jueves, 14 de junio de 2012

El Euro ingresa en la cuenta regresiva


Hollande busca consenso en torno a un paquete de medidas urgentes para estabilizar la Eurozona e iniciar un proceso de reactivación.

En declaraciones formuladas esta semana, Lagarde coincide con Soros: “Quedan menos de tres meses para salvar el Euro”. Esta coincidencia, entre el inversor y analista húngaro, y la Directora gerente del FMI, no es solamente un vaticinio sino una fuerte señal de alarma para desafiar a la dirigencia europea a que adopte acciones definitivas para mantener unida la Zona Euro. La falta de un liderazgo continentalmente reconocido y las diferentes posturas ideológicas en relación a la estrategia de salida de la crisis, ahora agudizadas por la ruptura del eje Merkozy y la irrupción en el escenario del socialista Hollande, han generando una amplia  controversia en relación a qué medidas adoptar para estabilizar la Zona Euro a menos de dos semanas de la Cumbre de Líderes Europeos en Bruselas. Hollande busca aliados en el Sur; con Monti ya alineó sus objetivos y urgencias para  revertir la contracción económica, recrear confianza e iniciar un proceso de reactivación y generación de empleo, en su intento de doblegar a Merkel en su insistente “receta” de reducir el déficit, reformar el mercado del trabajo y privatizar las partes “menos eficaces” de la Administración. El Presidente francés acercó posiciones con Obama, con los más altos funcionarios de la UE y el fin de semana visitará a Rajoy. Es importante reconocer que la realidad y la ausencia de Sarkozy encuentran a una Merkel más sofisticada en su liberalismo inicial del “ajuste perpetuo” pero con la misma fuerza que le otorga ser la líder política del país más rico de Europa y el único con recursos fiscales excedentes para aliviar la difícil situación fiscal y bancaria que afecta a los mas débiles. Esta semana declaró abiertamente: “España sufre los efectos de una burbuja creada por un comportamiento irresponsable durante los últimos diez años pero Alemania no puede ser salvavidas de países que han descuidado sus presupuestos y los de sus bancos por años”. A su vez, todos sabemos -y los alemanes en primera instancia- que el futuro económico de Alemania y el de su sistema financiero están atados al futuro de Europa, y particularmente, al Euro y la Eurozona. Además, la evidente comprobación de que la austeridad fiscal por si misma, lejos de generar un shock de confianza, ha asfixiado el crecimiento económico y destruido puestos de trabajo en magnitudes desconocidas, facilita el desafío que le plantearán Hollande y sus aliados en las próximas semanas: siete economías en recesión, 11% de desempleo en la Zona Euro (24% en España) y la economía italiana contrayéndose al 0.8% el último trimestre.

A pesar de reiteradas advertencias, Merkel, y las autoridades comunitarias que la secundaron en su cruzada prusiana por recortes y reformas, han iniciado un cambio de discurso hacia propuestas más sustentables desde el punto de vista político, y más certeras en cuanto a corregir los verdaderos desequilibrios que motorizan la agudización de la crisis. Es así que hoy danzan un conjunto de soluciones, ninguna de ellas de aplicación inmediata y contundente, lo que puede transformar la cumbre de Bruselas en un conjunto de “ideas fuerza” cuya aplicación deberá ser estudiada por los organismos administrativos de la UE, en los tiempos y con los requisitos que los caracterizan. En esta danza de soluciones bailan el reciente salvataje indirecto a los bancos españoles y con garantía del Estado, la Unión Fiscal, la Unión Bancaria, el Pacto por el Crecimiento, la Unión Política, la permanencia o no de Grecia en la Zona Euro y, sin ser explicitada, la idea cada vez más acariciada por varios dirigentes europeos: una Europa a dos velocidades. La última medida adoptada en este contexto de falta de contundencia fue la recapitalización de la banca española por 100 mil millones de Euros, transfiriendo los recursos del Fondo Europeo de Estabilización Financiera (FEEF) y del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) -y no a la tesorería- el que se ocupará de canalizarlos hacia las entidades bancarias con necesidades urgentes de capital. Fue el Gobierno quien suscribió el memorando de entendimiento, la deuda con Europa es deuda española y no del FROB ni de los bancos que resulten beneficiados. Esto generó una reacción negativa en el mercado porque implicó una agudización de la crisis de deuda soberana que asfixia a España, y por ende, un aumento de la tasa a la cual España coloca dichos bonos, la que ascendió a un récord del 7%.

Esta semana, en este contexto de múltiples y vagas soluciones, Hollande lanzó un fuerte llamado a estructurar en forma urgente un “paquete” de medidas “que colocarían al Banco Central Europeo a cargo de la administración y supervisión del Mecanismo Europeo de Estabilidad”, que entrará en vigencia en julio y que dispondrá de 500 billones de Euros para la recapitalización bancaria en forma directa y la ejecución de proyectos orientados a generar crecimiento y empleo. Hollande ha dejado claro que su propuesta se refiere a los movimientos concretos y urgentes que deben instrumentarse para hacer frente a la crisis de la Zona Euro como prioridad principal en los próximos meses, colocándose por delante de la insistencia alemana sobre la adopción de medidas institucionales adicionales -paso a paso en el lenguaje de Angela Merkel- orientadas hacia la consolidación de la Unión Fiscal y hacia la profundización de la Unión Política dentro de la Zona Euro. Indudablemente, este camino postulado por Merkel, implica mas integración pero quizás entre menos países y en un tiempo mucho más extenso que la urgencia remarcada por Hollande. El Presidente francés quiere resaltar en su propuesta la idea de que los nuevos fondos disponibles estén al servicio del salvataje directo del sistema bancario y financiero en crisis.

La posición francesa da un paso urgente hacia la Unión Bancaria explicitada por Barroso (Presidente de la UE) la semana pasada, la cual implica la integración de los sistemas bancarios de todos los países a través de la supervisión transfronteriza y el seguro de depósitos. Según el mismo Barroso, este mecanismo no podría ponerse a funcionar antes del año que viene. El Gobierno alemán objetó la propuesta de Barroso señalando que cualquier integración bancaria es impracticable sin completar el proceso de aprobación de la Unión Fiscal y sin haber acordado detallados y concretos mecanismos que integren las políticas presupuestarias. Incluso puso en duda si puede realizarse sin modificar cláusulas contractuales contenidas en el Tratado que rige la Zona Euro. Una vez más se puso el freno alemán a cualquier medida de carácter urgente que sea una efectiva ayuda a los países más débiles. Sin duda que existe un gran temor en Alemania a que el apresuramiento recaiga sobre los contribuyentes alemanes. Barroso respondió a ese intrínsico temor alemán: “El proyecto europeo ha avanzado paso a paso -concediendo a Merkel su lenguaje- debemos seguir paso a paso pero ahora necesitamos dar un gran paso. O Europa da un paso hacia delante o hay serios riesgos de fragmentación”. Barroso visualiza la Unión Bancaria como el eje de la propuesta que la UE presentará en la cumbre del 28, pero es indudable, más allá de las objeciones alemanas, que estamos hablando de un mecanismo que no es de urgentísima aplicación, como él mismo señala sólo podrá estar en vigencia en el 2013 y, en ese año, quien corre riesgo de no estar vigente es el Euro. En el corto plazo , y mientras la Unión Bancaria esté operativa Barroso recomienda seguir con salvatajes bancarios similares al recientemente aplicado a la banca española, cuya principal dificultad es que son los Estados Nacionales quienes se hacen responsables en última instancia de la deuda si los bancos no pagan.. Como señalamos anteriormente, la gran incongruencia es que alivian los bancos y se estresa el tesoro de bonos soberanos.

La propuesta que negocia Hollande justamente intenta salvar esta incongruencia. Los recursos del MEDE serían canalizados directamente a través de los bancos y serían éstos los deudores en última instancia. Hollande privilegia la urgencia para evitar la catástrofe, y en esto coincide con Soros y Lagarde: sólo quedan tres meses para salvar el Euro.