lunes, 24 de agosto de 2015

CHINA: DESACELERACIÓN, ENFRIAMIENTO O CORRECCIONES AL NUEVO MODELO DE CRECIMIENTO

Como productores de materias primas Uruguay y la región han sido espectadores en las primeras filas de la abrupta caída del precio de las commodities, por una reducción de la demanda china. Por la misma razón, y en cadena, se han deteriorado las economías vecinas intensificando el impacto sobre nuestra economía. Hace apenas unos días China sacudió al mundo con una devaluación del Yuan que generó el derrumbe de las bolsas mundiales. ¿Son síntomas de desaceleración o correcciones necesarias a una estrategia de crecimiento más sustentable que abandona el crecimiento a tasas de dos dígitos y revaloriza el rol del mercado interno?

Estas ultimas semanas el mundo entro en pánico con la serie de noticias que se sucedían, casi diariamente, sobre el supuesto enfriamiento de la segunda economía mundial: retroceso del índice de producción industrial, caída de las exportaciones en relación al producto, corrección del crecimiento del PIB que podría terminar el año por debajo del 7% y, fundamentalmente, tres devaluaciones consecutivas que llevaron el Yuan a una valor nominal mayor, en relación al dólar, de casi 6 %.
La primera conclusión, ante el impacto global de estos últimos movimientos económicos del gigante asiático, es la toma de conciencia real, por parte del mundo financiero y comercial de la enorme influencia que ejerce China sobre la economía mundial y la velocidad e intensidad con la que acontecimientos en su economía se trasladan a la economía globalizada.

Observemos lo que acaba de suceder: China corrigió su régimen cambiario, el yuan encontró un nuevo equilibrio ante el dólar, el mercado de capitales interpretó la devaluación como una política reactiva ante el enfriamiento de la economía y la pérdida de competitividad de las exportaciones, y en menos de una semana se inició una carrera bajista de Wall Street que terminó el viernes pasado con los tres índices cayendo algo mas del 3%. Un viernes negro, el Dow Jones nuevamente por debajo de los 2000 puntos, la mayor caída del año. Lo mismo sucedía en Europa y en todas las bolsas de Asia y los países emergentes. En una economía global tan incierta, y en el marco de una recuperación con fundamentos muy débiles, se mueve "el OSO" y tiembla el bosque. Nos aventuramos a postular que la reacción global ha sido apresurada, o al menos carente de un análisis y una comprensión más profunda.
En primer lugar, y esto es válido e importante en estas últimas dos semanas se tomó real conciencia, con sangre, de algo por todos conocido: el creciente rol de China en la dinámica capitalista global. El enorme peso relativo de la demanda por ella generada en el ritmo de crecimiento de la economía mundial y de la performance del mercado de capitales a nivel mundial.

La pregunta que ha quedado pendiente, después de este último episodio, de la relación dialéctica entre China y el mundo, es cual será cuales serán los próximos acontecimientos que caracterizarán la evolución económica y financiera del gigante asiático. Dado que China es una "economía capitalista centralmente planificada" esta pregunta debe remitirse, en gran medida, a cuales serán las decisiones de política económica que adopte el BP Chino.
Si bien la devaluación del Yuan hizo estragos en los mercados de los países desarrollados en menos de dos semanas, la desaceleración de la economía China venía desde hace meses erosionando el precio de las commodities y por ende generando una relevante caída del precio de muchos de los productos exportados por las economías emergentes. Encabezados por el retroceso del precio del petróleo - agudizado por el incremento de su extracción en EEUU- los minerales, los granos y otros alimentos han sufrido caídas que promedian el 30%.
Por esta razón es aún más relevante, desde el ángulo de nuestras economías, aproximarnos a una respuesta de cuál será la evolución de la economía china y si efectivamente estamos ante un proceso de desaceleración o enfriamiento estructural y sostenido.

Para hacernos esta pregunta, además de entender la naturaleza de la economía china y la dinámica entre su capitalismo de mercado y las decisiones centralmente planificadas del Buró Político del PC, es necesario recordar que China a partir de su último Congreso del Partido Comunista, que designó a Xi Jinping como su Presidente, inició un cambio de modelo hacia una economía más sustentable, basada en el desarrollo de su mercado interno, más que en la agresividad de sus exportaciones. Este cambio de modelo económico tuvo como efecto primario una reducción progresiva de los históricos dos dígitos a una tasa de crecimiento anual proyectada del 7%.
"La gran fábrica mundial" de manufacturas baratas, que inundaron el mundo, comenzó a sofisticarse a medida que se sofisticaban los productos que se le encargaba producir. El proceso de producción se volvió más complejo a medida que ingresaron a la "a la gran fábrica mundial "las grandes empresas tecnológicas y la industria automotriz, y como consecuencia la mano de obra especializada creció y se encareció. El poder de compra aumentó y con el mercado interno inició su expansión, la industria inmobiliaria se multiplicó exponencialmente, y 11 mil millonarios dieron base a la mayor demanda de bienes de lujo del mundo.
El Buró Político sintió que estaban dadas las condiciones para iniciar un proceso de crecimiento con una mirada más atenta a su mercado interno y enlentecer su sacrificado esfuerzo exportador, difícil de sostener en el largo plazo.
Formidable dicotomía: era necesario crecer menos para vivir mejor. Quizás como en una familia con ingreso creciente: "dejemos de ahorrar tanto y mejoremos nuestro nivel de vida". Igual que en el ejemplo familiar, China inicia la transición hacia el nuevo modelo de desarrollo con enormes reservas, entre ellas la mayor tenencia de bonos del Tesoro americano a nivel mundial, pero dispuesta a satisfacer el consumo de su mercado interno.

Que China anunció explícitamente que reduciría su tasa de crecimiento a valores cercanos al 7% es un hecho irreversible. Que una reducción del  3% de sus valores previos de la expansión de su economía generaría fuertes caídas en los flujos de comercio internacional y en el precio de las materias primas de las cuales China era su principal demandante era totalmente previsible.
Ahora bien, que la nueva estrategia puede ser que no tenga una aplicación lineal también es posible, más aún cuando otras regiones como Europa, fuerte socio comercial de China, no logra iniciar un proceso de recuperación sostenido, a pesar de la política de incentivos aplicada por el BCE a través de la compra de bonos soberanos, y de haber cerrado el tercer rescate de Grecia, un tanto ensombrecido - o fortalecido - por la renuncia de Tsiripas. En cuyo caso es probable que asistamos a nuevos episodios coyunturales de correcciones en la tasa de cambio, o en la política de encajes u otros mecanismos de corrección de la tasa de interés o expansión crediticia. Estos episodios y la volatilidad asociada del mercado de capitales global es probable que acontezca por un corto o mediano plazo, a medida que el modelo se consolida y adapta al ritmo de la recuperación global.

Lo que sería realmente grave es que la tasa de crecimiento se acercase más al 6 que a al 7%. En ese caso estaríamos en un escenario claro de desaceleración más allá de lo planificado. Y en ese caso la economía global puede ingresar nuevamente en un período de enfriamiento, para evitar usar la palabra recesión. Su impacto además de ser global, sería particularmente impactante para los países productores de materias primas.
Y pensar que ante este mundo tan volátil e incierto, al contrario de lo que hizo China con su firma en nuestro país hay quienes piensan que no debemos ingresar al TISA. Parece una broma.

ALGUNAS LECCIONES QUE DEJÓ EL TRIUNFO DE ALEMANIA SOBRE GRECIA.

La inminente resolución de la crisis griega deja algunas lecciones en cuanto a las responsabilidades que surgen de las carencias institucionales de la Zona Euro, hábilmente aprovechadas por Alemania para ejercer un liderazgo autoritario que como muchos creían y deseaban, humilló a Grecia pero hizo prevalecer una posición europeístas y privilegió el Euro y a Europa a la "ejemplarizante" mutilación que podría haber significado la expulsión, aunque temporaria, de Grecia del avanzado mecanismo de integración. Dura, cruel en muchos aspectos, es una solución más razonable para reiniciar la recuperación económica de Europa.

Con la apertura de los bancos griegos este lunes, manteniendo aún severas restricciones sobre extracciones y transferencias, se inicia una nueva etapa en esta larga y tensa agonía que ha atravesado el gobierno y el pueblo griego. Con una deuda de 83 mil millones de dólares (equivalente al 200% del PBI, un período de gracia de 10 años y una estimación de más de 40 años para su repago) Grecia inicia un camino que, según señala el FMI en un informe que permaneció secreto en la reunión del Eurogrupo y en la cumbre de líderes de la Zona Euro, es de imposible cumplimento a pesar del duro paquete de reformas fiscales y privatizaciones exigidos por los países de la Zona Euro, explícitamente liderados por Alemania. La negociación, que parecía que se encaminaba a un inevitable "Greyexit" (salida de Grecia de la Zona Euro) como medida ejemplarizante y "anticontagio", se acerca a un final incierto, con Grecia contenida en la Eurozona y obligada a una casi humillante exigencia de aprobar por ley el conjunto de reformas impuesto por la Troika para aceptar la renegociación de la deuda y evitar el eminente default y su permanencia en la Zona Euro. Aprobadas las reformas por el Parlamento griego, por el Parlamento alemán y el francés, resta aún que la advertencia del FMI sea tomada en consideración y que la voz del Presidente francés sea tomada en cuenta para que se aplique una quita sobre la deuda y/o que se estructure una refinanciación que alivie las exigencias anuales de dedicar una pesada proporción del gasto público al servicio de la deuda y poder alcanzar con menos sacrificio y mayor realismo la dura exigencia de un superávit primario del 1%. A pesar de la advertencia del FMI y de las recientes declaraciones de Hollande, es difícil que Alemania ceda a esta evidente realidad. Merkel ha tensado al máximo sus relaciones políticas dentro de su partido y con sus partidos aliados. Incluso dentro de su gabinete, y en particular con su ministro de Finanzas quien se opuso públicamente al acuerdo y alentó hasta último momento una salida temporaria de Grecia de la Zona Euro. Veremos en el transcurso de estos días si el monto y las condiciones de la deuda permanecen incambiados o si aún existen unos gramos adicionales de sensibilidad y el castigo al hermano descarriado se atenúa para reducir su sufrimiento.
Este breve relato de una densa negociación, que parecería que se acerca a su fin, nos permite extraer algunas conclusiones relativas no sólo al Euro, sino a Europa en su conjunto e incluso a la economía y geopolítica global.

En primer lugar, existe un problema estructural en la arquitectura institucional de la Zona Euro. Es muy difícil que conviva una moneda única, un único Banco Central con 18 Ministerios de Finanzas y por ende con 18 presupuestos. Lograr una armonización fiscal y monetaria en estas condiciones constituye un proceso de alta complejidad que, en muchos casos, se convierte en un acto voluntario de cada país de cumplir con las metas fiscales que exige el Banco Central Europeo para respaldar la fortaleza y el valor de paridad de la moneda única. En tiempos de crisis y recesión, como los que atraviesa Europa desde 2008, el cumplimiento de las metas fiscales dictadas por BCE se torna muy difícil para los países con economías más débiles y por ende más afectadas por la crisis global y la recesión. En esta situación el Euro "cruje" y los países, y fundamentalmente los pueblos que lo comparten, resisten los programas de ajuste que deben enfrentar para lograr las exigencias fiscales del BCE. Y es ahí donde aflora la falla estructural. La arquitectura del Euro habilita la resistencia a cada presupuesto de cada uno de los países que comparten la moneda única y las directrices del BCE. Si la exigencia del BCE implica una reducción del déficit, como sucede en épocas de crisis, la austeridad resultante es resistida, y esa resistencia, casi transformada en un grito de guerra como en el caso de Grecia, se enfrenta al temor de abandonar la Zona Euro y los privilegios y accesos que esa pertenencia trae aparejados. La lección que la crisis griega nos deja es que en ese enfrentamiento la pertenencia a la Zona Euro prevalece. Y prevalece ante una batería de medidas de austeridad que inicialmente todos sospechábamos que no serían aceptadas por el Gobierno griego. Puede argumentarse que no fueron aceptadas por el pueblo griego en el referéndum. Pero esta consulta era de obvio resultado y no fue planteada correctamente. La confrontación entre austeridad y abandono del Euro no estaba explicitada en la interrogante formulada en la consulta. Por eso el resultado del referéndum convivió con un conjunto de encuestas que evidenciaron que más del 60% del pueblo griego no era favorable a la salida de la Zona Euro. Tsipras utilizó como último recurso de negociación el obvio resultado de una consulta mal formulada, que además endureció las exigencias de Alemania para matar un antecedente muy peligroso: la aceptación de la democracia directa en las decisiones de la Zona Euro. Finalmente, el propio Tsipras tuvo que pagar el costo del enfrentamiento entre austeridad y abandono del Euro aceptando la exigencia de aprobar las reformas como condición para proseguir con las negociaciones. Consciente de esta primera lección que deja la crisis griega y del desmedido liderazgo alemán, Hollande llamó recientemente a conformar un Parlamento de la Zona Euro y la unificación de los presupuestos de los países que la conforman.

La segunda lección tiene también que ver con la arquitectura institucional en la que se basó la fundación de la Zona Euro. Los países que la componen son muy disimiles en su estructura productiva, nivel de industrialización, y fundamentalmente en su productividad. La existencia de una moneda única los despoja de la utilización de la devaluación como política económica compensatoria de la pérdida de productividad, lo que es económicamente sano. Pero a su vez es irrealista pretender que un conjunto de países tan disimiles puedan convivir con una paridad uniforme ante el resto de la canasta de monedas del mundo. La diferencia de competitividad entre Alemania y Portugal es enorme. ¿Es razonable que esos dos países compartan una misma moneda y por ende una misma paridad? ¿O la estructura de la Zona Euro debería contemplar algún mecanismo de compensación que sustituya la restricción impuesta por la cancelación de la devaluación como política de restablecimiento de la competitividad?

La tercera conclusión se refiere a que la Zona Euro, muy contrariamente a lo que proclamaban los antieuropeístas, admite fácilmente una "mutilación", aunque esta sea el pequeño territorio relativo y la insignificante proporción que significa su PBI en relación al PBI Europeo. El Europeísmo felizmente prevalece incluso en los líderes más extremos en cuanto a la aplicación de las duras reglas de convivencia como Merkel.