jueves, 3 de marzo de 2016

Economía global: Un jardín escabroso y algunos brotes verdes en 2016.

El primer bimestre de 2016 lleva a predecir que el primer semestre de este año se caracterizará por los desequilibrios, la incertidumbre y la volatilidad de las principales variables de la economía global, así como su reflejo mas certero: los índices que describen el comportamiento diario del mercado de capitales y los precios relativos de las monedas más significativas. Este panorama incierto en lo económico, que se resume en una tenue recuperación de la economía mundial (desafiada aún por el estancamiento o la recesión), se ve a su vez amenazada por varios conflictos bélicos que se aproximan a un enfrentamiento global a medida que estallan las "burbujas" armadas, crece la población Siria aislada de toda ayuda humanitaria (450000), los refugiados tensan la capacidad de asilo de Europa y crece el pánico en sus principales ciudades. 

El año 2016 se inicia con un escenario global, económico y político de alta incertidumbre y volatilidad, ya que en estos dos primeros meses del año solo se han consolidado y agudizado macrotendencias que eclosionaron el año pasado: 1. La profundización en la implantación de un modelo económico en China, que privilegia la asignación de los factores de producción hacia la expansión del consumo interno y los servicios, en detrimento del sector exportador y la producción manufacturera, con la consecuente caída de la tasa de crecimiento, motor de la economía global en la crisis del 2008 y en la postcris, la cual descendió desde dos dígitos a valores previstos para fin de este año en el entorno de 6-6.5 %; 2. El impacto de este aterrizaje forzoso en la demanda mundial y los niveles de intercambio global. En 2016 los niveles de intercambio comercial a nivel mundial se redujeron un 25%; 3. El desplome en el precio del petróleo y de varios minerales, debido a un exceso de oferta como consecuencia de la adopción de nuevas técnicas de extracción, fundamentalmente en EEUU, y contracción de la demanda en China e India; 4. La caída por razones similares del precio de las restantes commodities, incluidos los granos y otros alimentos; 5. El abandono de la política de tasa de interés cero por la Reserva Federal de EEUU. 6. El fin de la política de incentivos en EEUU y su aprobación e implementación por parte del BCE en Europa, a través de la compra de bonos soberanos de los Estados Miembro.

Estas cinco macrotendencias, o políticas de impacto global, todas ellas ya presentes el año pasado, e incluso algunas previamente, han conformado un nuevo paisaje que incluye pinceladas oscuras para las previsiones del crecimiento mundial y la recuperación, sobre bases sólidas, de la economía global. Confirmando una recuperación aun débil, en 2016 las predicciones sobre la tasa de crecimiento mundial y regional, se ajustan a la baja con una frecuencia casi trimestral: la última estimación del Banco Mundial es de un crecimiento global de tan solo 3.2 % con una diferencia a la baja de 0.3 de la predicción anterior.
Este panorama económico se completa con un escenario político particularmente complejo por el conflicto bélico en Medio Oriente, particularmente ante la situación en Siria, el avance del Estado Islámico, la agudización de la agresividad de Israel hacia el Estado Palestino, y la creciente migración desde Siria y otros países vecinos hacia Europa y ahora desde Europa hacia no se sabe donde.
En el marco de este panorama económico y político global, que como dijimos genera incertidumbre y volatilidad, la cual se expresa diariamente en Wall Street y las bolsas europeas, EEUU se destaca como la economía más sólida en términos de empleo y crecimiento del PBI, el cual presentó en el último trimestre del 2015 un desempleo de 5.6.

Si bien este "jardín sin flores" caracteriza el panorama económico mundial, mucho más triste y "pleno de yuyos" es el jardín de las Economías Emergentes, las cuales constituyeron la locomotora en la postcrisis. De los BRICS no quedó más que el recuerdo de una ingeniosa sigla. En el largo plazo Prebisch tenía razón en cuanto a los términos de intercambio, salvo períodos muy excepcionales, sus precios relativos tienden a deteriorarse ante los precios de las manufacturas, y recientemente también ante las "mentefacturas", aquellos bienes producto de la sociedad del conocimiento y la tecnología. No tuvo razón en la estrategia de la sustitución de importaciones: no iba por ahí la cosa, sino por aprovechar nuestras fortalezas y agregar valor agregado a nuestros recursos naturales incrementando genuinamente nuestras ventajas comparativas y competitivas. El mismo error cometió durante estos años la mayoría de los países en desarrollo, particularmente en América Latina Argentina, Venezuela y Brasil en alguna medida. Seducidos por los altos precios de las commodities, utilizaron el excedente comercial no para consolidar sus ventajas competitivas y agregar valor a sus recursos naturales, sino para alimentar irresponsablemente sensaciones de bienestar infinito y pretender consolidar en el poder líderes mágicos cuya "eternidad" tuvo la curvatura del precio del petróleo o de la soja. Como previsible, los términos de intercambio revirtieron, fundamentalmente petróleo y metales, insumos esenciales del castigado sector manufacturero chino. No así los alimentos, también castigados en su valor pero con menor intensidad, fundamentalmente la carne, lo cual es consistente con la naturaleza de la demanda de las clases medias y medias-altas del capitalismo planificado chino. Téngase en cuenta, para dimensionar el desplazamiento de la demanda de la segunda economía mundial, que China fue el país que importó el mayor volumen y valor de los considerados "bienes de lujo" 

En este ingreso incierto a la nueva década, aún hay un pilar que hace una década fue el generador de la crisis y la inestabilidad del capitalismo mundial y que hoy muestra un nivel relativo de solidez y autosustentabilidad. Me refiero a EEUU, cuya economía en la postcrisis ha hecho grandes progresos en materia de desempleo (5.6) con una inflación del 2%, una propensión al consumo creciente y una moneda que se ha revalorizado frente a la mayoría de las monedas de los países desarrollados y China, que en 2015 impuso el Yuan como integrante de los Derechos Especiales de Giro en el FMI. Sin embargo, en relación estricta al ritmo de su crecimiento, sigue aún en un nivel de recuperación suave, muy restringida por el fortalecimiento del dólar y el debilitamiento de su sector externo, además del impacto en términos de incertidumbre que crea el ingreso a un año electoral. Pero hay que destacar dos factores estructurales que explican la sustentabilidad señalada, a pesar de la pauta de crecimiento aún débil y difícil de caracterizar como una franca recuperación. Me refiero a que el 80% del producto se explica por el consumo interno, lo que vincula directamente crecimiento con bienestar. El segundo factor al cual me refiero es que más del 60 % del producto lo genera el sector servicios y el tercero es que el 6% del producto se invierte en innovación +desarrollo.

China planificadamente retrocediendo; Europa sin rumbo cierto, con una población crecientemente descreída del proceso de integración, de los liderazgos tradicionales y políticamente fragmentada. Como dato de corto plazo, la recuperación que las bolsas europeas han reflejado en estas últimas tres semanas, EEUU transitando una tenue y volátil recuperación y los países emergentes en franco retroceso, hacen avizorar un año económicamente complejo, pleno de interrogantes: ¿frenará China su aterrizaje en el 6.0 - 6,5%?;¿anunciará la FED más subas de la tasa de interés este año, este semestre?; ¿son suficientes los incentivos económicos otorgados por Draghi para iniciar un periodo de recuperación sostenido de Europa?; ¿deja Inglaterra la UE?; ¿habrá Moratoria y Gresexit?; ¿subirá el precio del petróleo?; ¿a cuánto?. Y por nuestros pagos ¿podrá la oposición apartar a Dilma de la presidencia de Brasil?; ¿será capaz el Gobierno de Macri de controlar la inflación en Argentina? 

Todas estas interrogantes sin respuesta aún constituyen el entramado de incertidumbre que nos rodea y dificulta, y a veces paraliza la toma de decisiones. Al comienzo del 2016 hay una certeza: la economía global, debido a la desaceleración de China y la consecuente reducción de la actividad de las economías asiáticas vinculadas al gigante, se contrajo. Y esa contracción la estamos percibiendo todos los días y la percibiremos en el resto del año y quizás por varios años más. Es esta contracción y sus consecuencias sobre economías desarrolladas, emergentes y en desarrollo lo que genera la convocatoria de la reciente reunión de Ministros de Finanzas y Presidentes de Banco Centrales en el G-20: es necesario en forma urgente implementar políticas de crecimiento en nuestras economías, incluso si las mismas aumentan razonablemente el déficit fiscal. Keynes siempre es convocado cuando la contracción o la recesión se hacen evidentes. Quizás sería más útil convocarlo antes de que estas tendencias se hagan evidentes.