Como productores de materias primas Uruguay y la región
han sido espectadores en las primeras filas de la abrupta caída del precio de
las commodities, por una reducción de la demanda china. Por la misma razón, y
en cadena, se han deteriorado las economías vecinas intensificando el impacto
sobre nuestra economía. Hace apenas unos días China sacudió al mundo con una
devaluación del Yuan que generó el derrumbe de las bolsas mundiales. ¿Son
síntomas de desaceleración o correcciones necesarias a una estrategia de
crecimiento más sustentable que abandona el crecimiento a tasas de dos dígitos y
revaloriza el rol del mercado interno?
Estas
ultimas semanas el mundo entro en pánico con la serie de noticias que se
sucedían, casi diariamente, sobre el supuesto enfriamiento de la segunda
economía mundial: retroceso del índice de producción industrial, caída de las
exportaciones en relación al producto, corrección del crecimiento del PIB que
podría terminar el año por debajo del 7% y, fundamentalmente, tres
devaluaciones consecutivas que llevaron el Yuan a una valor nominal mayor, en
relación al dólar, de casi 6 %.
La
primera conclusión, ante el impacto global de estos últimos movimientos
económicos del gigante asiático, es la toma de conciencia real, por parte del
mundo financiero y comercial de la enorme influencia que ejerce China sobre la
economía mundial y la velocidad e intensidad con la que acontecimientos en su
economía se trasladan a la economía globalizada.
Observemos
lo que acaba de suceder: China corrigió su régimen cambiario, el yuan encontró
un nuevo equilibrio ante el dólar, el mercado de capitales interpretó la
devaluación como una política reactiva ante el enfriamiento de la economía y la
pérdida de competitividad de las exportaciones, y en menos de una semana se
inició una carrera bajista de Wall Street que terminó el viernes pasado con los
tres índices cayendo algo mas del 3%. Un viernes negro, el Dow Jones nuevamente
por debajo de los 2000 puntos, la mayor caída del año. Lo mismo sucedía en
Europa y en todas las bolsas de Asia y los países emergentes. En una economía
global tan incierta, y en el marco de una recuperación con fundamentos muy débiles,
se mueve "el OSO" y tiembla el bosque. Nos aventuramos a postular que
la reacción global ha sido apresurada, o al menos carente de un análisis y una
comprensión más profunda.
En
primer lugar, y esto es válido e importante en estas últimas dos semanas se
tomó real conciencia, con sangre, de algo por todos conocido: el creciente rol
de China en la dinámica capitalista global. El enorme peso relativo de la
demanda por ella generada en el ritmo de crecimiento de la economía mundial y
de la performance del mercado de capitales a nivel mundial.
La
pregunta que ha quedado pendiente, después de este último episodio, de la
relación dialéctica entre China y el mundo, es cual será cuales serán los
próximos acontecimientos que caracterizarán la evolución económica y financiera
del gigante asiático. Dado que China es una "economía capitalista
centralmente planificada" esta pregunta debe remitirse, en gran medida, a
cuales serán las decisiones de política económica que adopte el BP Chino.
Si
bien la devaluación del Yuan hizo estragos en los mercados de los países
desarrollados en menos de dos semanas, la desaceleración de la economía China
venía desde hace meses erosionando el precio de las commodities y por ende
generando una relevante caída del precio de muchos de los productos exportados
por las economías emergentes. Encabezados por el retroceso del precio del
petróleo - agudizado por el incremento de su extracción en EEUU- los minerales,
los granos y otros alimentos han sufrido caídas que promedian el 30%.
Por
esta razón es aún más relevante, desde el ángulo de nuestras economías,
aproximarnos a una respuesta de cuál será la evolución de la economía china y
si efectivamente estamos ante un proceso de desaceleración o enfriamiento
estructural y sostenido.
Para
hacernos esta pregunta, además de entender la naturaleza de la economía china y
la dinámica entre su capitalismo de mercado y las decisiones centralmente
planificadas del Buró Político del PC, es necesario recordar que China a partir
de su último Congreso del Partido Comunista, que designó a Xi Jinping como su Presidente,
inició un cambio de modelo hacia una economía más sustentable, basada en el
desarrollo de su mercado interno, más que en la agresividad de sus
exportaciones. Este cambio de modelo económico tuvo como efecto primario una
reducción progresiva de los históricos dos dígitos a una tasa de crecimiento
anual proyectada del 7%.
"La
gran fábrica mundial" de manufacturas baratas, que inundaron el mundo,
comenzó a sofisticarse a medida que se sofisticaban los productos que se le
encargaba producir. El proceso de producción se volvió más complejo a medida
que ingresaron a la "a la gran fábrica mundial "las grandes empresas
tecnológicas y la industria automotriz, y como consecuencia la mano de obra
especializada creció y se encareció. El poder de compra aumentó y con el
mercado interno inició su expansión, la industria inmobiliaria se multiplicó
exponencialmente, y 11 mil millonarios dieron base a la mayor demanda de bienes
de lujo del mundo.
El
Buró Político sintió que estaban dadas las condiciones para iniciar un proceso
de crecimiento con una mirada más atenta a su mercado interno y enlentecer su
sacrificado esfuerzo exportador, difícil de sostener en el largo plazo.
Formidable
dicotomía: era necesario crecer menos para vivir mejor. Quizás como en una
familia con ingreso creciente: "dejemos de ahorrar tanto y mejoremos
nuestro nivel de vida". Igual que en el ejemplo familiar, China inicia la
transición hacia el nuevo modelo de desarrollo con enormes reservas, entre
ellas la mayor tenencia de bonos del Tesoro americano a nivel mundial, pero
dispuesta a satisfacer el consumo de su mercado interno.
Que
China anunció explícitamente que reduciría su tasa de crecimiento a valores
cercanos al 7% es un hecho irreversible. Que una reducción del 3% de sus
valores previos de la expansión de su economía generaría fuertes caídas en los
flujos de comercio internacional y en el precio de las materias primas de las
cuales China era su principal demandante era totalmente previsible.
Ahora
bien, que la nueva estrategia puede ser que no tenga una aplicación lineal
también es posible, más aún cuando otras regiones como Europa, fuerte socio
comercial de China, no logra iniciar un proceso de recuperación sostenido, a
pesar de la política de incentivos aplicada por el BCE a través de la compra de
bonos soberanos, y de haber cerrado el tercer rescate de Grecia, un tanto
ensombrecido - o fortalecido - por la renuncia de Tsiripas. En cuyo caso es
probable que asistamos a nuevos episodios coyunturales de correcciones en la
tasa de cambio, o en la política de encajes u otros mecanismos de corrección de
la tasa de interés o expansión crediticia. Estos episodios y la volatilidad
asociada del mercado de capitales global es probable que acontezca por un corto
o mediano plazo, a medida que el modelo se consolida y adapta al ritmo de la
recuperación global.
Lo
que sería realmente grave es que la tasa de crecimiento se acercase más al 6
que a al 7%. En ese caso estaríamos en un escenario claro de desaceleración más
allá de lo planificado. Y en ese caso la economía global puede ingresar
nuevamente en un período de enfriamiento, para evitar usar la palabra recesión.
Su impacto además de ser global, sería particularmente impactante para los países
productores de materias primas.
Y
pensar que ante este mundo tan volátil e incierto, al contrario de lo que hizo
China con su firma en nuestro país hay quienes piensan que no debemos ingresar
al TISA. Parece una broma.