viernes, 30 de diciembre de 2011

Aventuremos algunas predicciones para el 2012

El nuevo año se inicia con grandes interrogantes cuyas respuestas condicionarán sustancialmente el destino de países, familias y empresas a lo largo y ancho de todo el mundo. El nivel de globalización y el exponencial desarrollo de las comunicaciones y la conectividad aceleran vertiginosamente el nivel con que los acontecimientos financieros, económicos, sociales y políticos se diseminan y repercuten a nivel global. Hoy, el nivel de "contagio" real es muy alto y se acelera cuando después de un quinquenio de crisis, la psicología expresada en el pánico de los mercados y de las personas, se apodera de la realidad. Por lo tanto, hoy más que nunca la humanidad entera comparte un mismo escenario en el cual todos somos actores cuyos roles pueden alterarse muy rápidamente. Todas las interrogantes nos pertenecen y por lo tanto todas las respuestas que la realidad expandida irá proporcionando en el correr del nuevo año, nos corresponden.

Son innumerables las preguntas que nos depara el 2012. Quisiera mencionar algunas, las que considero más relevantes e inquietantes. También las que por su potencial de irradiación pueden tener el mayor nivel de impacto sobre la economía global y sobre nuestros países del sur de América Latina. Haciendo honor al cambio de ánimo que genera un fin de año intentaré aventurarme a reflexionar sobre las posibles respuestas.

1. La primera interrogante es ¿qué sucederá con Europa y particularmente con el Euro?

Europa entró en recesión y varios países de la CEE - ya lo anunció España oficialmente y se debate en Alemania entre expertos y Gobierno – tendrán un cuarto trimestre negativo o cercano a cero e ingresarán en recesión técnica en el primer trimestre del año entrante, pero en ningún caso superarán el 0.5% de crecimiento. El caso italiano pude ser aún más grave ya que la gestión del ajuste está en manos de un Gobierno tecnócrata, sin legitimidad popular, que enfrentará una organización sindical y popular fuerte. Ya se evidenció en la colocación de 7016 millones de euros en bonos soberanos a 3, 7 y 10 años. Los bonos a 10 años presentaron una tasa de corte de 6.98 % y los bonos a 3 años de 5.63%, lo que supone 0.58 puntos menos y 2,27 menos que hace un mes, respectivamente. Esta suavización de los tipos de interés que cobran los inversores a Italia para refinanciar su deuda soberana, refleja una expectativa alentadora en el corto plazo y respalda el paquete de recortes de 30000 millones de euros cuya instrumentación el Gobierno de Monti iniciará el próximo mes. Mayor endeudamiento, pero fundamentalmente mayor desconfianza en el mediano y largo plazo explican la brecha entre los intereses ofrecidos para los bonos de 3 y 10 años. Europa se debatirá todo el 2012 entre el ajuste y la recesión. Italia, por la dimensión de su deuda, la dificultad de gestión política y la propia dimensión de su economía constituirá durante todo el 2012 un acuciante termómetro de la eficacia de la receta “Merkozy”: unión fiscal con exigentes metas y controles. Los mejores presagios son que en el segundo semestre, si la gestión política de los recortes presupuestarios lo admite, comiencen a verse algunos brotes verdes en el áspero jardín de la crisis de deuda soberana que jaqueará a Europa por varios años. Para el 2012 el FMI acaba de predecir un crecimiento de 1% del PBI. Si esto se verificase habría que adelantar el festejo y tomarse ya una copa de champagne.
El segundo gran problema que aqueja a Europa es la crisis de su sistema financiero que repercute directamente en las posibilidades de aliviar la contracción a nivel de países, empresas y consumidores. Hace un par de días aconteció un hecho muy relevante: el BCE traspasó a más de 300 bancos 500 mil millones de euros a una tasa del 1%. Dos terceras partes de esos recursos regresaron al BCE como depósitos a una tasa de 0.75%. Los bancos no se prestaron entre ellos, no compraron bonos soberanos y no acrecentaron su cartera de créditos a empresas e individuos. Optaron por pagar 0.25% para mantener sus recursos en reserva, y cubrir en parte las exigencias de capitalización a las que han sido sometidos. Dos conclusiones de este episodio financiero: primero que el BCE, por ende “Merkozy”, están dispuestos a usar nuevos instrumentos "cortafuegos" para enfrentar la crisis financiera. Segundo, la crisis es más de confianza que de liquidez, y ésta es una revelación compleja de digerir y de gestionar. Cuando la confianza se ha diluido cuesta mucho tiempo regenerarla, y su reconstrucción depende de muchos factores, no sólo financieros y económicos. Regenerar la confianza del sistema financiero y de los inversores será la tarea que la CEE deberá enfrentar con mas ahínco en el año que entra para superar la recesión con que iniciará su advenimiento. En conclusión, no adhiero a la hipótesis catastrófica de un colapso del sistema financiero europeo, si a una dura restricción crediticia que dificultará la gestión de la crisis económica y de deuda soberana.
No creo que el Euro desaparezca aunque ayer (jueves 29/12) tocó su nivel más bajo frente al dólar en tres años. Alemania ha reservado muchos recursos para sostenerlo, y ha consolidado su liderazgo sobre un espacio económico en el cual comercializa el 50% de sus exportaciones. En mi opinión hay razones objetivas para que el BCE incremente su rol de prestamista en última instancia, a través de la compra de bonos soberanos, así como la comunidad internacional y algunos países como China, con altas proporciones de sus reservas en Euros, aún tienen aliento para engrosar el Fondo de Reserva que entrará en pleno vigor a mediados del nuevo año.
Si existe un riesgo de que mi opinión no sea acertada en relación a la supervivencia del Euro, creo que se vincula fundamentalmente a la gestión política del ajuste en Italia. Si hubiese un desafortunado desprendimiento de Italia del Euro, tampoco creo que arrastre a su desaparición sino a la configuración de una Zona Euro a dos velocidades.
Para nuestros países, la contracción nos afecta en términos de una reducción de comercio, fundamentalmente por el impacto sobre dos motores fundamentales: Brasil y China. De no verificarse mi hipótesis y ocurrir un desastre, el nivel de contagio de la crisis financiera depende del nivel de presencia y de market share de los bancos afectados en nuestros países. Chile enfrentaría un problema grave, no así Argentina y Uruguay.

2. La segunda pregunta es ¿qué sucederá con la economía de EE.UU.?

Considero que la economía norteamericana ha iniciado un proceso de reactivación que hace predecir que el 2012 pueda arrojar una tasa de crecimiento de entre 2 y 3%, tal como lo avizora el FMI. Creo que los dos fundamentos en que se basa este sobrio optimismo, es que hay varias señales que indican que la confianza del consumidor ha iniciado un proceso de reconstrucción. Si este despertar se sostiene, aunado al compromiso de la FED de continuar con la tasa prácticamente en cero, puede inducir un círculo virtuoso en las empresas, inicialmente en el sector servicios, que profundice la recuperación del empleo más allá del descenso del 9.1 al 8.6% que ya se verificó en el correr de este año. Además, ayer se informó que en noviembre se verificó la menor cantidad de solicitudes de subsidios por desempleo en los últimos tres años. Considero también que hay un interesante proceso de incremento de las exportaciones, a medida que transcurra el año veremos un renacer del "made in USA". Por último, considero que las inyecciones de liquidez aún no se reflejarán en un nivel de inflación relevante, no creo que supere el 2%.
En este contexto no que hay que olvidar que EE.UU. ingresa este año en un proceso electoral. Si bien hay una tendencia mundial en el mundo desarrollado a responder políticamente a la crisis con mayores dosis de conservadurismo, la popularidad de Obama ha crecido en esta semana a 47% (64% entre los hispanos) según algunas encuestas, y enfrenta una competencia republicana que aún no consolida un liderazgo desafiante. En mi opinión, la recuperación norteamericana se vería protegida en su sustentabilidad con un triunfo de Obama.

3. ¿Qué sucederá con China?

Esta es la predicción más compleja para un analista acostumbrado a razonar en términos del comportamiento de economías capitalistas en diversos estados de desarrollo. China es una economía de mercado pero orientada por un rígido proceso de planificación centralizada, que a su vez controla gran parte del proceso de producción a través de las empresas estatales, predominantes en el área servicios, incluyendo los bancos y en consecuencia la fluidez del proceso crediticio. En este contexto, mi opinión es que los crecientes conflictos salariales, el resultante incremento salarial, la sobreexpansión del crédito hipotecario, la gradual reevaluación del Yuan y la contracción europea resentirán la tasa de crecimiento de China en aproximadamente 2% del producto y condicionarán una inflación de entre 3 y 4 %. No creo que en el 2012 se genere una reducción del precio de los alimentos -fundamentalmente la soja- significativa mas allá de la baja registrada que ya alcanzó el 18% en el año que finaliza (aunque ayer, tuvo una caída de 4 dólares para entrega en marzo).

4. ¿Qué sucederá con Irán?

El riesgo de un enfrentamiento bélico recorrerá 2012. Ya existe una amenaza concreta de cortar el suministro de petróleo. Las consecuencias sobre el precio del mismo y sobre el ritmo de la recuperación en EE.UU. y la profundidad de la contracción europea son evidentes. No olvidemos que en año electoral en Norteamérica y Francia, la guerra continúa siendo una política Keynesiana altamente eficaz. Si se verificase un episodio bélico de proporciones en torno al conflicto entre Irán e Israel y sus respectivos aliados, el conjunto de las predicciones anteriormente señaladas pueden alterarse sustancialmente.

5. En resumen

Inauguramos un año gris, con EE.UU. en frágil recuperación, Europa en contracción y China, Brasil, Rusia e India con sensibles retracciones en sus destacables tasas de expansión que han mantenido durante el último quinquenio. En este escenario, brindemos por que nuestros países del sur de América Latina puedan alcanzar en promedio una tasa de crecimiento del 3.5 al 4% del producto, la cual sería una tasa que, de sustentarse por los próximos años, nos mantendría en una pauta aceptable de expansión y consistente con los niveles de inflación que hemos alcanzado al fin del 2011, más allá de que se siguen ajustando a la baja las predicciones para Brasil que ya se ubican en el entorno de 2.5 - 2.9%.