fundamentalmente en la Zona Euro, un gran alivio: se evitó por ahora el Lehman Brothers europeo y se mantuvo a salvo la moneda única: el Euro sigue vivo.
Mientras estas señales positivas se suceden, Europa, inmersa en la instrumentación de los recortes presupuestarios impuestos por la severidad germánica, comienza el largo camino de la recesión y el desempleo, con la esperanza de que la austeridad fiscal recomponga la confianza y aliente la inversión y el crecimiento. Por ahora no hay evidencias de que así ocurra, más bien el desempleo, la frustración y el “eurodesencanto” prevalecen. Esta semana se anunció que Italia entró en recesión técnica, sumándose a los seis países de la Zona Euro que ya se habían declarado en esa situación.

Estados Unidos: se consolida una frágil recuperación

El “Labor Department” de EEUU anunció que la economía norteamericana creó 227 mil nuevos empleos netos en febrero, además se revisaron al alza los datos de contrataciones de enero y diciembre. Esta cifra no solo superó las expectativas sino que además corona seis meses de crecimiento consecutivo de este indicador, lo que no acontecía desde 2006. Sin embargo, la tasa de desempleo se mantuvo estable en 8.3% (un descenso de 0.8 en relación al primer semestre del 2011) porque aumentó el número de personas buscando trabajo, bien por el efecto del buen tiempo o porque crece la percepción de que hay más oportunidades de trabajo (por primera vez en dos años la fuerza laboral registró un ligero incremento hasta 63.9 %). Adicionalmente, hoy jueves 22 el “Labor Department” de EEUU anunció que las solicitudes por desempleo cayeron la semana pasada al nivel más bajo en cuatro años (348 mil).
Si bien como señalaba Ben Bernanke se necesitarán varios años para que el mercado laboral se normalice, este aparente inicio de una estabilización de la incorporación de nuevas contrataciones y del índice de desempleo, impactan en el nivel de los salarios y conjuntamente en la confianza y el gasto del consumidor que hoy representa el 70 % del PBI.
Como dato complementario, y quizás como consecuencia, ayer se anunció un incremento en la venta de viviendas, un signo que podría indicar el inicio de la estabilización de este mercado, originador de la crisis y vital para la sustentabilidad de la recuperación.
Como contrapartida a las buenas señales, el Departamento de Comercio anunció que el déficit comercial en febrero aumentó un 4.3% (52.6 mil millones de dólares) en relación al mes anterior, la mayor ampliación desde octubre del 2008. Este incremento era previsible en un contexto de desaceleración del comercio mundial como resultado de la crisis europea. Como consecuencia EEUU tiene que regresar al consumo interno como motor fundamental de su crecimiento.

China: suave aterrizaje y mayor énfasis en el consumo interno

El crecimiento del PBI en China se desaceleró en los dos primeros meses del año, lo que es consistente con la predicción del Gobierno Chino en relación a la tasa de crecimiento para el 2012: 7.5%., sustancialmente menor que la que caracterizó los últimos años de crecimiento del producto, superior al 9%. También han caído las exportaciones y la demanda interna. La primera a consecuencia de la crisis europea y la reevaluación del Yuan, y la segunda por una restricción crediticia severa orientada a desactivar la construcción y adquisición de viviendas cuyo precio había iniciado un curso peligrosamente ascendente.
Esta semana también se anunció oficialmente una desaceleración del sector manufacturero. Esta desaceleración del crecimiento Chino, junto a la crisis de deuda soberana en Europa pueden repercutir desfavorablemente en las economías emergentes, fundamentalmente en Brasil en lo que a nuestra región respecta. Los pronósticos de crecimiento para AL para el 2012, según la CEPAL, ya han descendido en relación al año pasado y se ubican en torno a un promedio regional del 4 %.

En resumen, Europa alejándose del abismo, EEUU reafirmando una débil recuperación y China desacelerándose, conforman el escenario global a fines del primer bimestre del 2012.

martes, 6 de marzo de 2012

Europa: Keynes sepultado por el ajuste fiscal y la austeridad.

A fin de año escribí un artículo en el cual aventuré algunas predicciones para el 2012 sobre la probable evolución de Europa, EEUU y China. Habiendo transcurrido dos meses desde el inicio del año es útil ahora intentar un seguimiento de dichas predicciones para ajustar, corregir o enriquecer pronósticos. La realidad no está lejos de lo que aventuramos al inicio del año en EEUU y China. Más aún, en EEUU se corrigió al alza el crecimiento del producto del cuarto trimestre del 2011: 3%, la tasa de desempleo se amesetó y existen algunos elementos referidos al mercado de la vivienda, la producción manufacturera y el índice de confianza del consumidor que confirman que una tenue recuperación se consolida. Considero que a medida que avance la posibilidad de reelección de Obama la recuperación se acelerará en el segundo semestre, si la crisis europea y el conflicto bélico con Irán se mantienen contenidos. China acaba de oficializar que su tasa de crecimiento del producto para el 2012 será de 7.5%, los mismos dos puntos porcentuales que predecíamos al inicio del año. El día posterior a este anuncio (martes 6) se derrumbaron los mercados de todo el mundo, lo que nos confirma el rol de “motor” que juega China para la economía global en crisis.

En Europa la evaluación adquiere una naturaleza diferente. En estos 60 días la misma ha sido el centro de la atención mundial y los cambios se han sucedido vertiginosamente. Lo que allí acontezca es determinante para el desempeño de la economía global, al menos en el presente año. El temor a un colapso del Euro y la desintegración de la UE, ha dominado el comportamiento de inversores, analistas y líderes políticos. Si ocurriese, el nivel de contagio tendría la fuerza de un gran tsunami cuya ola llegaría a todas las costas del planeta. Al inicio del año, este escenario tenía una gran probabilidad de ocurrencia: la crisis de deuda de la mayoría de los países de la CEE se reflejaba en una creciente prima de riesgo para algunos países y las colocaciones de bonos soberanos emitidos por Italia y España bordeaban el peligroso umbral del 7% anual. El pánico dominaba el mercado de capitales y se extendía a acciones y monedas. Como resultado, el “horror” comenzó a ejercer sus efectos sobre los lideres políticos europeos, fundamentalmente sobre la dirigencia alemana y francesa, países a los cuales pertenecen la mayoría de los bancos inundados de bonos soberanos italianos, españoles, portugueses, griegos e irlandeses, entre otros.

Como consecuencia, a partir de la segunda quincena de enero se desataron una serie de acontecimientos que han delineado un escenario en el cual, si bien han disminuido los riesgos de colapso, se ha consolidado la hipótesis de una severa recesión durante el 2012 para la UE y la Zona Euro. Este cambio de escenario ha sido el resultado de un torbellino de reuniones de autoridades comunitarias y cumbres presidenciales, todas ellas con el propósito de reformular la arquitectura institucional de la UE, dotar a la UE y a la Zona Euro de mayor gobernanza, redefinir el rol del BCE y generar nuevos tratados para mantener unificada la Zona Euro y el destino de su moneda única.

Toda esta intensísima actividad ha tenido como eje una postura ideológica dominante: “la teoría Merkozy del equilibrio fiscal como precondición para el crecimiento”; además de una obsesión estructural: la crisis hizo evidente que los países que comparten el Euro no solo deben resignar su política monetaria, sino que también deben resignar su política fiscal.

Como corolario, en la cumbre del jueves 1º de marzo, la teoría Merkozy logró su formalización en un tratado que consagra la austeridad fiscal e impone a los países signatarios la obligación constitucional de mantener el equilibrio fiscal. Un total de 25 países, de los 27 de la UE, firmaron el tratado que entrará en vigencia en la Zona Euro con la ratificación del mismo por un mínimo de 12 países. Recurriendo a la más pura teoría neoliberal, Merkel justificó el tratado declarando “Lo primero que hay que hacer es firmar el tratado para erradicar el desequilibrio fiscal, lo segundo es cómo generar crecimiento”. Exactamente lo contrario a lo que opinaría Keynes, e incluso estructuralistas post keynesianos como Paul Krugman, lo que transforma la crisis europea en un terreno de disputa de la teoría económica: keynesianismo versus clasicismo neoliberal. O Europa entra en un círculo vicioso de más ajuste, más contracción, más déficit, o en un círculo virtuoso como asume Merkozy: menor déficit fiscal, mayor confianza de inversores y consumidores y, por ende, mayor crecimiento. Merkel fundamenta su posición en aquellos analistas que plantean que Europa no transita una crisis de deuda, sino una crisis de confianza y, por ende, lo que hay que restablecer es la confianza de los inversores y los consumidores con fiscos sólidos y presupuestos equilibrados. Obviamente, nada de esto, ni siquiera para Merkel, ocurrirá durante 2012. La confianza, si ésta fuese la tesis adecuada, es algo que se recuperará en muchos años. Los latinoamericanos conocemos de la longitud de estos ciclos. En consecuencia, la contracción de la actividad y el producto del presente año ya está asumida, incluso en Alemania, y especialmente en los países que han aplicado mayores recortes presupuestarios: Grecia, Portugal, España e Italia. Ya el último trimestre del 2011 arrojó un crecimiento negativo de 0.3% y se espera que este guarismo se repita a niveles similares en 2012, en la versión más optimista. Tengamos en cuenta que hoy cinco economías (Grecia, Portugal, Italia, Holanda y Bélgica) han ingresado en recesión técnica (dos trimestres con crecimiento negativo).

En esta cumbre del 1º de marzo hubo un segundo hecho trascendente en el persistente salvataje del Euro. Lo constituyó la decisión de adelantar la mitad del préstamo de 130 mil millones de euros a Grecia para respaldar el canje de bonos y recapitalizar los bancos, nada para aliviar la crisis presupuestaria de la sufrida Grecia. El canje se cierra esta semana y ayer lunes el Ministro Venizelos declaró que es optimista y que la participación superará el 90%. Pero la UE sigue siendo precavida y postergó hasta el 9 de marzo el desembolso de la otra mitad.
De todas maneras, esta liberación parcial de fondos a Grecia, así como el lanzamiento del mayor canje de la historia –una quita de 53.5% de los bonos en manos de tenedores privados para borrar 107 mil millones de su deuda de 350 mil millones- generó un efecto muy positivo (si el canje tiene éxito) para la gestión de la crisis europea. Grecia dejó de ser el centro de la agenda política y económica, lo que elevó la confianza de los inversores, mortificados hace más de dos años por la incertidumbre que generaba la tragedia helénica.

Desplazada Grecia del centro de la agenda (por ahora) y armonizando la política monetaria con la fiscal en la Zona Euro, resurge con mayor nitidez la dimensión de la crisis financiera y su impacto sobre la disponibilidad de crédito para empresas y familias, y por ende sobre el consumo y, en definitiva, sobre el cada vez más lejano “sueño del crecimiento”. Y es aquí donde el centro de la discusión se traslada al rol del BCE. ¿Debe el BCE intervenir en la compra directa de bonos soberanos?; ¿debe ser más agresivo en el mercado secundario?; ¿debe ser más incisivo en su rol de “cortafuegos” proveyendo más liquidez al sistema bancario?; ¿es urgente instrumentar los Eurobonos? La urgencia ya ha precipitado al BCE a una inyección de liquidez en el sistema bancario de un billón de euros. La realidad ha dado su primera respuesta: los bancos se han capitalizado pero no han trasladado nada de esa primera lluvia de liquidez al crédito a empresas o familias. Doble preocupación: los bancos no reactivan su negocio central y por ende incrementan su fragilidad financiera, y la desconfianza junto con el nivel de riesgo que genera la incertidumbre sobre la evolución de la economía de la UE, impiden el “descongelamiento” crediticio para lubricar y echar a andar el motor del crecimiento. Recortes presupuestarios, caída de la actividad, desempleo creciente (10.7% en la Zona Euro, con un máximo de 23.3% en España) y falta de crédito, conforman un escenario desesperanzador. Ante esto Merkel insiste “el tratado de consolidación fiscal es un paso importante hacia una unión estable, hace posible una unión política”. Nuevamente el tema crecimiento sigue ausente de su agenda, quizás porque como insinúa Christine Lagarde: “algunos países tienen que avanzar a toda velocidad para impulsar el crecimiento”, “los que tienen margen de maniobra fiscal deben buscar cómo impulsar el crecimiento de aquellos países restringidos en su expansión por el desequilibrio”, aunque no mencionó ningún país en particular, fue fácil suponer que se refería a Alemania, el motor del crecimiento europeo. Cameron, más lacónico, introdujo la nueva dimensión “Europa no sólo enfrenta una crisis de deuda; es también una crisis de crecimiento”.

El otro acontecimiento que durante estos primeros 60 días del año aleja a Alemania de su ortodoxia e inflexibilidad inicial, fundamentalmente por la presión ejercida sobre Merkel por el G-20 y el FMI, fue la aceptación adoptada a fines de febrero por la UE de unificar el Fondo de Estabilidad Financiera con el nuevo mecanismo de Estabilidad Financiera (MEDE), o Fondo de Rescate, elevando su capacidad a 750 mil millones de euros, con el propósito de respaldar países en los cuales se agudiza la crisis económica y el desempleo.

En resumen, los primeros dos meses del 2012 han girado febrilmente en torno a una Europa que ha optado por una línea económica que privilegia el ajuste para lograr el equilibrio fiscal. Se ha evitado el colapso del Euro, lo que sería muy negativo para la economía global, pero dramático para el sistema financiero europeo y para Alemania en particular, cuyas exportaciones, motor de su economía, concurren en un 50% al propio mercado europeo.
Se ha evitado caer en el precipicio, pero es indudable que la salida adoptada e impuesta por Merkozy a los demás países de la Unión tiene un serio problema de sustentabilidad. Sustentabilidad política y sustentabilidad económica. Difícil es imaginar que las sociedades sometidas a tremendos sacrificios en sus niveles de vida y altas tasas de desempleo no reaccionen, o se expresen electoralmente en alternativas políticas distintas a las que hoy han acordado la austeridad y la recesión. La elección presidencial en Francia en el mes de mayo es el primer desafío. ¿Qué sucederá si el candidato socialista, François Hollande -quien ya ha expresado abiertamente su negativa al texto del tratado aprobado en la cumbre del jueves pasado- es Presidente?
La sustentablidad económica es también cuestionable. La pregunta que se hacen hoy varios economistas es altamente relevante: el ajuste conduce a una caída de la actividad, lo que a su vez conduce a mayor déficit fiscal y, por los tratados de equilibrio fiscal, a ulteriores recortes presupuestarios y así sucesivamente a nuevas caídas de la actividad y del empleo. No hay en la visión de Merkozy un planteo de crecimiento, no está identificado el motor, el modelo parece ser un “tapiz tejido sin diseño”, una salida del “horror” sin hoja de ruta, sin estrategia.

El contagio en la economía global ya comienza a mostrar sus primeras señales. Como dijimos, China acaba de anunciar que su crecimiento en el 2012 será de 7.5%. Y, más allá de algunos desequilibrios internos, ha relacionado la caída en la tasa de crecimiento de su producto con la caída de sus exportaciones a Europa. Este fenómeno puede ir avanzando gradualmente en el correr del año. Lo trascendente para la economía global es que la recesión europea no debilite la frágil recuperación en EEUU, cuyo vaso comunicante sería el sector financiero más que el comercio. Las muestras del poder de fuego del BCE generan una esperanza en este sentido. Los países de America Latina sufrirán el doble efecto de la disminución de sus exportaciones a Europa con una posible caída del precio de algunos alimentos (fundamentalmente la soja) por la caída de la actividad en China.

¿Cual es nuestra reflexión?: No puede una economía estar dominada por el ajuste, no es este un fin en si mismo. Ya lo vivimos en ALC y quizás por ello aprendimos y somos en palabras de Izaguirre (Banco Mundial) un ejemplo de política macroeconómica y social. Europa debe regresar a pensar en el largo plazo, desarrollar una VISION a una década, y esa visión es la que debe unir a los países de la UE. El desequilibrio fiscal es un instrumento y es razonable su aplicación en casos extremos, pero lo dominante debe ser la política y la visión de largo plazo, Quizás en esa visión Keynes resucite de su sepulcro y tenga un rol que jugar.