lunes, 7 de septiembre de 2009

Crisis Global: tocó fondo y se aproxima a una débil recuperación.

Los últimos datos publicados sobre el comportamiento de la economía estadounidense, así como de la alemana, francesa, japonesa, china y australiana, correspondientes al segundo trimestre del 2009 y a los dos primeros meses del tercer trimestre, han generado una oleada de optimismo en relación al fin de la faz contractiva de la economía global y en consecuencia al inicio de un frágil proceso de recuperación. La apasionante polémica en torno a la mayor crisis financiera desde la “Gran Depresión” se ha centrado, en estas ultimas semanas, en torno a la “estrategia de salida de la crisis”, la evidencia objetiva que habilite a declarar con firmeza el inicio de la recuperación y las características económicas y sociales que prevalecerán durante las primeras etapas de la expansión.

Nouriel Roubini, analista caracterizado por una posición más pesimista, afirmó recientemente: “la economía mundial tocará fondo en la segunda mitad del 2009, y la recuperación no será formalmente evidente antes del fin del año”. En una posición más optimista al principio de setiembre la OCDE anticipó: “la recesión global está llegando a su fin más rápido de lo que se pensaba hace sólo unos meses y de hecho ya parece haber terminado” (...) “incluso la recuperación podría ser ligeramente más sólida debido a que las condiciones financieras han mejorado más rápido de lo que suponíamos hace algunos meses”. Más prudente, el Presidente del FMI, dos días después declaró: “la economía global emerge de la peor crisis económica y financiera desde la posguerra y parece haber superado lo peor” (sin embargo) “Estoy preocupado por el costo social asociado al nivel de desempleo, así como su efecto sobre el ritmo de la recuperación, incluso si los mercados financieros y la producción se estabilizan”.

Posiciones más o menos optimistas, nos conducen a una primera conclusión: hoy existe un consenso casi universal en relación a que la crisis ha tocado fondo en los países centrales y algunos emergentes, como China y Brasil, y que en la peor hipótesis la recuperación se hará evidente en algún momento del segundo semestre de este año. La OCDE, en su reunión previa a la reunión del G-8, plantea incluso que ya existen evidencias estadísticas de que EEUU, y algunos países de la Euro Zona, mostrarían crecimiento positivo de sus PBI en el tercer trimestre (algunos de estos últimos por segunda vez consecutiva). Con mayor o menor contundencia, también prevalece un amplio consenso en torno a que la recuperación, al menos en sus primeras etapas, será débil. La mayoría también opina que ésta fragilidad durará algunos años, e incluso economistas como Roubini hablan de una segunda crisis en el 2011/12, lo que ha dado lugar a la conocida graficación de la crisis en USA con forma de “W”.

Para entender estos consensos, es necesario plantearnos algunas reflexiones en cuanto a los fundamentos económicos que los sustentan.

Ahora bien, para intentar dar respuesta a las principales interrogantes sobre las características del periodo de transición y la naturaleza de las primeras etapas del proceso de recuperación de la economía global, es necesario referir el análisis a la economía de EEUU, no sólo por haber sido el epicentro de la crisis financiera mundial, sino, y fundamentalmente, porque representa más de un tercio del producto bruto global.

  • El factor más preocupante se refiere al nivel de desempleo, cuya tasa es de 9.7%, la mayor tasa desde hace 26 meses. Hoy existen 14 millones de desempleados en USA, 7 millones desde que se inició la crisis. La pérdida de empleo impacta directamente sobre la debilidad de la demanda e indirectamente sobre la confianza del consumidor, cuyo gasto representa el 70% del gasto global de la economía estadounidense, a través del “miedo” que genera en la sociedad la continua destrucción de empleos, el que se une a la pérdida de riqueza experimentada por los hogares como consecuencia de la caída del valor de sus viviendas y de sus acciones. Juntos se conjugan para alterar las pautas de consumo, prevaleciendo una actitud más austera y precavida. Sin embargo, es necesario destacar que en julio perdieron 371000 y en agosto 261000, un relevante descenso de los casi 700000 mensuales que caracterizaron el último trimestre del 2008 y los 500000 el primer del 2009. Se reduce la destrucción de empleos mensuales, pero crece el número acumulado de desocupados.
  • En segundo lugar, en estos últimos meses Wall Street se ha caracterizado por subas de los índices bursátiles asociados a resultados positivos presentados por las principales corporaciones de USA. Sin embargo, llama la atención que estos mejores resultados no se corresponden con mayores niveles de ventas. Las empresas los han logrado por la vía de una fuerte reducción de costos, en muchos casos en base a grandes reestructuras que implicaron fuertes reducciones de puestos de trabajo. Esto es consistente con la destrucción de puestos de trabajo que seguimos observando en el sector privado estadounidense.
  • En tercer lugar, es necesario señalar que la mayor actividad, que se reflejó en una menor caída del PBI en el segundo trimestre, se produce en un contexto de caída del consumo privado, aquel que corresponde a los hogares estadounidenses, y de la inversión privada, fundamentalmente en el sector manufacturero. Por lo tanto, la mayor actividad que caracterizó el segundo trimestre de este año se debió fundamentalmente a una recomposición de stocks y a un mayor gasto e inversión pública; consecuencia esto último del impacto del gasto gubernamental asociado al Plan Nacional de Estímulo del Presidente Obama, muy orientado a infraestructura, subsidios y proyectos especiales.
  • En cuarto lugar, con el correr de los meses se consolida la estabilización y reestructuración del sistema financiero. Hasta junio el crédito seguía bloqueado, más aún el crédito al consumo. Sin embargo, en julio comenzó un proceso lento y gradual de restablecimiento del mismo. La ilimitada inyección de recursos de la FED y el tesoro, y el mantenimiento de las tasas de interés a niveles cercanos a cero, recientemente confirmada por la FED, están actuando sobre el “núcleo duro” de la crisis: el restablecimiento del crédito. Nuevamente de la consolidación de esta tendencia, incipiente aún, depende en gran medida que la economía se aleje de la contracción e inicie una recuperación más o menos sostenida. Esta relación conduce a una fuerte polémica entre la dirigencia política estadounidense: si este proceso no avanza al ritmo requerido ¿es necesario seguir inyectando recursos al sistema financiero para consolidar su estabilidad, recuperar el crédito y otorgarle sustentabilidad a la recuperación, incrementando así los riesgos de la excesiva expansión monetaria? La última respuesta de Ben Bernake fue SI, por lo que habrá que agregar a las interrogantes sobre la naturaleza de la recuperación las resultantes de un déficit público que supera el 9% y las consecuentes políticas fiscales para reducirlo.
  • En quinto lugar, el mercado de la vivienda en USA, centro del terremoto financiero, se estabiliza con lentitud y altibajos. Han aumentado en estos dos últimos meses el número de casas nuevas vendidas y el número de hipotecas solicitadas, pero el precio de las viviendas se ha reducido en un 15% y no ha sufrido alteración.

Se genera así una gran interrogante: ¿es necesario un nuevo plan de reactivación para asegurar el transito a la recuperación, o hay que seguir confiando en que la estabilización del sistema financiero, el restablecimiento del crédito, la recuperación de cierta riqueza a través del incremento del precio de la viviendas y de la recuperación del mercado de capitales, impactarán sobre la confianza del consumidor e iniciarán la puesta en movimiento de un circulo virtuoso que deje atrás la recesión e inicie una faz de recuperación?. Esta es la pregunta fundamental que hoy se hacen los dirigentes políticos en USA. Este mes hemos recibido señales desde la economía que nos hacen pensar que la respuesta es NO; pero debemos esperar algunos meses más para ver cómo estas tendencias, algunas veces contradictorias, se siguen expresando sobre la evolución del producto y del empleo, y fundamentalmente sobre la confianza del consumidor, cuyo gasto explica el 70 % del PBI.

Según Laura Tayson (miembro del White House’s Economic Recovery Advisory Board) no hay razón para un segundo Plan de Estímulo. Ella había opinado un mes atrás que “los Estados Unidos deberían considerar un segundo plan focalizándose en infraestructura, ya que el primero ha sido demasiado restringido”; una buena muestra del cambio en el estado de animo que provocaron las cifras de agosto. Más conservador, el Congresista Harry Read planteó que 1.5 millones de americanos habrán agotado sus seguros de desempleo y que la extensión de esos seguros puede constituir un segundo Plan de Estímulo”.

El seguimiento de la evolución de la economía en todas sus tendencias para verificar el fin de la contracción, así como la necesidad de un nuevo Plan de Estímulo para asegurar una recuperación sustentable, constituyen un nuevo estadio del análisis de la crisis: la estrategia de salida. Este apasionante tema ocupará nuestros próximos artículos.