Hollande busca consenso en torno a un paquete de medidas urgentes para
estabilizar la Eurozona e iniciar un proceso de reactivación.
En
declaraciones formuladas esta semana, Lagarde coincide con Soros: “Quedan menos
de tres meses para salvar el Euro”. Esta coincidencia, entre el inversor y
analista húngaro, y la Directora gerente del FMI, no es solamente un vaticinio
sino una fuerte señal de alarma para desafiar a la dirigencia europea a que adopte
acciones definitivas para mantener unida la Zona Euro. La falta de un liderazgo
continentalmente reconocido y las diferentes posturas ideológicas en relación a
la estrategia de salida de la crisis, ahora agudizadas por la ruptura del eje
Merkozy y la irrupción en el escenario del socialista Hollande, han generando
una amplia controversia en relación a qué
medidas adoptar para estabilizar la Zona Euro a menos de dos semanas de la
Cumbre de Líderes Europeos en Bruselas. Hollande busca aliados en el Sur; con
Monti ya alineó sus objetivos y urgencias para
revertir la contracción económica, recrear confianza e iniciar un
proceso de reactivación y generación de empleo, en su intento de doblegar a
Merkel en su insistente “receta” de reducir el déficit, reformar el mercado del
trabajo y privatizar las partes “menos eficaces” de la Administración. El Presidente
francés acercó posiciones con Obama, con los más altos funcionarios de la UE y
el fin de semana visitará a Rajoy. Es importante reconocer que la realidad y la
ausencia de Sarkozy encuentran a una Merkel más sofisticada en su liberalismo
inicial del “ajuste perpetuo” pero con la misma fuerza que le otorga ser la líder
política del país más rico de Europa y el único con recursos fiscales
excedentes para aliviar la difícil situación fiscal y bancaria que afecta a los
mas débiles. Esta semana declaró abiertamente: “España sufre los efectos de una
burbuja creada por un comportamiento irresponsable durante los últimos diez
años pero Alemania no puede ser salvavidas de países que han descuidado sus
presupuestos y los de sus bancos por años”. A su vez, todos sabemos -y los
alemanes en primera instancia- que el futuro económico de Alemania y el de su sistema
financiero están atados al futuro de Europa, y particularmente, al Euro y la
Eurozona. Además, la evidente comprobación de que la austeridad fiscal por si
misma, lejos de generar un shock de confianza, ha asfixiado el crecimiento económico
y destruido puestos de trabajo en magnitudes desconocidas, facilita el desafío
que le plantearán Hollande y sus aliados en las próximas semanas: siete economías
en recesión, 11% de desempleo en la Zona Euro (24% en España) y la economía italiana
contrayéndose al 0.8% el último trimestre.
A
pesar de reiteradas advertencias, Merkel, y las autoridades comunitarias que la
secundaron en su cruzada prusiana por recortes y reformas, han iniciado un
cambio de discurso hacia propuestas más sustentables desde el punto de vista político,
y más certeras en cuanto a corregir los verdaderos desequilibrios que motorizan
la agudización de la crisis. Es así que hoy danzan un conjunto de soluciones,
ninguna de ellas de aplicación inmediata y contundente, lo que puede
transformar la cumbre de Bruselas en un conjunto de “ideas fuerza” cuya
aplicación deberá ser estudiada por los organismos administrativos de la UE, en
los tiempos y con los requisitos que los caracterizan. En esta danza de
soluciones bailan el reciente salvataje indirecto a los bancos españoles y con garantía
del Estado, la Unión Fiscal, la Unión Bancaria, el Pacto por el Crecimiento, la
Unión Política, la permanencia o no de Grecia en la Zona Euro y, sin ser
explicitada, la idea cada vez más acariciada por varios dirigentes europeos:
una Europa a dos velocidades. La última medida adoptada en este contexto de
falta de contundencia fue la recapitalización de la banca española por 100 mil
millones de Euros, transfiriendo los recursos del Fondo Europeo de Estabilización
Financiera (FEEF) y del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) al Fondo de Reestructuración
Ordenada Bancaria (FROB) -y no a la tesorería- el que se ocupará de
canalizarlos hacia las entidades bancarias con necesidades urgentes de capital.
Fue el Gobierno quien suscribió el memorando de entendimiento, la deuda con
Europa es deuda española y no del FROB ni de los bancos que resulten
beneficiados. Esto generó una reacción negativa en el mercado porque implicó
una agudización de la crisis de deuda soberana que asfixia a España, y por
ende, un aumento de la tasa a la cual España coloca dichos bonos, la que
ascendió a un récord del 7%.
Esta
semana, en este contexto de múltiples y vagas soluciones, Hollande lanzó un
fuerte llamado a estructurar en forma urgente un “paquete” de medidas “que colocarían
al Banco Central Europeo a cargo de la administración y supervisión del
Mecanismo Europeo de Estabilidad”, que entrará en vigencia en julio y que dispondrá
de 500 billones de Euros para la recapitalización bancaria en forma directa y
la ejecución de proyectos orientados a generar crecimiento y empleo. Hollande
ha dejado claro que su propuesta se refiere a los movimientos concretos y
urgentes que deben instrumentarse para hacer frente a la crisis de la Zona Euro
como prioridad principal en los próximos meses, colocándose por delante de la
insistencia alemana sobre la adopción de medidas institucionales adicionales -paso
a paso en el lenguaje de Angela Merkel- orientadas
hacia la consolidación de la Unión Fiscal y hacia la profundización de la Unión
Política dentro de la Zona Euro. Indudablemente, este camino postulado por
Merkel, implica mas integración pero quizás entre menos países y en un tiempo
mucho más extenso que la urgencia remarcada por Hollande. El Presidente francés
quiere resaltar en su propuesta la idea de que los nuevos fondos disponibles
estén al servicio del salvataje directo del sistema bancario y financiero en
crisis.
La
posición francesa da un paso urgente hacia la Unión Bancaria explicitada por
Barroso (Presidente de la UE) la semana pasada, la cual implica la integración
de los sistemas bancarios de todos los países a través de la supervisión
transfronteriza y el seguro de depósitos. Según el mismo Barroso, este
mecanismo no podría ponerse a funcionar antes del año que viene. El Gobierno alemán
objetó la propuesta de Barroso señalando que cualquier integración bancaria es
impracticable sin completar el proceso de aprobación de la Unión Fiscal y sin haber
acordado detallados y concretos mecanismos que integren las políticas
presupuestarias. Incluso puso en duda si
puede realizarse sin modificar cláusulas contractuales contenidas en el Tratado
que rige la Zona Euro. Una vez más se puso el freno alemán a cualquier medida
de carácter urgente que sea una efectiva ayuda a los países más débiles. Sin
duda que existe un gran temor en Alemania a que el apresuramiento recaiga sobre
los contribuyentes alemanes. Barroso respondió a ese intrínsico temor alemán:
“El proyecto europeo ha avanzado paso a paso -concediendo a Merkel su lenguaje-
debemos seguir paso a paso pero ahora necesitamos dar un gran paso. O Europa da
un paso hacia delante o hay serios riesgos de fragmentación”. Barroso visualiza
la Unión Bancaria como el eje de la propuesta que la UE presentará en la cumbre
del 28, pero es indudable, más allá de las objeciones alemanas, que estamos hablando
de un mecanismo que no es de urgentísima aplicación, como él mismo señala sólo podrá
estar en vigencia en el 2013 y, en ese año, quien corre riesgo de no estar
vigente es el Euro. En el corto plazo , y mientras la Unión Bancaria esté
operativa Barroso recomienda seguir con salvatajes bancarios similares al
recientemente aplicado a la banca española, cuya principal dificultad es que
son los Estados Nacionales quienes se hacen responsables en última instancia de
la deuda si los bancos no pagan.. Como señalamos anteriormente, la gran
incongruencia es que alivian los bancos y se estresa el tesoro de bonos
soberanos.
La
propuesta que negocia Hollande justamente intenta salvar esta incongruencia.
Los recursos del MEDE serían canalizados directamente a través de los bancos y
serían éstos los deudores en última instancia. Hollande privilegia la urgencia
para evitar la catástrofe, y en esto coincide con Soros y Lagarde: sólo quedan
tres meses para salvar el Euro.