viernes, 30 de diciembre de 2011

Aventuremos algunas predicciones para el 2012

El nuevo año se inicia con grandes interrogantes cuyas respuestas condicionarán sustancialmente el destino de países, familias y empresas a lo largo y ancho de todo el mundo. El nivel de globalización y el exponencial desarrollo de las comunicaciones y la conectividad aceleran vertiginosamente el nivel con que los acontecimientos financieros, económicos, sociales y políticos se diseminan y repercuten a nivel global. Hoy, el nivel de "contagio" real es muy alto y se acelera cuando después de un quinquenio de crisis, la psicología expresada en el pánico de los mercados y de las personas, se apodera de la realidad. Por lo tanto, hoy más que nunca la humanidad entera comparte un mismo escenario en el cual todos somos actores cuyos roles pueden alterarse muy rápidamente. Todas las interrogantes nos pertenecen y por lo tanto todas las respuestas que la realidad expandida irá proporcionando en el correr del nuevo año, nos corresponden.

Son innumerables las preguntas que nos depara el 2012. Quisiera mencionar algunas, las que considero más relevantes e inquietantes. También las que por su potencial de irradiación pueden tener el mayor nivel de impacto sobre la economía global y sobre nuestros países del sur de América Latina. Haciendo honor al cambio de ánimo que genera un fin de año intentaré aventurarme a reflexionar sobre las posibles respuestas.

1. La primera interrogante es ¿qué sucederá con Europa y particularmente con el Euro?

Europa entró en recesión y varios países de la CEE - ya lo anunció España oficialmente y se debate en Alemania entre expertos y Gobierno – tendrán un cuarto trimestre negativo o cercano a cero e ingresarán en recesión técnica en el primer trimestre del año entrante, pero en ningún caso superarán el 0.5% de crecimiento. El caso italiano pude ser aún más grave ya que la gestión del ajuste está en manos de un Gobierno tecnócrata, sin legitimidad popular, que enfrentará una organización sindical y popular fuerte. Ya se evidenció en la colocación de 7016 millones de euros en bonos soberanos a 3, 7 y 10 años. Los bonos a 10 años presentaron una tasa de corte de 6.98 % y los bonos a 3 años de 5.63%, lo que supone 0.58 puntos menos y 2,27 menos que hace un mes, respectivamente. Esta suavización de los tipos de interés que cobran los inversores a Italia para refinanciar su deuda soberana, refleja una expectativa alentadora en el corto plazo y respalda el paquete de recortes de 30000 millones de euros cuya instrumentación el Gobierno de Monti iniciará el próximo mes. Mayor endeudamiento, pero fundamentalmente mayor desconfianza en el mediano y largo plazo explican la brecha entre los intereses ofrecidos para los bonos de 3 y 10 años. Europa se debatirá todo el 2012 entre el ajuste y la recesión. Italia, por la dimensión de su deuda, la dificultad de gestión política y la propia dimensión de su economía constituirá durante todo el 2012 un acuciante termómetro de la eficacia de la receta “Merkozy”: unión fiscal con exigentes metas y controles. Los mejores presagios son que en el segundo semestre, si la gestión política de los recortes presupuestarios lo admite, comiencen a verse algunos brotes verdes en el áspero jardín de la crisis de deuda soberana que jaqueará a Europa por varios años. Para el 2012 el FMI acaba de predecir un crecimiento de 1% del PBI. Si esto se verificase habría que adelantar el festejo y tomarse ya una copa de champagne.
El segundo gran problema que aqueja a Europa es la crisis de su sistema financiero que repercute directamente en las posibilidades de aliviar la contracción a nivel de países, empresas y consumidores. Hace un par de días aconteció un hecho muy relevante: el BCE traspasó a más de 300 bancos 500 mil millones de euros a una tasa del 1%. Dos terceras partes de esos recursos regresaron al BCE como depósitos a una tasa de 0.75%. Los bancos no se prestaron entre ellos, no compraron bonos soberanos y no acrecentaron su cartera de créditos a empresas e individuos. Optaron por pagar 0.25% para mantener sus recursos en reserva, y cubrir en parte las exigencias de capitalización a las que han sido sometidos. Dos conclusiones de este episodio financiero: primero que el BCE, por ende “Merkozy”, están dispuestos a usar nuevos instrumentos "cortafuegos" para enfrentar la crisis financiera. Segundo, la crisis es más de confianza que de liquidez, y ésta es una revelación compleja de digerir y de gestionar. Cuando la confianza se ha diluido cuesta mucho tiempo regenerarla, y su reconstrucción depende de muchos factores, no sólo financieros y económicos. Regenerar la confianza del sistema financiero y de los inversores será la tarea que la CEE deberá enfrentar con mas ahínco en el año que entra para superar la recesión con que iniciará su advenimiento. En conclusión, no adhiero a la hipótesis catastrófica de un colapso del sistema financiero europeo, si a una dura restricción crediticia que dificultará la gestión de la crisis económica y de deuda soberana.
No creo que el Euro desaparezca aunque ayer (jueves 29/12) tocó su nivel más bajo frente al dólar en tres años. Alemania ha reservado muchos recursos para sostenerlo, y ha consolidado su liderazgo sobre un espacio económico en el cual comercializa el 50% de sus exportaciones. En mi opinión hay razones objetivas para que el BCE incremente su rol de prestamista en última instancia, a través de la compra de bonos soberanos, así como la comunidad internacional y algunos países como China, con altas proporciones de sus reservas en Euros, aún tienen aliento para engrosar el Fondo de Reserva que entrará en pleno vigor a mediados del nuevo año.
Si existe un riesgo de que mi opinión no sea acertada en relación a la supervivencia del Euro, creo que se vincula fundamentalmente a la gestión política del ajuste en Italia. Si hubiese un desafortunado desprendimiento de Italia del Euro, tampoco creo que arrastre a su desaparición sino a la configuración de una Zona Euro a dos velocidades.
Para nuestros países, la contracción nos afecta en términos de una reducción de comercio, fundamentalmente por el impacto sobre dos motores fundamentales: Brasil y China. De no verificarse mi hipótesis y ocurrir un desastre, el nivel de contagio de la crisis financiera depende del nivel de presencia y de market share de los bancos afectados en nuestros países. Chile enfrentaría un problema grave, no así Argentina y Uruguay.

2. La segunda pregunta es ¿qué sucederá con la economía de EE.UU.?

Considero que la economía norteamericana ha iniciado un proceso de reactivación que hace predecir que el 2012 pueda arrojar una tasa de crecimiento de entre 2 y 3%, tal como lo avizora el FMI. Creo que los dos fundamentos en que se basa este sobrio optimismo, es que hay varias señales que indican que la confianza del consumidor ha iniciado un proceso de reconstrucción. Si este despertar se sostiene, aunado al compromiso de la FED de continuar con la tasa prácticamente en cero, puede inducir un círculo virtuoso en las empresas, inicialmente en el sector servicios, que profundice la recuperación del empleo más allá del descenso del 9.1 al 8.6% que ya se verificó en el correr de este año. Además, ayer se informó que en noviembre se verificó la menor cantidad de solicitudes de subsidios por desempleo en los últimos tres años. Considero también que hay un interesante proceso de incremento de las exportaciones, a medida que transcurra el año veremos un renacer del "made in USA". Por último, considero que las inyecciones de liquidez aún no se reflejarán en un nivel de inflación relevante, no creo que supere el 2%.
En este contexto no que hay que olvidar que EE.UU. ingresa este año en un proceso electoral. Si bien hay una tendencia mundial en el mundo desarrollado a responder políticamente a la crisis con mayores dosis de conservadurismo, la popularidad de Obama ha crecido en esta semana a 47% (64% entre los hispanos) según algunas encuestas, y enfrenta una competencia republicana que aún no consolida un liderazgo desafiante. En mi opinión, la recuperación norteamericana se vería protegida en su sustentabilidad con un triunfo de Obama.

3. ¿Qué sucederá con China?

Esta es la predicción más compleja para un analista acostumbrado a razonar en términos del comportamiento de economías capitalistas en diversos estados de desarrollo. China es una economía de mercado pero orientada por un rígido proceso de planificación centralizada, que a su vez controla gran parte del proceso de producción a través de las empresas estatales, predominantes en el área servicios, incluyendo los bancos y en consecuencia la fluidez del proceso crediticio. En este contexto, mi opinión es que los crecientes conflictos salariales, el resultante incremento salarial, la sobreexpansión del crédito hipotecario, la gradual reevaluación del Yuan y la contracción europea resentirán la tasa de crecimiento de China en aproximadamente 2% del producto y condicionarán una inflación de entre 3 y 4 %. No creo que en el 2012 se genere una reducción del precio de los alimentos -fundamentalmente la soja- significativa mas allá de la baja registrada que ya alcanzó el 18% en el año que finaliza (aunque ayer, tuvo una caída de 4 dólares para entrega en marzo).

4. ¿Qué sucederá con Irán?

El riesgo de un enfrentamiento bélico recorrerá 2012. Ya existe una amenaza concreta de cortar el suministro de petróleo. Las consecuencias sobre el precio del mismo y sobre el ritmo de la recuperación en EE.UU. y la profundidad de la contracción europea son evidentes. No olvidemos que en año electoral en Norteamérica y Francia, la guerra continúa siendo una política Keynesiana altamente eficaz. Si se verificase un episodio bélico de proporciones en torno al conflicto entre Irán e Israel y sus respectivos aliados, el conjunto de las predicciones anteriormente señaladas pueden alterarse sustancialmente.

5. En resumen

Inauguramos un año gris, con EE.UU. en frágil recuperación, Europa en contracción y China, Brasil, Rusia e India con sensibles retracciones en sus destacables tasas de expansión que han mantenido durante el último quinquenio. En este escenario, brindemos por que nuestros países del sur de América Latina puedan alcanzar en promedio una tasa de crecimiento del 3.5 al 4% del producto, la cual sería una tasa que, de sustentarse por los próximos años, nos mantendría en una pauta aceptable de expansión y consistente con los niveles de inflación que hemos alcanzado al fin del 2011, más allá de que se siguen ajustando a la baja las predicciones para Brasil que ya se ubican en el entorno de 2.5 - 2.9%.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Europa se debate entre el ajuste y la recesión.

La solución emergente la semana pasada en la Cumbre de Bruselas no constituye solamente un trabajoso acuerdo entre los 17 países de la Eurozona más 9 países de la CEE, con excepción de Inglaterra, para enfrentar la crisis de deuda soberana y restablecer la confianza en su moneda única. Significó, fundamentalmente, el triunfo de un enfrentamiento global en torno a una estrategia, casi ideológica de como gestionar la crisis y por ende enfrentar la contracción y el desempleo. Triunfó la tesis alemana - francesa (la estrategia “Merkozy”) que postula que la pérdida de confianza de los mercados en el euro, así como el devastador impacto socioeconómico del nivel de endeudamiento de la Europa mediterránea, se enfrentan restituyendo la disciplina fiscal y limitando la capacidad de respaldo e intervención directa del BCE en el mercado de bonos soberanos y en la capitalización del sistema financiero. A la crisis se le respondió, al menos en el Acuerdo de Bruselas, con más integración: la cesión de autonomía se acrecentó: a la unión monetaria se adicionó la unión fiscal. Si no hubiese sido por el intento de chantaje y posterior divorcio británico, la solución “Merkozy” se hubiese impuesto en plenitud, o sea, hubiese involucrado a los 27 países que conforman la CEE. Crucemos los dedos para que este acuerdo de una Europa dividida y su moneda única sigan en pie, de lo contrario enfrentaremos una catástrofe de consecuencias imprevisibles a nivel global. La ola expansiva de contagio será como un tsunami que llegará a las playas más lejanas del mundo.

Para comprender en profundidad la controversia ideológica que esta postura significa, la reacción de Obama fue de crítica y de decepción. Para el Gobierno de EE.UU. la crisis no se enfrenta con ajuste y contracción, se enfrenta, y así lo hizo el Tesoro y la FED, con una "bazooka" de inyección monetaria, proveyendo toda la liquidez que sea necesaria para compensar la contracción de demanda agregada generada por el congelamiento del crédito, el pánico del consumidor y el desempleo. Obama teme que la recesión en Europa y la crisis de su sistema financiero generen un contagio de impacto global que opaque los signos de recuperación que muestra la economía de EE.UU., justamente en un año en que juega su reelección. “Merkozy” responde que la estrategia norteamericana compromete el bienestar de futuras generaciones debido al nivel de endeudamiento y déficit que genera una política monetaria expansiva, además del riesgo inflacionario asociado, en la medida en que la recuperación económica se consolide. Además, el salvataje de gobiernos y bancos vía continuos planes de rescate – Planes de Salvataje bancario y EQ’s – debilitan la capacidad de los beneficiarios de realizar esfuerzos propios para obtener fondeos genuinos. Clara controversia entre la disciplina y rigidez germana y la respuesta rápida, pragmática y cortoplacista de EEUU. No es la primera vez en el marco de la Cumbre de Bruselas y la posterior reacción de EE.UU., que la visión germana se enfrenta con la anglosajona. Los próximos meses, y quizás los próximos años, serán decisivos para dirimir quién tiene la razón en esta evidente diferencia de enfoque en la gestión de la crisis.

Ahora bien, ¿qué significó esta cumbre para la crisis del euro y cómo queda posicionada Europa hacia el futuro en la economía global?. El punto de partida son las estimaciones de crecimiento dadas a conocer por la OCDE la semana pasada, la cual redujo sus propios pronósticos para el crecimiento de Europa en el 2012, de una tasa del 2.8 % del PBI a una menor a 1%, señalando una recesión técnica para Europa en su conjunto en el último trimestre del 2011 y el primer trimestre del 2012. La recuperación, según la OCDE, se iniciaría en el segundo semestre del 2012 y se mantendría a partir del 2013.

Esta Cumbre deja grandes interrogantes. Reflexionemos sobre algunas de las más relevantes en relación a su impacto sobre Europa, el euro y la economía mundial.
En primer lugar, la “Regla de Oro” que caracteriza al Acuerdo de Bruselas establece que los 23 países que adhirieron al proyecto “Merkozy”- Inglaterra se desmarcó y otros tres someterán el acuerdo a la aprobación de sus parlamentos - no podrán tener un déficit primario o estructural (antes del pago de los servicios de la deuda) de más del 0.5% ni un déficit fiscal de más de 3%. Sus presupuestos anuales deberán ser sometidos a la aprobación de la Comisión y el Consejo de La Unión, y si su déficit fiscal supera los límites establecidos en el acuerdo serán sometidos a sanciones previamente establecidas por la CEE. Surge una gran interrogante: ¿es macroeconómicamente sensato aplicar políticas de ajuste fiscal severas sobre escenarios económicos, sociales y políticos caracterizados por una fuerte contracción y un extendido desempleo como es el caso de Italia y España, dejando de lado la tragedia helénica detonante de la crisis de confianza sobre el euro? ¿Es sensato pensar que puede lograrse una reducción simultánea y sustancial del gasto y la deuda pública en un escenario dominado por la desconfianza y la retracción? En suma, ¿existe gobernabilidad posible para instrumentar las brutales políticas de ajuste que condicionan el cumplimiento de la “Regla de Oro”, aprobada en la Cumbre de Bruselas? La crisis europea ya se llevó puestos los Gobiernos de Papandreu, Berlusconi y Zapatero; ¿resistirán políticamente los Gobiernos tecnócratas, impuestos como “interventores” del BCE, a su vez dominado por el eje Alemania-Francia? Parece difícil controlar los millones de damnificados por la fiesta fiscal. Se multiplican por toda Europa el descontento y la protesta social. ¿Durante cuántos meses o años resistirán los gobiernos tecnócratas esta creciente “indignación” popular?

En segundo lugar, el proceso de ratificación de un Tratado, limitado a los países que finalmente adhieran a él, y que de antemano sabemos que cuenta con el veto de Inglaterra, es un camino arduo, complejo y que puede requerir de mucho tiempo y desgaste institucional y político. Como la Unión Europea no es un Estado, no es sencillo lograr que la Comisión, el Consejo, el Parlamento Europeo, El Tribunal de Justicia y los Parlamentos Nacionales se pongan de acuerdo. En esta intrincada trama institucional comienza una casuística desbordante contra la que es sumamente fácil estrellarse. En ella también reside la gran dificultad de la CEE para gestionar una crisis de las dimensiones de la crisis actual, agravada por la falta de liderazgo político a nivel continental y de los propios países que conforman La Unión. ¿Cuántos meses tomó reaccionar para evitar el default griego?

En tercer lugar, ¿qué puede suceder con Europa si el acuerdo falla y la contracción se transforma en recesión definitiva o quiebre del euro por el abandono desordenado de la moneda única? Esta situación es altamente no deseable pero no es improbable. La construcción de la CEE, tal como está planteada, tiene grandes falencias estructurales: muy diferentes productividades de las economías que la integran y una única moneda, lo cual elimina la devaluación como política de recuperación de competitividad y por ende de la cuenta de capitales. Los países con alto endeudamiento, ante la falla o la imposibilidad política de instrumentar el ajuste, pueden verse tentados a abandonar el euro y regresar a su moneda original, devaluar e incrementar su comercio exterior. Crucemos los dedos porque la CEE y el euro continúen en pie. De lo contrario enfrentaremos una profundización impredecible de la crisis económica y financiera mundial que ya ha cumplido su quinto aniversario. Por ahora el corta fuegos lo constituyen la comunidad internacional en el compromiso – por ahora débilmente expresado – del FMI y China que han anunciado fondos adicionales por 500 mil millones de euros para engrosar el Fondo de Salvataje cuya vigencia completa se adelantó para mediados del 2012.

Como escribió Borges “nos une el horror” y esa unión es poderosa. Cae Europa y todos perdemos. Quizás “Merkozy” lo conoce y en esa intuición se respalda su audaz rigidez ante bancos y gobiernos.

lunes, 31 de octubre de 2011

La Cumbre de Bruselas: una solución con muchas interrogantes

Hace varios meses que Europa se desplaza al borde del abismo, y en su desplazamiento propaga el temor al contagio y a una nueva recesión a nivel global. Como resultado de una gestión tardía, lenta e ineficaz de la crisis financiera global que se inició hace ya un lustro atrás, Europa se encuentra hoy inmersa en una profunda crisis de deuda soberana, que mostró sus primeros dientes en Grecia, que se expandió rápidamente a Irlanda, Portugal y España, y que hoy adquiere dimensiones insostenibles al haber encendido las alarmas en Italia, la tercer economía europea. Como un incendio de verano, la crisis se propagó desde un país que sólo significa el 2% del PBI europeo, hasta abarcar un conjunto de países cuyas economías superan un tercio del producto de la Zona Euro; sin contar a Francia sobre cuyos bonos soberanos surgieron esta semana ataques y amenazas de recalificación. Como consecuencia, el pánico ganó los recintos bursátiles del mundo, registrando una volatilidad que no se recordaba desde el 2008. En palabras de Angela Merkel, ante el Bundestag: “La situación que enfrenta Europa es la más grave desde la Segunda Guerra Mundial”. “El mundo nos está mirando”, “Si cae el euro también caerá Alemania”. En su urgencia por obtener el pleno respaldo de los diputados alemanes a su posición en la Cumbre de Bruselas, Merkel se sinceró: la crisis europea tiene una amplitud y una profundidad que trasciende largamente la “tragedia helénica”. Sin embargo, durante meses el drama europeo se restringió al riesgo de default de la deuda griega: “El fracaso de Europa en ajustar su despilfarro se ha trasladado al deshumanizado ajuste exigido a Grecia” expresaba Daniel Cohn - Bendit en un encendido discurso ante el Parlamento Europeo. La “mascarada” terminó cuando las calificadoras castigaron severamente la deuda española e italiana (120% del PBI), y amenazan la francesa. No sólo los jubilados griegos son los responsables de los sacrificios de los contribuyentes alemanes, ahora también la resistencia de los pensionistas italianos hace tambalear al “inocente” Berlusconi. Ahora si, sin tapujos, se reconoce que la crisis trasciende Grecia: hoy está en juego la supervivencia del euro y de todo el sistema financiero europeo, no sólo de los bancos tenedores de deuda griega. Ante este avance descontrolado de la crisis, la compleja burocracia europea despertó de un incomprensible letargo e inició un proceso de lenta e intrincada construcción de una solución que Trichet ha dado en llamar “global y duradera”. Reunidos en la Cumbre de Bruselas, el miércoles pasado, los presidentes de los 17 países que conforman la Zona Euro, en consulta con los 27 que conforman la CEE, delinearon un plan de abordaje múltiple y simultaneo, que consta de tres pilares fundamentales: la recapitalización de la banca, la reestructura de la deuda griega y la ampliación del fondo de rescate (EFSF):

- Recapitalización de la banca. El capital de máxima calidad requerido será del 9%, el cual deberá alcanzarse el 30 de junio del 2012, lo que equivale a 106.000 millones de euros. La idea es que sean los propios bancos los que consigan el capital necesario para llegar a los mínimos que marca la autoridad bancaria europea (EBA). Antes del final del año, las entidades deben comunicar a sus supervisores nacionales la forma en la que piensan captar los fondos que les falta para alcanzar el mínimo impuesto. Si algún banco no pudiera financiarse de forma autónoma, debe ser el supervisor nacional quien le ofrezca los recursos y en última instancia, el fondo de rescate europeo. Los bancos que necesiten más capital de aquel que puedan conseguir por sus propios medios, no podrán repartir dividendos ni bonos a sus ejecutivos hasta alcanzar el colchón del 9%.

- La reestructura de la deuda griega. Los jefes de Estado acordaron que se condonará un 50% de la deuda griega. La nueva quita, que será voluntaria, supera el 21% pactado el pasado 21 de julio en la anterior reunión europea. Este acuerdo se produjo en el último momento. El Director Ejecutivo del Instituto de Finanzas Internacionales, que aglutina a los principales bancos acreedores, solo cedió cuando la Eurozona accedió a movilizar 30.000 millones para garantizar el resto del pago de la deuda griega. Lo que aún sigue sin definirse son los términos en que los bancos accederán a una suspensión de pagos voluntaria.
La Canciller alemana adelantó al finalizar la cumbre que en diciembre se aprobará el segundo plan de ayuda al país. La idea es otorgar otro crédito de 100.000 millones de euros a las autoridades helenas. A cambio, el Gobierno de Atenas debe asumir una supervisión permanente de la UE. La fecha de la aplicación de este segundo rescate depende de que otras medidas lleguen a buen puerto, por lo que podría retrasarse.

- Ampliación del fondo de rescate. La Unión Europea ha decidido que la cantidad de este plan ascienda a un billón de euros. Una cifra con la que la UE tendrá que hacer frente a la recapitalización de la banca de aquellos países que no puedan afrontarla por si mismos, o la compra y/o garantía de bonos en el mercado secundario para aquellos países que sufran el acoso a su deuda nacional. Así se evita que el BCE compre deuda, una acción que no convence a Alemania. En paralelo, Bruselas trabajará para incrementar el EFSF, con recursos procedentes del FMI y de los países emergentes, fundamentalmente China.

En el corto plazo, la solución construida en Bruselas estaría evitando el default griego y el derrumbe del sistema financiero europeo. Su actual nivel de descapitalización y la toxicidad de sus balances hubiesen desembocado inexorablemente en el congelamiento crediticio y por ende en una recesión económica y una tragedia social. Lo que no está claro es cómo enfrentar de ahí en más la crisis fiscal y de endeudamiento que jaquea a varios países de la Zona Euro. Además, con excepción de Alemania, todos, en mayor o menor grado, enfrentan serios problemas de competitividad, lo que exige grandes esfuerzos en materia de niveles salariales, de empleo y austeridad en el gasto público

¿Están dispuestos los países de Europa política y socialmente a soportar los tremendos ajustes que les exige la supervivencia del esquema de integración al que pertenecen y el símbolo monetario que los engloba? ¿Resistirá el euro a una Europa tan jaqueada económica y políticamente? Por último, ¿los planes de austeridad que hoy se ensayan en Grecia, España, Portugal, Italia, etc., constituirán fuente de saneamiento económico, competitividad y crecimiento o agudizarán la contracción económica, el desempleo y finalmente profundizarán el déficit fiscal y la necesidad de endeudamiento? ¿Entrará Europa en un círculo gradualmente virtuoso, o se deslizará en un círculo vicioso de mayor austeridad, mayor déficit y mayor deuda?

Son interrogantes que el mundo se plantea con incertidumbre y angustia. Por ahora hay una sola certeza. Si la solución aprobada en la Cumbre de Bruselas estabiliza a Europa financieramente, su crecimiento va a ser muy débil y pleno de dificultades en los próximos años. La OCDE acaba de corregir las perspectivas de crecimiento del PBI europeo para 2011 de 2.3% a 0.8%, una perspectiva de claro estancamiento. Sin crecimiento es muy incierto que se alivie la crisis de deuda soberana. Así como sin liderazgo político es muy difícil que se consolide el euro como moneda común.

Visto el problema desde el ángulo de las economías de América Latina, la estabilización financiera de Europa disminuye sustancialmente el riesgo de contagio de una recesión o una abrupta caída de la demanda. No sufriremos los efectos del contagio de una crisis como la del 2009, por ahora, pero sí sufriremos los efectos de un amesetamiento y en consecuencia un comercio internacional en contracción: exportaremos menos, creceremos menos y por ende tendremos que ajustar la dimensión y la calidad del gasto a una situación fiscal más débil. Y lo debemos hacer con urgencia, porque si la solución europea disminuye el riesgo de recesión y contagio, ingresaremos de todas maneras en una faz débil del desarrollo capitalista en el centro del sistema. De la dinámica que puedan aún conservar China e India dependerá fundamentalmente el nivel de comercio y actividad de las economías de América Latina.

lunes, 17 de octubre de 2011

Incertidumbre global

El mundo ha ingresado en una inusual crisis de pánico y ansiedad a la espera, el 23 de octubre, de la anunciada solución regional a la profunda crisis de deuda soberana que sumerge a toda Europa. Esta crisis, que mostró sus primeros síntomas en Grecia, se ha extendido a varios países del continente. España e Italia han visto recalificada a la baja su deuda soberana, y como en el caso griego existe una creciente desconfianza a que las políticas de ajuste, a las que se han comprometido estos países, no sean políticamente sustentables, más aún que generen un círculo vicioso que conduzca a mayor ajuste, menor crecimiento, mayor déficit y nuevamente más deuda soberana. Trataremos de reflexionar en relación a esta situación y a los efectos que podrían derivarse de la solución que hoy se cuece a fuego lento entre la CEE, el BCE y el FMI, bajo el liderazgo político en última instancia de Merkel y Sarkozy

Esta cuidadosa construcción que el mundo y los mercados esperan con creciente ansiedad tiene cuatro pilares principales fundamentales:

1. La recapitalización de los bancos europeos, fundamentalmente alemanes y franceses, que a pesar del discutido examen de stress de julio (en el que no se incluyó la hipótesis de default) viven una aguda crisis de capital que ha generado un severo congelamiento crediticio, fundamentalmente a gobiernos y corporaciones. La idea central a este respecto es que los bancos logren antes de fines del primer semestre del 2012 un 9% de reservas de capital para poder enfrentar los riesgos soberanos, aunque se maneja distender esta exigencia a un 7-8%. Según las últimas cifras recabadas por la “Autoridad Bancaria Europea” (EBA) el déficit de capital de los bancos europeos ascendería a 248.000 millones de Euros si la marca mínima se ubica en 9%, y a 124.000 millones si la marca del regulador desciende al 7%. El déficit de capital de los bancos sería cubierto por inversores privados, fundamentalmente sus actuales accionistas, por los Gobiernos Nacionales o por la facilidad regional ampliada (EFSF). El énfasis en cada una de estas fuentes de financiamiento domina hoy el debate entre los distintos actores que participan en la elaboración del plan. Sarkozy privilegia la urgencia y ante la evidencia de la reticencia que presentarán los inversores privados, cede a que sean los Gobiernos y el EFSF quienes lideren la recapitalización. Merkel, más cuidadosa de los efectos políticos sobre los contribuyentes alemanes, insiste en que debe llegarse a un acuerdo previo con los fondos privados e insistir en que sean los países y no el EFSF quien lidere la capitalización. Tampoco se ponen de acuerdo en si conviene recapitalizar a todos los bancos o dejar caer algunos, repitiendo la estrategia seguida con Lehman Brothers por EE.UU. hace tres años. El reciente salvataje del Dexia mostraría lo contrario. Sin embargo, la recapitalización sería selectiva. Si prevaleciese el criterio del 9% serían 66 los bancos que no superarían la prueba, frente al medio centenar que no lograría alcanzar la meta del 7%. Los montos, plazos y las condiciones podrían variar entre bancos de acuerdo al resultado de las pruebas que instrumentaría la EBA, privilegiándose aquellos bancos con un impacto sistémico a nivel regional y global. Entre las entidades que necesitarían un mayor volumen de capital se encuentran el Royal Bank of Scotland, el Deutsche Bank y el francés BNP Paribas, con una necesidad de 47.000 millones entre las tres. El objetivo de las autoridades europeas es contar con los resultados de las pruebas antes del 23 de este mes.

2. Una quita de la deuda griega que oscilará entre 21% y 50%. Incluso ya se habla de extender la quita a la deuda portuguesa e irlandesa.

3. La ampliación a 440.000 millones del EFSF como fondo de rescate o garantía de países sobreendeudados y con dificultades de acceso al mercado de capitales.

4. Generación de liquidez a través de la compra de bonos de los países con serios problemas de deuda soberana por parte del BCE.
Además, se estudia elevar la capacidad de intervención del EFSF para que pueda asegurar parte de las pérdidas sobre bonos soberanos. Si prevalece esta posición el EFSF garantizaría el 20% de las mismas.

En base a estos componentes, las autoridades europeas pretenden diseñar un plan “sustentable” como solución a la crisis de deuda soberana que aqueja a Grecia gravemente y se extiende por varios países de Europa. Tengamos en cuenta que Grecia fue la patada inicial, pero la crisis dio un salto cualitativo importante cuando atacó a Italia. No es casual la sensibilidad acentuada que mostró la banca francesa y el propio Sarkozy a partir de la cuantificación y revelación de la situación de la deuda soberana en Italia. Esto se comprende mejor cuando se entiende que la deuda italiana en manos de tenedores galos supera el 20 % del PBI de Francia. Bajo presión creciente, incluso del presidente Obama solicitando a los presidentes europeos arribar a una solución sólida y duradera, la idea es llegar al 23 de octubre con el plan diseñado para poder presentarlo al G-20 la primera semana de noviembre. En palabras del ministro francés de finanzas: “Francia cree que para estabilizar la situación, lo que hace falta es un plan global y duradero que incluya el Fondo Europeo, la recapitalización de la banca, una solución a la duda griega y la reforma de la gobernanza económica de la Zona Euro”.
Nos preguntamos: ¿serán suficientes estos componentes para evitar la recesión en Europa?
En le corto plazo, se estaría evitando el derrumbe del sistema financiero, lo que no es menor. Su actual nivel de descapitalización, toxicidad de sus balances, desconfianza, congelamiento crediticio, incluso entre ellos, desembocaba inexorablemente en una tragedia financiera, económica y social. Esta urgencia parecería que desaparece por un tiempo del escenario a partir de fin de mes. Lo que no esta claro es cómo enfrentar de ahí en más la crisis fiscal y de deuda en los países de Europa. Con excepción de Alemania, todos, en mayor o menor grado, enfrentan serios problemas de competitividad. Esta doble situación de altos déficits ya adquiridos y baja competitividad, exige grandes esfuerzos en materia de niveles salariales, de empleo y austeridad en el gasto público para reducir el costo del estado sobre el sector productivo de la economía.
¿Están dispuestos los países de Europa política y socialmente a soportar estos tremendos ajustes que les exige la supervivencia del esquema de integración al que pertenecen y el símbolo monetario que los engloba?
¿Resistirá el Euro a una Europa tan jaqueada económica y políticamente? Por último, ¿los planes de austeridad que hoy se ensayan en Grecia, España, Portugal, Italia, etc., constituirán fuente de saneamiento económico, competitividad y crecimiento o agudizarán la contracción económica, el desempleo y finalmente profundizarán el déficit fiscal y la necesidad de endeudamiento? ¿Entrará Europa en un círculo gradualmente virtuoso, o se deslizará en un círculo vicioso de mayor austeridad, mayor déficit y mayor deuda?
Son interrogantes que el mundo se plantea con incertidumbre y angustia. Por ahora hay una sola certeza. Si Europa se estabiliza financieramente, su crecimiento va a ser muy débil y pleno de dificultades en los próximos años, fundamentalmente si se consolida la posición de respaldar el Euro como objetivo de largo plazo. Mantener a flote la moneda común tendrá un gran costo político en los próximos años. Es de esperar que no reaparezca el fantasma de la crisis financiera. Para eso debe prevalecer una regulación mucho más rígida por parte de la autoridad bancaria comunitaria, así lo exige la actual experiencia. Solo un ejemplo para entender la irresponsabilidad regulatoria a la que se había llegado: Dexia aprobó con holgura los tests que aplicó ABE en julio de las 91 entidades que se presentaron. Dexia emergía con solidez incuestionable, era la número 12 con un capital del 12.1% que declinaría a un confortable 10.2% a fines del 2012. Tres meses después su posición se pulverizó. A pesar de que ya fue rescatada en 2008, mantiene una cartera tóxica de 127.000 millones. El nuevo rescate costará a Bélgica 72.000 millones de dólares (cerca de un 15% de su PBI), Francia 44.000 millones y Luxemburgo 4.200. Si la seriedad del organismo regulador continúa con esta actitud no hay solución ni fondos que alcancen para evitar un nuevo desastre financiero. Queda una seria sospecha detrás de todas estas cifras. Hoy la encarnan los “indignados” del mundo en sus consignas: ¿estamos ante intereses nacionales o intereses corporativos? Si el rescate de los bancos finalmente se produce, ¿jugarán estos bancos a favor de disolver la “sequía crediticia” y respaldar la reactivación?
Pensemos con una dosis importante de optimismo, ya que la dosis de pánico ha sido muy intensa en Europa y el mundo como para actuar con la frivolidad e imprevisibilidad con la que lo han hecho sus líderes hasta el presente. Pensemos también que hay signos favorables en la economía de EE.UU., fundamentalmente en relación a la confianza del consumidor. Pensemos que la economía china no presenta síntomas graves de estancamiento, más allá de la lucha contra la inflación a la que se está enfrentando gradualmente. Si todo esto se armoniza en el último trimestre, enfrentaremos un mundo más estable, más austero y sin variaciones en el nivel de empleo y crecimiento. La economía política cambia de enfoque. Ya no se trata de administrar políticamente la crisis sino la austeridad y el estancamiento.
En este contexto la naturaleza del contagio hacia nuestras economías cambia. Si Europa adelanta el 23 una solución sólida no sufriremos los efectos del contagio de una crisis como la del 2009, pero sí sufriremos los efectos de un comercio internacional en contracción: exportaremos menos, creceremos menos y por ende tendremos que ajustar la dimensión y la calidad del gasto a una situación fiscal más débil. Y lo debemos hacer con urgencia, porque si el mundo obvia la crisis europea de deuda soberana, ingresaremos en la faz “triste” del desarrollo capitalista en el centro del sistema. De la dinámica que puedan aún conservar China e India dependerá fundamentalmente el nivel de comercio y actividad de las economías de América Latina.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Crisis financiera: ¿se encamina el mundo hacia una nueva recesión?

Como lo venimos adelantando en varios artículos publicados este año, los países desarrollados muestran signos cada vez más claros ya no solamente de un debilitamiento de sus economías, sino de una fuerte contracción en su pauta de crecimiento. En el primer trimestre del año, el FMI y los analistas más optimistas intentaron convencer al mundo de que la economía global había iniciado una senda de crecimiento y recuperación. Datos sobre confianza del consumidor, empleo, producción manufacturera en EE.UU. y finalmente sobre el crecimiento del segundo trimestre del año - 1.3% - conformaron un cuadro de pesimismo agudo y desataron los temores asociados a la comprobación de que la economía mundial ingresaba en una faz de debilitamiento, como consecuencia de una fuerte contracción en los países centrales. Este escenario se oscureció aún más con el agravamiento de la crisis financiera y política en Europa, fundamentalmente como consecuencia de la crisis fiscal en Italia. Súbitamente reapareció la impronunciable palabra “recesión” en artículos periodísticos y en la jerga de los operadores. Y como estocada final, el viernes de la semana pasada, luego del cierre de los mercados, S&P recalificó la deuda del Gobierno de EE.UU. de AAA a AA+, rompiendo de esta forma setenta años de reconocimiento mundial hacia sus bonos soberanos y poniendo un velo de desconfianza sobre el principal activo de reserva del que disponía el sistema financiero internacional .La crisis llegó hasta ese límite, algo que si lo contábamos hace tres años atrás, incluso cuando la recesión estaba en su apogeo, parecía un relato de ciencia ficción.

El lunes los mercados procesaron la noticia, los inversores entraron en pánico ante el temor de que las advertencias de una segunda recesión se hiciesen realidad y se derrumbaron todas las bolsas del mundo. A las pérdidas que se habían acumulado durante la última semana se sumaron caídas superiores al 5% en la mayoría de los indicadores bursátiles de las bolsas de EE.UU. y Europa. En América Latina, las caídas fueron aún superiores, ascendiendo al 10% en Argentina y a más del 7% en Brasil y Chile. Este es un dato a retener, ya que nos da una idea de la velocidad y la dimensión del efecto “contagio” al que pueden estar sometidas nuestras economías ante la posibilidad de una nueva recesión.
El pánico se disipó en parte el martes pero el vértigo de la caída, la generalización del derrumbe a todos los valores - con excepción del oro y los bonos soberanos de EE.UU. - los mismos cuya recalificación originó el desastre - la globalización y el contagio de la destrucción de riqueza a todas las bolsas del mundo, dejaron enseñanzas importantes si el pánico se transforma en realidad y como predijo Nouriel Roubini, la economía global ingresa en recesión en el segundo semestre del 2011. Su último artículo en el Financial Times del 7 de agosto se titula “Mission impossible: Stop another recession”

¿Dónde estamos parados, mas allá de las oscilaciones bipolares del mercado de capitales, hoy global y ultraconectado, y qué debemos esperar que suceda en los próximos meses?
Responder a la primera interrogante - la caracterización del “estado de situación” de la crisis a agosto del 2011- requiere una aclaración: felizmente no podemos dar una respuesta global. En el transcurso de la crisis, la economía mundial ha afianzado su multipolaridad. En un esfuerzo simplificador hoy encontramos al menos seis realidades económicas que muestran situaciones y comportamientos diversos: EE.UU.; Europa; Asia; las economías emergentes; los países en vías de desarrollo; y el mundo subdesarrollado. Sin lugar a dudas el peso específico de cada una de ellas sobre el producto mundial es marcadamente distinto, y en consecuencia el impacto de lo que suceda en cada una de ellas sobre la economía global será significativamente diferente. En el contexto de esta aclaración, lo que sucede en EE.UU. y Europa es determinante a nivel global, aunque cada día con un impacto relativamente menor sobre los países que integran las restantes categorías. A medida que la crisis avanza y se profundiza, las economías emergentes y los países en vías de desarrollo productores de commodities blindan sus economías del “contagio” de nuevos deterioros en los países centrales. En consecuencia, ni la caracterización, ni las predicciones futuras son directamente extrapolables de EE.UU. y Europa, a los BRIC ni a América Latina, ni a muchos países de Asia, como lo eran cuatro años atrás cuando la recesión mostraba sus primeras evidencias.

Por lo tanto, iniciemos este difícil ejercicio de síntesis sobre la caracterización de la situación HOY, por el centro del sistema. Mediante guerras, estímulos y salvatajes, EE.UU. se encuentra en una crisis fiscal y de endeudamiento sin precedentes. Su deuda soberana igualó el producto y su déficit fiscal alcanzó el 9% del mismo. Pero más grave aún, su restricción fiscal se enfrenta a un desempleo del 9.1 % y a una desaceleración pronunciada de su economía Desempleo y contracción en el plano socioeconómico, y debilitamiento del liderazgo presidencial en el plano político, conspiran para que el liderazgo mundial de EE.UU. y su perfil de “potencia global” se vean seriamente debilitados. Europa, aún sin cerrar el telón sobre la tragedia griega, enfrenta nuevos desafíos, últimamente desde España y recientemente desde Italia. La ocurrencia “PIGS” agrega una “T” al conjunto de países cuyo endeudamiento soberano, y el de su sistema financiero privado, no soportaron las irresponsabilidades fiscales y de adquisición de riesgo, que sustentaron artificialmente una inversión y un consumo disociado del nivel de productividad correspondiente a la pertenencia a una moneda única: el Euro, cuyo valor real se sustenta en la eficiencia productiva de Alemania. En síntesis, endeudamiento, severa restricción fiscal, debilitamiento del sector financiero, contracción económica y desempleo conforman el sombrío paisaje en el centro del sistema económico capitalista mundial.

Como contrapartida, las economías emergentes se han caracterizado a partir del 2009 por una expansión económica sostenida, estructurada en torno a un flujo creciente de inversión extranjera directa. Crecen el valor se sus exportaciones, el consumo interno y disminuye el desempleo y la pobreza. Sin embargo, este alentador escenario ha evidenciado problemas en otras facetas de la economía: inflación y reevaluación de sus monedas, como consecuencia del flujo de capitales que huyen de las economías avanzadas y buscan oportunidades en China, Brasil, India, Rusia y otros países ricos en recursos naturales y productores de materias primas. El resto de las economías en vías de desarrollo, o subdesarrolladas, se dividen en aquellas que disfrutan del “viento a favor” que les genera ser productoras de materias primas, o el hambre que se generaliza como resultado de la sostenida suba del precio de los alimentos, en aquellos países que deben importarlos.
Ante este panorama de crisis global, pero de realidades fragmentadas, observamos reacciones diversas. Los países centrales tratan de calmar desesperadamente sus agentes económicos: EE.UU. aumenta el techo de su endeudamiento y como en un mundo de fantasía intenta desprestigiar a S&P porque desdibujó el monto de la deuda en 2 billones. Obama, en discursos cada día menos creíbles pide calma y unidad. Sin embargo, la realidad es hoy, a partir del debate en el Congreso, más clara que nunca: el monto de la deuda es enorme, cancelarlo trasciende generaciones y los recortes fiscales debilitarán inexorablemente los programas sociales y la capacidad de defensa militar, situación que atenta contra el núcleo psicológico de la sociedad norteamericana: el miedo a lo no-norteamericano, agudizado por el terrorismo musulmán. Europa intenta calmar a los inversores y defender al agonizante Euro. El fin de semana los principales líderes de la CEE en conferencia telefónica decidieron que el BCE compre títulos soberanos italianos y españoles, en una señal de que no dejarán que su propia crisis y el impacto de lo sucedido en EE.UU. se “lleve puesto” al Euro.

¿Qué sucederá en los próximos meses?: un período de anemia económica en las economías centrales, como consecuencia de una austeridad generalizada que puede rápida y sorpresivamente transformarse en recesión. Si sucediese, el contagio al resto de los países será inevitable, como lo fue en 2008, a pesar de que tres años después la mayoría de las economías - al menos Latinoamérica y Asia - estén en una posición más sólida, fundamentalmente en cuanto a nivel de endeudamiento y situación fiscal se refiere. Para América Latina la magnitud del impacto dependerá de cual sea la proporción del precio de las commodities que se explica por factores especulativos, y no por las fuerzas de la oferta y la demanda, la cual a nuestro juicio es sólida, aunque puede sufrir un debilitamiento en la medida en que China reduzca su pauta de crecimiento que este mes decreció al 7.6% anualizada.

lunes, 8 de agosto de 2011

Crisis financiera: ¿Re-recesión, amesetamiento prolongado o derrumbe?

Difícil para un optimista recibir el bombardeo de noticias que nos llegan estas últimas semanas de los principales centros financieros mundiales. Imposible, aunque forcemos cifras y argumentos, predecir escenarios de recuperación de la crisis económico - financiera que azota al mundo hace ya cuatro - sí cuatro - años. Difícil también admitir que los pronósticos negativos que adelanté en mi último articulo de junio, en relación a la debilidad de la economía en EE.UU. y Europa, serían superados ampliamente por la realidad. No me satisface esta comprobación, acertar en evolución de la crisis se asocia a mucha más pobreza, desempleo y sufrimiento. Pero no queda otra actitud para un analista que ser honesto en la interpretación de la información y consistente en las conclusiones. Y desgraciadamente cualquier sentimiento de esperanza se ha resquebrajado en estos últimos quince días y ha recibido su golpe de gracia la noche del viernes con la baja de la calificación de la deuda norteamericana efectuada por S&P de AAA a AA+, rompiendo de esta forma setenta años de reconocimiento mundial hacia sus bonos soberanos y poniendo un velo de desconfianza sobre el principal activo de reserva de que disponía el sistema financiero internacional. La crisis llegó hasta ese límite, algo que si lo contábamos hace tres años atrás, incluso cuando la recesión estaba en su apogeo, parecía un relato de ciencia ficción. Pero sucedió, después incluso que el Congreso de EEUU y el Poder Ejecutivo, luego de desgastantes negociaciones, aprobaron y promulgaron respectivamente la Ley que autoriza al Gobierno de Obama a superar el actual techo del endeudamiento (14.4 billones) en 2.1 billones durante un período que va más halla de la fecha prevista para las próximas elecciones presidenciales, en las cuales Obama pretende presentar su candidatura a la reelección.

Ayer, domingo 7 de agosto del 2011 (ahora el análisis tiene valor diario), sin que las bolsas reflejen los ataques de pánico y la conducta bipolar de inversores y operadores, que contamina y distorsiona la reflexión y el análisis, me pregunto dónde estamos realmente parados, y qué debemos esperar que suceda en los próximos meses.
Responder a la primera interrogante - la caracterización del “estado de situación” de la crisis a agosto del 2011- requiere una aclaración: felizmente no podemos dar una respuesta global. En el transcurso de la crisis, la economía mundial ha afianzado su multipolaridad. En un esfuerzo simplificador hoy encontramos al menos seis realidades económicas que muestran situaciones y comportamientos diversos: EE.UU.; Europa; Asia; las economías emergentes; los países en vías de desarrollo; y el mundo subdesarrollado. Sin lugar a dudas el peso específico de cada una de ellas sobre el producto mundial es marcadamente distinto, y en consecuencia el impacto de lo que suceda en cada una de ellas sobre la economía global será significativamente diferente. En el contexto de esta aclaración, lo que sucede en EE.UU. y Europa es determinante a nivel global, aunque cada día con un impacto relativamente menor sobre los países que integran las restantes categorías. A medida que la crisis avanza y se profundiza, las economías emergentes y los países en vías de desarrollo productores de commodities blindan sus economías del “contagio” de nuevos deterioros en los países centrales. En consecuencia ni la caracterización, ni las predicciones futuras son directamente extrapolables de EE.UU. y Europa a los BRIC ni a América Latina, ni a muchos países de Asia, como lo eran cuatro años atrás cuando la recesión mostraba sus primeras evidencias.
Por lo tanto, iniciemos este difícil ejercicio de síntesis sobre la caracterización de la situación HOY, por el centro del sistema. Mediante guerras, estímulos y salvatajes, los EE.UU. se encuentran en una crisis fiscal y de endeudamiento sin precedentes. Su deuda soberana igualó el producto y su déficit fiscal alcanzó el 9% del mismo. Pero más grave aún, su restricción fiscal se enfrenta a un desempleo del 9.1 % y a una economía que solo creció un 1.3% en el segundo trimestre del 2011, lo que significa una clara contracción frente al 1.8% del primer trimestre. Desempleo y contracción en el plano socioeconómico, y debilitamiento del liderazgo presidencial en el plano político, conspiran para que el liderazgo mundial de EE.UU. y su perfil de “potencia global” se vean seriamente debilitados. Europa, aún sin cerrar el telón sobre la tragedia griega, enfrenta nuevos desafíos, últimamente desde España y recientemente desde Italia. La ocurrencia “PIGS” agrega una “T” al conjunto de países cuyo endeudamiento soberano, y el de su sistema financiero privado, no soportaron las irresponsabilidades fiscales y de adquisición de riesgo, que sustentaron artificialmente una inversión y un consumo disociado del nivel de productividad correspondiente a la pertenencia a una moneda única: el Euro- cuyo valor real se sustenta en la eficiencia productiva de Alemania-. En síntesis, endeudamiento, severa restricción fiscal, debilitamiento del sector financiero, contracción económica y desempleo conforman el sombrío paisaje en el centro del sistema económico global.

Como contrapartida, las economías emergentes se han caracterizado a partir del 2009 por expansión económica sostenida, estructurada en torno a un flujo creciente de inversión extranjera directa Crecen el valor se sus exportaciones, el consumo interno y disminuye el desempleo y la pobreza. Sin embargo, este alentador escenario ha evidenciado problemas en otras facetas de la economía: inflación y reevaluación insostenible de sus monedas, como consecuencia del flujo de capitales que huyen del mundo desarrollado y buscan oportunidades en China, Brasil, India, Rusia y otros países ricos en recursos naturales y productores de materias primas. El resto de las economías en vías de desarrollo o subdesarrolladas se dividen en aquellas que disfrutan del “viento a favor” que les genera ser productoras de materias primas, o el hambre que se generaliza como resultado de la sostenida suba del precio de los alimentos, en aquellos países que deben importarlos .

Ante este panorama de crisis global, pero de realidades fragmentadas, observamos reacciones diversas. Los países centrales tratan de calmar desesperadamente sus agentes económicos: EE.UU. aumenta el techo de su endeudamiento y como en un mundo de fantasía intenta desprestigiar a S&P porque desdibujo el monto de la deuda en 2 billones. Obama, en discursos cada día menos creíbles pide calma y unidad. Sin embargo la realidad es hoy, a partir del debate en el Congreso, más clara que nunca: el monto de la deuda es enorme, cancelarlo trasciende generaciones, y los recortes fiscales debilitarán inexorablemente los programas sociales y la capacidad de defensa militar, situación que atenta contra el núcleo psicológico de la sociedad norteamericana: el miedo a lo no-norteamericano, agudizado por el terrorismo musulmán. Europa intenta calmar a los inversores y defender el agonizante Euro. El fin de semana los principales líderes de la CEE en conferencia telefónica decidieron que el BCE compre títulos soberanos italianos y españoles, en una señal de que no dejarán que su propia crisis y el impacto de lo sucedido en EE.UU. se “lleve puesto” el Euro.

El resto del planeta observa expectante lo que sucederá la próxima semana. Muchos países se preparan para una agudización de la crisis en las economías centrales concientes de que el contagio puede ser inevitable, como lo fue en 2008, a pesar de que tres años después la mayoría de las economías, al menos Latinoamérica y Asia, estén en una posición más sólida, fundamentalmente en cuanto a nivel de endeudamiento y situación fiscal se refiere.
Qué sucederá en los próximos meses, más allá de las reacciones bipolares de las bolsas: un periodo de anemia económica en las economías centrales, como consecuencia de una austeridad generalizada. La restricción fiscal, que ha mostrado toda su magnitud en EE.UU. y Europa puede reflejarse en una fuerte contracción de la actividad o incluso en una recesión. Si sucediese, el contagio al l resto de los países será inevitable. Para América Latina la magnitud del impacto dependerá de cual sea la proporción del precio de las commodities que se explica por factores especulativos, y no por las fuerzas de la oferta y la demanda, la cual a nuestro juicio permanecerá sólida. China e India han desarrollado una dinámica de crecimiento propia y no abandonarán su senda de crecimiento y en consecuencia su necesidad de alimentos o minerales.

viernes, 17 de junio de 2011

“Sticky patch or meltdown?”: ¿empantanamiento o derretimiento?

En mi último artículo del viernes pasado reflexioné sobre las razones del debilitamiento de la recuperación mundial y su reflejo en las sucesivas caídas de las cotizaciones de los principales índices bursátiles en Wall Street y Europa. Como conclusión del análisis entendí que las razones del retroceso en el ritmo del crecimiento eran estructurales y que podían resumirse en dos desequilibrios que han pasado a dominar la dinámica de la economía global: la crisis fiscal en EE.UU. y la crisis del euro en Europa. El martes de esta semana, unos días después de mi última reflexión, y como resultado de la oficialización de dos indicadores cuyos valores superaron las expectativas de los inversores -uno sobre el crecimiento de la producción industrial en China y el otro sobre el nivel de ventas minoristas en EEUU- se generó una reacción eufórica y desproporcionada en todas las bolsas del mundo: el Dow Jones y el S&P, por ejemplo, crecieron alrededor del 1.5%. Me sorprendió que la reacción fuese tan “frívola” o tan débil la voluntad del inversor minorista ante las manipulaciones compradoras de quienes puedan haber montado un escenario para descontar pérdidas. Al día siguiente los mercados se desplomaron en la misma proporción que habían crecido el día anterior. El Dow retrocedió a valores menores de 12000 puntos.

Desgraciadamente estamos ante una situación seria en los dos espacios centrales de la economía global -EE.UU. y Europa- sin soluciones sencillas en el corto plazo. Insisto en que tenemos que aceptar desplazamientos estructurales muy significativos como consecuencia de más de cuatro años de crisis financiera y económica global. Hay que ver y analizar la economía global desde una posición muy distinta a la que la entendíamos en el 2006, porque ha cambiado mucho el paisaje en estos años. La reflexión sobre la naturaleza de estos cambios es la que intenté iniciar en mi último artículo “Recuperación Global: ¿Se pinchó el globo?” e intentaré profundizar en posteriores artículos.

Ayer también leí en The Economist un artículo que les recomiendo a todos leer para continuar con este ejercicio de entender el nuevo escenario: Sticky patch or meltdown? que lo traduje como empantanamiento o derretimiento, obviamente de la recuperación de la economía global. En su introducción dice: “Summer is at hand in the world’s big financial centres, but the mood is hardly bright. Stock prices have been sliding for weeks in response to gloomy economic news. Factory output has slowed across the globe. Consumers have become more cautious. In America virtually every statistic, from house prices to job growth, has weakened. There was some respite earlier this week, but only because a few figures -on American retail sales and Chinese factory production- were not as dire as feared.
Globally, growth is at its weakest since the recovery began almost two years ago. Is today’s softness just a sticky patch, or is the global recovery beginning to melt away?”

viernes, 10 de junio de 2011

Crisis económica mundial: ¿Se desinfló el globo?

La engañosa fantasía que se pretendió imponer durante la última asamblea del Fondo Monetario Internacional de que la crisis económica global había llegado a su fin, comenzó a desmontarse hace dos semanas cuando se anunció que el crecimiento del PBI de los EE.UU. había retrocedido a 1,8% en el primer trimestre del 2011, y terminó de desintegrarse el viernes 3/6 cuando se anunció que la mayor economía del mundo solo creó 54.000 empleos en mayo, cuando los principales analistas esperaban que se crearan 165.000, lo que ya constituía un descenso frente a los 232.000 creados en abril. Como consecuencia, la tasa de desempleo creció una décima, a 9.1%. A la información divulgada por el Departamento del Trabajo de los EE.UU. se agregó un amesetamiento y posterior descenso en la confianza del consumidor. En el transcurso de las seis últimas rondas Wall Street reflejó furiosamente la desarticulación del montaje optimista sobre la recuperación económica en Norteamérica y el mundo. Desde principios de la semana pasada la confianza de los inversores se fue doblegando y los tres índices más importantes han caído a valores cercanos a los de setiembre del año pasado. La semana cerró con el Dow Jones por debajo de 12.000 puntos.

La reacción de los inversores habría sido aún peor si no hubiese sido porque a su vez, a última hora del viernes pasado, se cerró con resultados favorables un nuevo capítulo de la “tragedia griega”: el gobierno griego anunció que recibió el visto bueno de la UE y del FMI a las nuevas medidas comprometidas de austeridad y privatizaciones que pretenden reducir el déficit fiscal de 10.5 % hasta el 3% en tres años, desbloqueando así el tramo correspondiente a junio del crédito internacional de 110.000 euros ya concedido. Concretamente 12.000 millones de euros, que según los más optimistas puede abrir la puerta a 60.000 millones de euros adicionales. La noticia, mas allá de la credibilidad que puedan tener las cifras que la ilustran y la viabilidad política de implementar los compromisos asumidos por Grecia, generó un respiro al posponer el riesgo de “default” que había sobrevolado las crispadas bolsas europeas y contribuido a la desgastada confianza de los inversores en EE.UU. El “clarín” helénico resonó a última hora del viernes 3 e hizo que las bolsas europeas recortaran pérdidas y finalizaran la semana en terreno neutral. Pero el descenso retomó su curso la presente semana.

Si este “maquillaje” sobre la gravísima situación griega -su deuda asciende a 145% del PBI- no hubiese tenido lugar, peligraba toda Europa ya que el “default” griego hubiese repercutido estruendosamente sobre el débil arreglo al que llegó Portugal y la frágil situación financiera de Irlanda, y se hubiese agravado la crisis económica, social y política española.

Mientras en nuestros países vivimos la primavera del precio de las commodities, no hacemos conciencia de que el mundo desarrollado inició un nuevo ciclo depresivo y que el ritmo de la contracción se acelera cada semana desde hace más de 15 días. La recuperación ingresó en una faz “frustrante” en palabras de Ben Bernanke. Desde aquellos países que hemos conocido las repercusiones de una recesión mundial, nos surge una pregunta inquietante: ¿qué sucede realmente en la economía de los países centrales? La semana pasada Obama admitía “estamos enfrentando algunos vientos en contra”, el miércoles 8 Ben Bernanke también admitía la desaceleración de la economía de EE.UU. y evitaba hablar de nuevos estímulos. No habría un nuevo programa de estímulo por ahora y el mercado ávido de liquidez penaliza la “aparente” decisión.

Mas allá de la evidencia estadística y el reconocimiento oficial sobre el debilitamiento de la recuperación, debemos preguntarnos cuál es la verdadera naturaleza de este nuevo episodio, que no parece ser un debilitamiento coyuntural y temporario, tal cual quiere presentarlo el “relato oficial”. Desde una visión más realista, estamos ante un “globo” que se infló artificialmente en base a la inyección de una sobreoferta de liquidez -QE2 de 600.000 millones de dólares- y que está llegando a su fin sin que haya indicios de un EQ3 adicional, sino más bien una dura negociación del gobierno de Obama para superar en el Congreso el techo constitucional al endeudamiento soberano.

Es comprensible que las necesidades presupuestarias, el déficit fiscal y el nivel de endeudamiento de la economía norteamericana no permiten continuar con los sucesivos programas de estímulo económico con que se ha venido apuntalando la recuperación económica. Es probable que la respuesta “benbernankiana” a la crisis haya llegado a su fin. Lo que no estaba previsto es que luego de más de cuatro años de inyecciones de liquidez indiscriminadas, en volúmenes nunca imaginados, la economía real no exhibiese claros signos de una recuperación sustentable.

Y obviamente no la generó. Sin embargo, lo que no comunican con la sinceridad necesaria los líderes políticos de los países desarrollados, es que estamos iniciando un ciclo mucho más grave que una contracción coyuntural y temporaria como la que intenta caracterizar Obama: “últimamente son los elevados precios de la gasolina, el terremoto en Japón y las inquietudes fiscales en Europa que explican el debilitamiento de nuestra economía”.

Yo considero que el problema es más profundo. En primer lugar, los mercados han advertido que se agotó el “combustible” de los estímulos, la emisión y la liquidez. O peor aún, han concluido que para seguir creciendo EE.UU. requiere de estímulos, déficit, deuda, emisión, lluvia global de dólares: o frena la maquinita y se para la economía y sube el desempleo, o prende la maquinita y emite y se desborda de liquidez que no podrá ser absorbida y se transformará en inflación, pérdida de capacidad de compra, retracción de consumo y nuevamente recesión y desempleo. Todo este escenario con la tasa de interés casi nula. Si la tasa sube, las consecuencias se agudizan. Difícil disyuntiva a la que se agrega la crisis financiera europea, que salvo en Alemania y Francia, se expresa económica y políticamente. Reiteramos, estamos ante un “globo” que se infló artificialmente en base a la inyección de una sobreoferta de liquidez. ¿Cómo sigue este relato que ya lleva cuatro años de impensables consecuencias?

Yo pienso que hemos llegado a un punto en que deberíamos aceptar que hay un cambio profundo en varios fundamentos de la economía capitalista mundial. Algunos económicos, otros sociológicos. El consumidor cambió, no se lo “empuja a golpes de liquidez”. Hay incluso cambios de conducta y de valores. El ahorro pasó a ser una palabra y una actitud positivamente valorada por el consumidor y la sociedad. Infelizmente aún no por los gobiernos. Por lo tanto, percibimos que hay que aceptar que conviviremos con una tasa de consumo menor y en consecuencia una tasa de crecimiento menor. Wall Street no regresará a sus días de fiesta artificial e irresponsable. Las tasas de crecimiento en el mundo desarrollado se aplanarán en valores menores. Hemos bajado un escalón, un cambio en la loca carrera del crecimiento y el consumismo. Las casas no recuperarán sus valores originales, los títulos no necesariamente recuperarán los precios pre-crisis, y así muchas otras variables se ubicarán en un nivel más bajo, pero más realista. Hay que aceptar que en estos cuatro años se “quemó” un gran volumen de riqueza, y que pudo quemarse porque eran “papeles”. Poco a poco los inversores y sus agentes financieros irán perdiendo la ansiedad de una recuperación que nos retorne a valores de títulos y activos pre -crisis. Solo seguirán creciendo transitoriamente los valores de protección, que cada día se reducen a prácticamente el oro, las commmodities y los ladrillos.

La otra cara de la moneda: un crecimiento más moderado significa un escenario más favorable para el medioambiente y para los riesgos del cambio climático, mucho mayores que la desaceleración de la economía. Si no se sigue emitiendo y si los gobiernos de los países centrales moderan el gasto, lentamente la economía irá absorbiendo los excesos de liquidez, no sin turbulencias, y lentamente el mundo desarrollado irá reduciendo el gasto público, no sin dificultades políticas y sociales.

El lado más negativo de este probable escenario es la clásica ecuación económica que caracteriza la dinámica capitalista: consumo – nivel de actividad – nivel de empleo. Habrá que mirar más a China y a muchos otros países asiáticos para aprender a planificar y diseñar políticas de empleo. Seguramente tendrán un costo más bajo que los billones destinados a los varios programas de salvataje bancario y estímulo del consumo.

Mientras tanto los países emergentes continuarán su camino hacia un escenario de mayor desarrollo, quizás a un ritmo más lento si la economía y el comercio global languidecen. Están en general mejor preparados para enfrentar una contracción de la economía mundial de lo que lo estaban en 2007. Sus equilibrios macro se han consolidado, y probablemente un poco de agua fría aleje el recalentamiento y el fantasma de la inflación. Las bolsas de Brasil, India, China e incluso Argentina no se han hecho eco de las duras semanas que enfrentaron Wall Street y Europa.

martes, 31 de mayo de 2011

Precio de las materias primas: ¿Hacia un cambio de paradigma?

Los líderes de las ocho principales potencias del mundo se reunieron el pasado jueves en Deauville, Francia, para buscar soluciones a los principales desafíos globales. En el comunicado del encuentro los gobernantes concordaron, entre otros puntos, en que “el alza y la volatilidad en los precios de los commodities representan las mayores amenazas a la recuperación global”.

Esta coincidencia, que hoy nos resulta casi obvia, reafirma uno de los cambios más destacables que caracterizan el escenario global post-crisis. En América Latina, durante décadas, el pensamiento y la política económica se desarrollaron al amparo de la “teoría del deterioro de los términos de intercambio”. Esta teoría, desarrollada básicamente por Raúl Prebisch en los años 50, planteaba en términos muy simples que desde 1870 los países periféricos, esencialmente productores de materias primas, debían vender a los países industrializados una cantidad creciente de sus productos para comprar la misma cantidad de productos manufacturados por los países centrales. Este intercambio cada vez más desigual, traía aparejada una transferencia de recursos de la periferia al centro del sistema capitalista que condenaba a aquellos países al subdesarrollo. El corolario de la teoría de Prebisch fue una política de industrialización en la mayoría de los países de América Latina, ensayada en los años 60 y 70, a través de la sustitución de importaciones.

Jeremy Grantham, fundador de GMO, uno de los fondos de inversión con mayor especialización en el mercado de materias primas, en un artículo titulado “Es hora de despertarse: los días de recursos abundantes y precios decrecientes se terminaron para siempre” elabora un índice de precios de las 33 principales commodities desde 1900 hasta los primeros meses del 2011. Este índice muestra que los precios de las materias primas seleccionadas cayeron alrededor de un 70% en términos reales durante los primeros 102 años que cubre la serie analizada. Sin embargo, a partir del 2002 la situación cambia notoriamente y se inicia un incremento que en los últimos años se transforma en un verdadero “boom” que avanza, y en el cual los precios de las materias primas se incrementan en tandem.
Con casi 10 años de evidencia, sin lugar a dudas no estamos ante una fase tradicional ascendente y coyuntural de un ciclo histórico de precios. A mi entender, se ha producido un cambio de paradigma generado por un desplazamiento estructural de la demanda por commodities, básicamente suscitado por el despertar económico de China e India.

Por el lado de la oferta también han acontecido cambios estructurales importantes. El incremento en la productividad de la producción de alimentos ya se acerca a la tasa de crecimiento de la población mundial, la cual pronto excederá los 7 mil millones de personas. La expansión en la producción de hidrocarburos se acerca a su límite potencial con las tecnologías tradicionales, y el desarrollo de la producción minera cada día encuentra dificultades mayores dado su impacto medioambiental.
Si aceptamos que ha existido un notable cambio estructural en la demanda y la oferta de materias primas, y por ende un cambio de paradigma, los líderes del G-8 tienen sobrada razón en señalar el incremento del precio de las commodities y su volatilidad como un grave desafío para la recuperación de la economía global. Un nuevo desequilibrio que la economía global ha incorporado a su desempeño y que sólo podrá ser mitigado en la medida en que se genere una corrección en la tasa de crecimiento de China e India, situación que no sólo no vemos probable en los próximos años, sino que por el contrario, su expansión perecería ser la característica sobresaliente de ésta década.

Sumado a los cambios en la oferta y la demanda de materias primas, asistimos a un incremento adicional producto de la sobreoferta monetaria que en condiciones de alta incertidumbre presiona sobre el precio de los activos tangibles como son el oro, “los ladrillos” y las materias primas. En el caso de las commodities el fenómeno se ha profundizado, dado que el mercado se ha perfeccionado y por ende, la capacidad de incorporar movimientos especulativos se acrecienta. Hay muchos analistas que presagian una disminución del precio de las commodities si gradualmente desaparece la presión ejercida por la sobreoferta. No vemos que esto pueda suceder ni en el corto ni en el mediano plazo. Estamos asistiendo desde el inicio de la crisis financiera global a un incremento inusitado de la oferta monetaria como consecuencia de una política monetaria fuertemente expansiva en las principales economías del mundo. La oferta monetaria mundial se ha duplicado desde 2005. Y más allá de declaraciones, esta política no se detiene porque ha sido utilizada como único antídoto ante la contracción económica y el desempleo.

En conclusión, desde el punto de vista de la demanda y la oferta de commodities, no visualizamos un cambio sustancial que pueda afectar la tendencia ascendente del precio de las mismas. Lo que sí está en las manos de los líderes del G-8 es iniciar con urgencia y rigor un política monetaria y fiscal responsable, que reduzca los excesos y por ende, la presión que estos ejercen sobre el precio de los bienes con oferta restringida. Si esto sucediese (algo que aún no visualizamos) el precio de las commodities podría tener una corrección a la baja, ya que como vimos, existe un factor especulativo sobre el valor de las mismas.
Hemos dejado de lado las tremendas consecuencias que este incremento estructural del precio de los recursos naturales esta teniendo sobre el medioambiente y la seguridad alimentaria. También hemos dejado para reflexiones ulteriores cuál es la implicancia del cambio de paradigma que dominó la política económica de nuestros países en las décadas del 60 y 70 sobre el modelo de desarrollo que corresponde a este nuevo ciclo histórico.

Hoy por hoy, corremos el riesgo de efectuar un reemplazo histórico del modelo de sustitución de importaciones –única visión continental teóricamente estructurada pero fundamentada en un paradigma que desapareció- por una producción adictiva de commodities y un consumo creciente de bienes finales importados de China e India. Obviamente, este no es el modelo sustentable de desarrollo que debería caracterizar nuestras economías. Algunos de los países de América Latina (fundamentalmente Brasil) comienzan a definir políticas económicas exitosas en el nuevo contexto. Fundamentalmente haciendo un reconocimiento pragmático del cambio de paradigma y desarrollando, articulando e insertando en la economía mundial cadenas de producción de commodities en las cuales tienen ventajas competitivas importantes.
Falta mucho por definir, pero parecería que ese es el sendero a recorrer en futuras reflexiones.

martes, 17 de mayo de 2011

Crecimiento anémico en los países desarrollados y expansión sostenida en las economías emergentes

De acuerdo a las últimas estimaciones del FMI y a un reciente estudio del BBVA, el crecimiento de la economía mundial durante el 2011 se ubicará entre el 4 y el 4.4% del PBI global, con la particularidad que las tres cuartas partes de este crecimiento serán aportadas por las economías emergentes. La crisis financiera, a cuatro años de su explosión, comienza a desbaratar viejos paradigmas y restablecer nuevos equilibrios.

Analicemos primero qué sucede en la principal economía mundial: EE.UU. Las expectativas sobre la recuperación de la economía fueron favorables durante el primer trimestre del año; como resultado el comportamiento de la mayoría de las bolsas del mundo exhibió una clara tendencia ascendente. Sin embargo, los fundamentos económicos no respaldaban esas expectativas. Al fin del trimestre un conjunto de anuncios se volcaron en cascada sobre Wall Street opacando el optimismo de los inversores. Entre ellos se conoció que la economía norteamericana creció sólo un 1.8% en el primer trimestre de este año, frente al 3.1% en el cuarto trimestre del 2010. En claro alineamiento con esta contracción de la actividad económica, en abril el empleo creció un 14% menos que en marzo y la tasa de desempleo creció 0.2%, regresando al 9%.

Hay muchas razones para explicar esta desaceleración de la economía norteamericana, pero el progresivo retiro de los estímulos fiscales junto al aumento del precio del petróleo son, a nuestro juicio, las causas más relevantes. No existen elementos objetivos que indiquen que la desaceleración enero - marzo, que se profundizó en abril, esté en condiciones de revertirse. Más bien, las evidencias de que disponemos en relación al nivel de actividad en EE.UU. nos indican que la expansión de la economía estadounidense ha ingresado en una faz de expansión muy débil, al menos en lo que resta del año. Existen razones objetivas para sustentar este presagio.

En primer lugar, el espacio para nuevas políticas anticíclicas se ha reducido sustancialmente. La capacidad del Gobierno de inyectar dólares y generar liquidez para sustentar el nivel de actividad ha alcanzado un evidente grado de agotamiento. El 1 de julio concluye la “flexibilización cuantitativa II”, que permitió a la Reserva Federal inyectar 600.000 millones adicionales. Según lo explicitó Ben Bernanke, esta será la última compra masiva de bonos del tesoro norteamericano, que ha llevado el nivel de endeudamiento de la economía del 60% del Producto antes de la crisis, al 90% actual. Es evidente que la FED ha ingresado de lleno en la implementación de la “estrategia de salida” de la crisis, la cual era sabido que contemplaba un freno drástico a la política de expansión monetaria. Ahora surgen los costos asociados a esta faz de la estrategia: sin estímulos disponibles se frena la recuperación; los fundamentos aún no han madurado para mantener un nivel de actividad vigoroso sin respaldo fiscal y monetario. Adicionalmente, antes del 2 de agosto el Congreso deberá votar la ampliación del techo de la deuda pública que ya llega al límite legalmente autorizado de 14.3 billones de dólares. La oposición dificulta el acuerdo cuando las necesidades de financiamiento fiscal se acercan a 750.000 millones. Es posible que el acuerdo entre demócratas y republicanos para incrementar el techo legalmente permitido de endeudamiento soberano, se logre a partir de un compromiso del Gobierno de Obama de reducir drásticamente el gasto público, lo que acentuará la debilidad de la recuperación. No llegar a un acuerdo antes del 2 de agosto implicaría el default norteamericano, un hecho de una gravedad inusitada y con consecuencias inimaginables. Por esta misma razón el acuerdo llegará, pero llegará teñido de fuertes restricciones presupuestarias y de límites definitivos a la política de mayor endeudamiento; ambos factores que atentan contra la actividad económica. La política de expansión monetaria no sólo ha encontrado un límite en el ámbito de la política económica sino en la propia realidad: las necesidades presupuestarias, el déficit fiscal y el nivel de endeudamiento de la economía norteamericana no permitirán continuar con los sucesivos programas de estímulo económico con que se ha venido apuntalando la recuperación económica.
La respuesta “Benbernankiana” a la crisis llegó a su fin. Lo que no estaba previsto es que luego de más de 4 años de inyecciones de liquidez indiscriminadas, en volúmenes nunca imaginados, la economía real no exhibiese claros signos de una recuperación sustentable.

En Europa prevalecerá durante todo el año la incertidumbre y las tensiones financieras asociadas a la crisis en la Europa periférica. La reestructuración de la deuda griega se hace cada día más difícil desde el punto de vista financiero y desde el punto de vista político. No podría ser de otra forma un país en recesión, el PBI cayó el 4.5%, y su deuda pública llega al 145% del Producto. El rescate a Portugal insumirá 110.000 millones de euros, sin que el acuerdo haya producido ningún entusiasmo en la alicaída economía lusitana. La situación en Irlanda se ha convertido en financieramente inviable, con su extravagante déficit del 32% del PBI. La recesión en Grecia, Irlanda y Portugal no mueve los números de la economía mundial pero pone en alerta a los inversores sobre la situación en otras economías que sí impactan a nivel global, como la de España, donde ni siquiera se verificará el crecimiento de 0.2% del último trimestre del año pasado. Si bien los datos de abril fueron mejores en materia de empleo, en el primer trimestre los datos de destrucción de puestos de trabajo fue más intensa que en el 2010 y concentrada en la industria y en el sector servicios. No hay que olvidar que Reino Unido cerró 2010 con un 11.4% de déficit sobre el PBI y que en abril sufrió una evolución desfavorable de los índices de actividad. Con la excepción de Alemania y de Francia en menor medida, en Europa el común denominador es un bajo nivel de crecimiento que no es suficiente para mejorar los elevados niveles de desempleo que generó la crisis.

En Japón la situación fiscal es preocupante ya que deberá emprender la reconstrucción partiendo de una deuda de 200% del PBI, el mayor nivel en comparación con cualquier economía desarrollada del mundo. La OCDE ha reducido drásticamente las proyecciones de crecimiento de Japón a un 0.8%.

El mundo desarrollado enfrenta un 2011 opaco. Su recuperación económica continúa trabada por la “resaca” de la crisis que ingresa en su quinto año de presencia mundial. Adicionalmente, la “primavera árabe” ha implicado, al menos en el corto plazo, un aumento del precio del petróleo, lo que contribuye a enlentecer la actividad económica.

Frente a esta situación en el mundo desarrollado, las economías emergentes; fundamentalmente China, India y Brasil, crecerán este año, en promedio, el 8%. Los últimos datos de comercio internacional divulgados por China alejan el temor a un enfriamiento brusco de su economía. La encrucijada en los países emergentes es otra: los diferentes gobiernos de debaten entre políticas conducentes a controlar la inflación o evitar la reevaluación de la moneda. Los altos precios de los alimentos y del petróleo presionan los precios internos al alza. El alto flujo de capitales hacia las economías emergentes, huyendo de las incertidumbres financieras prevalecientes en los países desarrollados, presionan sobre las tasas de cambio revaluando las monedas locales, fundamentalmente frente al dólar, pero también ante el euro y el yen.

viernes, 28 de enero de 2011

REFLEXIONES SOBRE LA ALDEA GLOBAL: ¿QUÉ NOS DEPARARÁ EL 2011?

Iniciamos un año en que la economía global evidenciará una recuperación lenta pero sostenida. No exenta de riesgos, alta volatilidad y nuevas burbujas - lo ocurrido en Egipto, es un claro ejemplo de la inmediata repercusión sobre la economía global de hechos políticos sorpresivos y su impacto sobre la alta volatilidad de los activos: el Dow cayó 125 puntos el viernes último y se recuperó lentamente el lunes -. Hemos comenzado a transitar un año en que experimentaremos las consecuencias de China como segunda economía mundial. A su vez, el creciente nivel de articulación con EE.UU., consolida el pausado desarrollo de un eje China – EE.UU., que ordena la economía global y asegura un clima menos tormentoso y volátil. Iniciamos un año con Obama anunciando en el Estado de la Unión un límite a las inyecciones de liquidez y endeudamiento ilimitados. Con China conteniendo la inflación y “gestionando” políticamente la resistencia a la revaluación del yuan. Con Europa acuciada por graves problemas económicos y políticos, comprando tiempo para lidiar con enormes déficits fiscales, bancos desbordantes de peligrosos bonos soberanos y altas tasas de desempleo. Salvo Alemania y los países escandinavos, el resto continúa con riesgosas vulnerabilidades estructurales que nos pueden deparar nuevas sorpresas en el correr del 2011; pero con un riesgo acotado de generar contagio global, dada la disminución de su peso relativo y la consolidación del eje Pekín-Washington. Iniciamos un año con las economías emergentes, fundamentalmente Brasil e India, y algunos países más del Sudeste Asiático y América Latina, apuntalando a China como motores de la recuperación global. Como síntesis cuantitativa, iniciamos un año con una economía mundial que crecerá un 3.4%, según estimaciones del FMI; constituyéndose en el primero de los tres años que estima Stiglitz para que la economía global regrese a los equilibrios del 2007. Comparto el optimismo del más pesimista de los analistas, pero introduzco una alerta en este enunciado de corto plazo, relacionado con el alza del precio del petróleo: si su nivel supera los 130 dólares por barril, puede comprometerse el ritmo de recuperación de la economía global. Ahora desagreguemos la reflexión sobre la aldea global choza por choza:

I. EE.UU.:
El esperado discurso que pronunció Obama sobre el Estado de la Unión, introdujo un giro importante y muy alentador en torno a las expectativas sobre la primera economía del mundo y epicentro de la crisis financiera global: “Si los Estados quieren ganar el futuro, lo crucial es evitar que sean aplastados por una montaña de deuda”. Esta frase, aunada a las reiteradas menciones durante el discurso a la reducción del gasto público y a la mejora en su calidad, priorizando las inversiones que acrecienten la competitividad en una economía globalizada, constituyen un giro en el enfoque de la “estrategia de salida” de la crisis financiera y como consecuencia pone un límite a la política que venía llevando adelante la FED: inyección de liquidez para apuntalar la recuperación económica sin prestar demasiada importancia al nivel de endeudamiento, mientras no emergiese un riesgo cierto de inflación.
El discurso de Obama, muy bien balanceado entre objetivos de recuperación competitiva y políticas sociales, reconociendo a su vez la dificultad de reducir el desempleo en el corto plazo, otorgará una base política y económica, y por ende un empuje adicional, a una lenta pero sostenida recuperación de la economía estadounidense que venía procesándose con fundamentos en: a) un incremento de la confianza del consumidor, en la medida que aumenta el ahorro de las familias y se estanca la destrucción del empleo; b) mejores resultados corporativos como consecuencia de incrementos de la productividad en el sector manufacturero; c) aumentos considerables del ahorro a nivel de las familias y las empresas y, hacia el segundo semestre, d) aumento de las inversiones en el sector salud y el sector clima/medioambiente, respaldadas por los fondos federales comprendidos en el segundo paquete de estímulo aprobado en 2010.
Por lo tanto, 2011 se caracterizará por altos niveles de liquidez en EE.UU. y a nivel global, acotados por el nuevo giro de la política fiscal y de endeudamiento anunciada por el Presidente Obama, que quizás se refleje en un fortalecimiento del dólar en los próximos meses. La liquidez del sistema monetario global seguirá condicionando bajas tasas de interés, fundamentalmente en las economías desarrolladas. No debería preverse un incremento de la inflación, al menos en el correr de este año. Pero este temor, hoy algo disminuido, continuará siendo el mayor obstáculo a superar en “la estrategia de salida” de la crisis financiera. Los riesgos de experimentar aún una “U” en 2011 se acotan al comportamiento del sistema financiero, fundamentalmente de algunos bancos con carteras muy contaminadas y créditos de muy difícil ejecución. De todas maneras, el sistema bancario se seguirá reduciendo con el cierre de un número importante de bancos, lo que es sano para el sistema financiero global y fundamentalmente para el de EE.UU.
El mercado de capitales se ha serenado en los últimos meses y se ha regenerado el apetito al riesgo de forma más cauta y selectiva. El mes de enero finaliza con un Dow superando los 12000 puntos. Considero que este comportamiento se consolidará en el resto del año en relación a las acciones. La excepción la constituyen las commodities ya que si su precio sigue creciendo es posible que en el resto del año incorpore un componente especulativo y pueda constituir un riesgo de “burbuja”. Los alimentos, fundamentalmente la soja, aún no han superado los niveles de precio previo a la crisis, por lo tanto, su precio aún responde al equilibrio de oferta y demanda, pero puede superarlo en el resto del año y entrar en el riesgo “burbuja” con el resto de las materias primas.
Finalmente, en términos de la guerra de divisas, que es un partido del dólar contra todos, vislumbro una tenue revalorización del dólar y el yuan equilibrándose, y una devaluación real en los países en desarrollo frente al dólar.
El FMI en su informe revisado estima un crecimiento de la economía estadounidense de 2.6%.

II. China: Enfriará algo su economía restringiendo su política crediticia. El principal desafío para China en el 2011 es contener el aumento de precios en alimentos y bienes inmuebles. El Primer Ministro chino, Wen Jiabao, confía en lograrlo “Creo que con nuestros esfuerzos podremos mantener los precios a un nivel razonable.”, dijo en una entrevista luego del anuncio. Además, el Banco Central de China se propone durante este año una política muy prudente, lo cual ayudará a combatir la presión sobre los precios y reduce el riesgo de burbujas de activos, que fue mencionado por muchos analistas en 2010.
China tiene los mecanismos adecuados para hacerlo, fundamentalmente el control del crédito al consumo a través de su banca estatal y el control planificado de su política monetaria y, por ende, del nivel de emisión y liquidez. El otro gran tema en China para el 2011 es el inicio del tránsito de una economía basada en las exportaciones a una economía con mayor presencia del mercado interno en su dinamización. Veremos el inicio de fenómenos económicos y sociales apasionantes.

III. CEE: Es la choza más débil de la aldea. Ha comprado tiempo y seguirá durante el resto del año articulando esfuerzos para “salvar” el euro y lidiar políticamente con los enormes déficits fiscales y las elevadas tasas de desempleo que han dejado más de tres años de contracción. Alientan las exitosas emisiones de Portugal y España, aún vivos en el mercado de deuda soberana.
Salvo Alemania y los países escandinavos, el resto continúa con graves problemas estructurales: vulnerabilidades fiscales y riesgos financieros. Bancos repletos de bonos emitidos por los tesoros de países fiscalmente muy complicados. Esta situación es particularmente riesgosa en los bancos ingleses, país a su vez que fue el único en presentar una tasa de crecimiento negativa en el último trimestre del año.
El FMI estima un crecimiento de 2.2% en el 2011 para la CEE. En este contexto de bajo crecimiento y riesgo de reincidir en la contracción, pero con una capacidad de contagio global acotada por su cada vez menor importancia relativa, Alemania continuará siendo el motor de toda la Zona Euro, con un crecimiento previsto de 3.5%. Respaldará la Zona Euro y la propia vigencia y valor de su moneda pero con cautela, ya que el contribuyente alemán está agotado del esfuerzo fiscal, y por ende impositivo, que implica este liderazgo.

IV. Brasil e India: Son sin duda los emergentes que continuarán acompañando a China como motores de la recuperación global. Brasil enfrenta el gran desafío de frenar la revaluación nominal del real y aplacar el riesgo de que crezca la inflación, además de redoblar esfuerzos para aumentar la productividad y competitividad de sus cadenas de valor. Si pensamos que Brasil tiene menos de 6% de inflación, es una buena lección que dio Dilma a otros países de América Latina, como Argentina cuya inflación se calcula en 30% o más para el 2011. En el plano de las políticas sociales la continuidad del PT en el gobierno asegurará que Brasil continúe con sus políticas de reducción de la pobreza e inclusión social, expandiendo la clase media y por ende el mercado interno. Lo planteó expresamente la Presidenta en su discurso de asunción.
India crecerá un 8% en base a la expansión de su economía del conocimiento, que deberá expresarse en una mitigación de la pobreza y en mayor equilibrio territorial.

América Latina seguirá durante todo el año disfrutando de muy buenos términos de intercambio, con excepción de México, más orientado a manufacturas.
La gran cuestión para América Latina es qué países seguirán aprovechando el “viento a favor” para instrumentar cambios estructurales en infraestructura, energía y fundamentalmente, en políticas sociales que mitiguen la pobreza y la indigencia del continente más desigual del mundo.
Según el FMI América Latina crecerá en promedio durante el 2011 un 7%.