miércoles, 1 de febrero de 2017

LA AGENDA DE TRUMP

Mucho se ha escrito en estos meses sobre cómo decodificar los fundamentos, los valores y la visión del nuevo Presidente de Estados Unidos. No existe aún una respuesta, pero sí la urgencia de iniciar un análisis para una mayor comprensión de la agenda de Trump, y poder dilucidar si estamos ante una elaboración política, ante una locura o un esquema global de negocios envuelto en populismo y nacionalismo.

Sus dichos de campaña, la conformación de su gabinete, su discurso inaugural, y sus primeras decisiones como Presidente, conforman un material muy abundante, en base al cual se ha realizado un cuantioso volumen de interpretaciones. Pero aún persiste una pregunta fundamental: ¿existe una “visión“, “fundamentos”, “un marco teórico o ideológico” en los cuales se sustentan los lineamientos políticos que guían el accionar del Presidente de la potencia económica y militar más grande del mundo?; ¿o es acertado lo que plantea Aaron James en su reciente libro: “Trump. Ensayo sobre la imbecilidad” en el cual Estados Unidos está siendo conducido por un “hombre del espectáculo, un maestro del menosprecio,…., una amenaza para la República, un imbécil“?; o peor aún, ¿las decisiones presidenciales estarán controladas por la ambición, la conducta y la cultura de un exitoso y oscuro hombre de negocios, forjado en el agresivo entorno del real estate neoyorkino?

No es, ni será, una tarea sencilla dar respuesta a esta preguntas. Pero es necesario plantearlas e intentarlo. De despejar estas interrogantes depende en gran medida la posibilidad de que la sociedad y la economía global puedan reaccionar preventivamente al accionar del Gobierno de Estados Unidos. Y no como hoy en que el “Reality Trump Presidente” hace que el mundo amanezca todos los días con una sorprendente y sorpresiva noticia referida a una declaración, una firma o una llamada del Presidente. Ayer leímos que el Presidente de México solo puede viajar a reunirse con Trump si acepta previamente que debe pagar el costo de completar el muro entre ambas fronteras. Mañana quedamos azorados frente a la noticia de que los ciudadanos de siete países musulmanes no pueden viajar a Estados Unidos por los próximos noventa días -decreto parcialmente objetado por la jueza Ann Donnelly del Distrito de Nueva York-. No son hechos casuísticos, locuras de un enfermo protagonista. No. El mundo debe entender cuál es la lógica y el propósito de este rediseño de las relaciones internacionales y la economía global, para iniciar un proceso coherente de respuesta y reacción. Salvo China, hoy el mundo adhiere o reacciona indignado pero desconcertado. 

Con este articulo iniciamos un ciclo de análisis que nos debe conducir a una mayor comprensión de La Agenda de Trump, y poder dilucidar si estamos ante una elaboración política, ante una locura o un esquema global de negocios envuelto en populismo y nacionalismo, esquema que no nos es extraño a los latinoamericanos, por lo que estamos muy capacitados para entender su lógica y su dinámica. 

Para inclinarnos por afirmar que sí existe una agenda elaborada y preconcebida, lo que no descarta la dosis de locura ni el conflicto con los intereses privados, en necesario, en primer lugar rescatar la coherencia entre sus dichos de campaña, su discurso inaugural y sus actos de Gobierno en sus primeros diez días de ejercicio de la presidencia. Esta consistencia nos conduce a una primera conclusión: sus agresivas y desconcertantes frases de campaña durante la interna Republicana, o la contienda final con Clinton, no eran construcciones demagógicas para captar el voto de los obreros blancos desplazados por la globalización y la tecnología, o creaciones mediáticas diseñadas para introducirse en la revolución de las comunicaciones vía las redes sociales, como muchos pensaron. No, eran parte de un pensamiento estructurado, pobre, difícil de digerir y admitir, pero conscientemente elaborado. El domingo declaraba Mo Farah, el atleta británico cuatro veces olímpico nacido en Somalia y radicado en Estados Unidos: “me siento triste y en problemas. Esperaba que, al asumir Trump fuese distinto que en la campaña, de su retórica xenófoba, misógina y narcisista. Las restricciones al ingreso de los musulmanes muestra que no es una persona que está en sintonía con el país y el mundo”. Este es exactamente el objetivo del análisis que inauguramos con este artículo. No sentirnos “tristes y con problemas” sino entender, ser capaces de reaccionar estratégicamente y sacar ventaja de una realidad que permanecerá por lo menos por los próximos cuatro años. Como lo están haciendo los chinos, tan claramente expresado por su Presidente Xi Jinping en sus discursos de Davos y Perú. Reaccionaron invirtiendo los paradigmas: El Partido Comunista Chino como líder mundial del libre comercio: Xi y Adam Smith, un solo corazón. 

Yo, a diferencia del joven James no creo que Trump sea un showman y empresario convertido en Presidente. Si creo que hay una visión y un pensamiento político para alcanzarla: un “antique cachivachero” en materia de teoría económica, pero que articula ideas y fuerza para alcanzar objetivos identificables. Probablemente también una ambición de incrementar la internacionalización de sus negocios, los cuales no han sido aislados de sus decisiones como Presidente -en un fideicomiso ciego por ejemplo- sino transferido su gerenciamiento a sus hijos y yerno. 

En este marco ideológico -si la palabra ideología aplicase y tuviese aún vigencia- que guía el accionar de Trump puede identificarse una visión: “make America great again”, un rediseño “naive" del sueño americano en el Siglo XXI. Según una simplificación brutal de la realidad, Trump y quienes lo votaron, creen que la globalización, la consecuente apertura del comercio, la debilidad ante las corrientes migratorias, las excesivas regulaciones al sector bancario y los altos impuestos corporativos han debilitado y “empequeñecido América” y que él es el elegido por el pueblo americano para engrandecerla nuevamente -cualquier similitud con Hitler, Stalin o Chávez es pura casualidad-. Este es el llamado para salvar América a pesar de haber recibido de Obama un país con 4.7% de desempleo, un inflación del 2 % y un crecimiento previsto para este año superior al 2 %, luego de haber superado exitosamente desde el 2008 a la fecha una crisis recesiva que colocó al país al borde de una depresión.

En el fantasioso tránsito hacia esta visión pueden identificarse cinco ejes o vectores que fueron consistentemente articulados en un conjunto de frases durante la campaña electoral, en el discurso inaugural y que se van convirtiendo en actos de Gobierno a medida que transcurren los días del periodo presidencial.
  1. EL PROTECCIONISMO, violando el eje del contrato capitalista global: “comprar en Estados Unidos vender en Estados Unidos”, altos aranceles y penalidades a las empresas de origen norteamericano produciendo fuera de Estados Unidos, desarticulación de los acuerdos comerciales que reduzcan aranceles para el ingreso de bienes y servicios a Estados Unidos, declaración de guerra comercial a China, etc.
  2. LA DESARTICULACIÓN DEL MULTILATERALISMO y la institucionalidad multilateral desarrollada a nivel mundial para consolidar la paz y la cooperación desde 1945, su sustitución por relaciones bilaterales con aliados estratégicos que compartan valores y visiones comunes por región: por ahora Inglaterra, Israel, Arabia Saudita, Rusia y Japón. Por supuesto que África y América Latina no están aún en la cabeza de Trump. Los grandes perdedores de este nuevo y retrogrado enfoque serán, además del TPP y el NAFTA, todo el sistema multilateral en el cual Estados Unidos es el principal aportante, fundamentalmente la ONU, la OTAN y especialmente la OMC.
  3. LA LUCHA ANTIMIGRATORIA, especialmente contra mexicanos y musulmanes. Unos porque se asocian a la competencia “desleal” por puestos de trabajo -no se sabe qué haría California con sus cosechas sin mexicanos ilegales- otros por xenofobia y lucha contra el terrorismo. Decía Pinky con humor y pensando en la esposa de Trump: “el hombre odia a sus similares”. El decreto que no autoriza el ingreso de ciudadanos de siete países musulmanes por más de noventa días a Estados Unidos fue cuestionado en su argumentación por la Ministra de Políticas Migratorias, la que fue despedida horas después, constituyéndose así en la primera baja del Gobierno de Trump.
  4. LA REACTIVACIÓN ECONÓMICA basada en el incentivo de la demanda doméstica a partir de un ambicioso plan de infraestructura, reducciones impositivas a las empresas (3%) y los consumidores (6% en promedio). Una estupenda mezcla de Keynesianismo y liberalismo económico aplicada a una economía que se encuentra próxima al pleno empleo y que por ende conducirá en el corto plazo a generar presiones inflacionarias y en consecuencia a que la FED incremente la tasa de interés fortaleciendo el dólar.
  5. EL DESPRECIO POR TODOS LOS FOROS Y POLÌTICAS ASOCIADAS A LOS DEVASTADORES EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÀTICO. La desarticulación en Estados Unidos de todas las regulaciones asociadas a preservar la no contaminación atmosférica, vistas como obstáculos al desarrollo industrial y por ende a la ocupación de baja calidad.

Obviamente que las pretensiones presidenciales en cada uno de estos ejes de su accionar político, chocarán con la resistencia de la institucionalidad norteamericana. No solo el Congreso, controlado por el Partido Republicano, pero con muchos congresistas expectantes de los resultados que se deriven de la aplicación de las políticas de Trump para relativizar su respaldo, sino también la Justicia y del propio pueblo norteamericano y sus líderes y referentes. 

Dentro de un panorama incierto y muy preocupante será muy interesante ver cómo evoluciona el paisaje global que ha sufrido un enorme “sacudón", y que pone en juego no solo la institucionalidad global sino la hegemonía que ostenta Estados Unidos desde el fin de la Guerra Fría. ¿Es “make America great again” contradictorio con la hegemonía global? ¿O hay una renuncia anticipada o implícita a las consecuencias globales de que China se convierta en la “gran potencia”?.

Veremos con el correr de los meses. Mientras tanto iniciemos en nuestra región una estrategia de reacción ante el proteccionismo norteamericano y el avance chino en los espacios geográficos que abandona Estados Unidos como sin lugar a dudas es América Latina -incluyendo México-. En el corto plazo, las economías de la región se verán afectadas por el proteccionismo, la suba de las tasas de interés, y el debilitamiento de los flujos de capital.

En este contexto mucho tendríamos para hablar de la nueva estrategia latinoamericana en la era Trump. Por ahora será necesario redoblar los esfuerzos de integración y de fortalecimiento de la multilateralidad regional. Debemos pensar en una estrategia común de incrementar el comercio intra regional, de negociar en conjunto con el resto del mundo. En especial con China, que tiene intereses muy claros hacia la región en términos de recursos naturales e incrementar sus importaciones industriales, más aún ahora que se verán afectadas por el proteccionismo de Estados Unidos.