El
primer bimestre de 2016 lleva a predecir que el primer semestre de este año se
caracterizará por los desequilibrios, la incertidumbre y la volatilidad de las
principales variables de la economía global, así como su reflejo mas certero:
los índices que describen el comportamiento diario del mercado de capitales y
los precios relativos de las monedas más significativas. Este panorama incierto
en lo económico, que se resume en una tenue recuperación de la economía mundial
(desafiada aún por el estancamiento o la recesión), se ve a su vez amenazada
por varios conflictos bélicos que se aproximan a un enfrentamiento global a
medida que estallan las "burbujas" armadas, crece la población Siria
aislada de toda ayuda humanitaria (450000), los refugiados tensan la capacidad
de asilo de Europa y crece el pánico en sus principales ciudades.
El año 2016 se inicia con un escenario global,
económico y político de alta incertidumbre y volatilidad, ya que en estos dos
primeros meses del año solo se han consolidado y agudizado macrotendencias que
eclosionaron el año pasado: 1. La profundización en la implantación de
un modelo económico en China, que privilegia la asignación de los factores de
producción hacia la expansión del consumo interno y los servicios, en
detrimento del sector exportador y la producción manufacturera, con la
consecuente caída de la tasa de crecimiento, motor de la economía global en la
crisis del 2008 y en la postcris, la cual descendió desde dos dígitos a valores
previstos para fin de este año en el entorno de 6-6.5 %; 2. El impacto
de este aterrizaje forzoso en la demanda mundial y los niveles de intercambio
global. En 2016 los niveles de intercambio comercial a nivel mundial se
redujeron un 25%; 3. El desplome en el precio del petróleo y de varios
minerales, debido a un exceso de oferta como consecuencia de la adopción de
nuevas técnicas de extracción, fundamentalmente en EEUU, y contracción de la
demanda en China e India; 4. La caída por razones similares del precio
de las restantes commodities, incluidos los granos y otros alimentos; 5.
El abandono de la política de tasa de interés cero por la Reserva Federal de
EEUU. 6. El fin de la política de incentivos en EEUU y su aprobación e
implementación por parte del BCE en Europa, a través de la compra de bonos
soberanos de los Estados Miembro.
Estas
cinco macrotendencias, o políticas de impacto global, todas ellas ya presentes
el año pasado, e incluso algunas previamente, han conformado un nuevo paisaje
que incluye pinceladas oscuras para las previsiones del crecimiento mundial y
la recuperación, sobre bases sólidas, de la economía global. Confirmando una
recuperación aun débil, en 2016 las predicciones sobre la tasa de crecimiento
mundial y regional, se ajustan a la baja con una frecuencia casi trimestral: la
última estimación del Banco Mundial es de un crecimiento global de tan solo 3.2
% con una diferencia a la baja de 0.3 de la predicción anterior.
Este
panorama económico se completa con un escenario político particularmente
complejo por el conflicto bélico en Medio Oriente, particularmente ante la
situación en Siria, el avance del Estado Islámico, la agudización de la
agresividad de Israel hacia el Estado Palestino, y la creciente migración desde
Siria y otros países vecinos hacia Europa y ahora desde Europa hacia no se sabe
donde.
En
el marco de este panorama económico y político global, que como dijimos genera
incertidumbre y volatilidad, la cual se expresa diariamente en Wall Street y
las bolsas europeas, EEUU se destaca como la economía más sólida en términos de
empleo y crecimiento del PBI, el cual presentó en el último trimestre del 2015
un desempleo de 5.6.
Si
bien este "jardín sin flores" caracteriza el panorama económico
mundial, mucho más triste y "pleno de yuyos" es el jardín de las Economías
Emergentes, las cuales constituyeron la locomotora en la postcrisis.
De los BRICS no quedó más que el recuerdo de una ingeniosa sigla. En el
largo plazo Prebisch tenía razón en cuanto a los términos de intercambio, salvo
períodos muy excepcionales, sus precios relativos tienden a deteriorarse ante
los precios de las manufacturas, y recientemente también ante las
"mentefacturas", aquellos bienes producto de la sociedad del
conocimiento y la tecnología. No tuvo razón en la estrategia de la sustitución
de importaciones: no iba por ahí la cosa, sino por aprovechar nuestras
fortalezas y agregar valor agregado a nuestros recursos naturales incrementando
genuinamente nuestras ventajas comparativas y competitivas. El mismo error
cometió durante estos años la mayoría de los países en desarrollo,
particularmente en América Latina Argentina, Venezuela y Brasil en alguna
medida. Seducidos por los altos precios de las commodities, utilizaron el
excedente comercial no para consolidar sus ventajas competitivas y agregar
valor a sus recursos naturales, sino para alimentar irresponsablemente
sensaciones de bienestar infinito y pretender consolidar en el poder líderes
mágicos cuya "eternidad" tuvo la curvatura del precio del petróleo o
de la soja. Como previsible, los términos de intercambio revirtieron,
fundamentalmente petróleo y metales, insumos esenciales del castigado sector
manufacturero chino. No así los alimentos, también castigados en su valor pero
con menor intensidad, fundamentalmente la carne, lo cual es consistente con la
naturaleza de la demanda de las clases medias y medias-altas del capitalismo
planificado chino. Téngase en cuenta, para dimensionar el desplazamiento de la
demanda de la segunda economía mundial, que China fue el país que importó el
mayor volumen y valor de los considerados "bienes de lujo"
En
este ingreso incierto a la nueva década, aún hay un pilar que hace una década
fue el generador de la crisis y la inestabilidad del capitalismo mundial y que
hoy muestra un nivel relativo de solidez y autosustentabilidad. Me refiero a EEUU,
cuya economía en la postcrisis ha hecho grandes progresos en materia de
desempleo (5.6) con una inflación del 2%, una propensión al consumo creciente y
una moneda que se ha revalorizado frente a la mayoría de las monedas de los
países desarrollados y China, que en 2015 impuso el Yuan como integrante de los
Derechos Especiales de Giro en el FMI. Sin embargo, en relación estricta al
ritmo de su crecimiento, sigue aún en un nivel de recuperación suave, muy
restringida por el fortalecimiento del dólar y el debilitamiento de su sector
externo, además del impacto en términos de incertidumbre que crea el ingreso a
un año electoral. Pero hay que destacar dos factores estructurales que explican
la sustentabilidad señalada, a pesar de la pauta de crecimiento aún débil y
difícil de caracterizar como una franca recuperación. Me refiero a que el 80%
del producto se explica por el consumo interno, lo que vincula directamente
crecimiento con bienestar. El segundo factor al cual me refiero es que más del
60 % del producto lo genera el sector servicios y el tercero es que el 6% del
producto se invierte en innovación +desarrollo.
China
planificadamente retrocediendo; Europa sin rumbo cierto, con una
población crecientemente descreída del proceso de integración, de los
liderazgos tradicionales y políticamente fragmentada. Como dato de corto plazo,
la recuperación que las bolsas europeas han reflejado en estas últimas tres
semanas, EEUU transitando una tenue y volátil recuperación y los países
emergentes en franco retroceso, hacen avizorar un año económicamente complejo,
pleno de interrogantes: ¿frenará China su aterrizaje en el 6.0 - 6,5%?;¿anunciará
la FED más subas de la tasa de interés este año, este semestre?; ¿son
suficientes los incentivos económicos otorgados por Draghi para iniciar un
periodo de recuperación sostenido de Europa?; ¿deja Inglaterra la UE?; ¿habrá
Moratoria y Gresexit?; ¿subirá el precio del petróleo?; ¿a cuánto?. Y por
nuestros pagos ¿podrá la oposición apartar a Dilma de la presidencia de
Brasil?; ¿será capaz el Gobierno de Macri de controlar la inflación en
Argentina?
Todas estas interrogantes sin respuesta aún constituyen el entramado de
incertidumbre que nos rodea y dificulta, y a veces paraliza la toma de
decisiones. Al comienzo del 2016 hay una certeza: la economía global, debido a
la desaceleración de China y la consecuente reducción de la actividad de las economías
asiáticas vinculadas al gigante, se contrajo. Y esa contracción la
estamos percibiendo todos los días y la percibiremos en el resto del año y
quizás por varios años más. Es esta contracción y sus consecuencias sobre
economías desarrolladas, emergentes y en desarrollo lo que genera la
convocatoria de la reciente reunión de Ministros de Finanzas y Presidentes de
Banco Centrales en el G-20: es necesario en forma urgente implementar políticas
de crecimiento en nuestras economías, incluso si las mismas aumentan razonablemente
el déficit fiscal. Keynes siempre es convocado cuando la contracción o la
recesión se hacen evidentes. Quizás sería más útil convocarlo antes de que estas
tendencias se hagan evidentes.