La recesión no cede en Europa: el desempleo en la
Zona Euro volvió a marcar un nuevo record histórico al alcanzar 11.1%. Sin
embargo, la evidencia de un escenario de deterioro agudo y creciente y la presión
extra-zona, incluyendo a Obama y el FMI, movilizó el pesado y burocrático andamiaje
que caracteriza la UE. Entre las medidas adoptadas en la Cumbre de Bruselas y
la baja en la tasa de interés anunciada por el BCE a 0.75% -el nivel más bajo
desde que se conformó la UE- se logró una recuperación de confianza y un alivio
significativo a la crisis de deuda soberana y a la crisis bancaria. Los
mercados festejaron con grandes subas el lunes posterior a la Cumbre. La
euforia se disolvió pero aún continúa una respuesta favorable del inversor
hacia las medidas anunciadas. La pregunta es ¿cuánto de ésta confianza perdurará
dentro de unos meses, o quizás dentro de unas semanas? Yo creo que si no continúa
el proceso de reformas hacia una Unión Fiscal, Bancaria y Política apoyadas en
una sólida base estatutaria, no mucha. Reflexionemos sobre los avances
realizados y lo que quedó en la agenda de la Cumbre para ser aprobado en próximas
reuniones.
Sin lugar a dudas la Cumbre fue mucho más eficaz que
muchas de la diecinueve Cumbres previas, todas muy decepcionantes. Se adoptaron
medidas útiles. Yo considero que los acuerdos más relevantes y de mayor impacto
fueron los acuerdos sobre la modalidad de los rescates bancarios y la compra de
bonos soberanos. El primero, ampliamente discutido en la Cumbre, se refiere a que
los fondos de rescate de la Eurozona para recapitalizar directamente los bancos
pueda efectuarse directamente a los mismos, en lugar de que el BCE o el MEDE
proporcionen los fondos a través de los gobiernos y por ende los garantice y
acreciente su deuda externa. El segundo, habilita la compra por parte del MEDE de
bonos soberanos en el mercado. Estas dos medidas son importantes porque desvinculan
los esfuerzos de alivio de la crisis bancaria de los orientados a mitigar los
efectos de la crisis de deuda soberana que hacían inviable el proceso de
endeudamiento en el mercado de capitales. Más concretamente, el rescate de la
banca española con garantía estatal no hizo más que agudizar la desconfianza de
los mercados en el proceso de colocación de bonos soberanos. Más aún, el
rescate fue aprobado otorgándole a la deuda originada en la recapitalización la
categoría de “superior”, o sea de cobro privilegiado ante toda otra deuda
adquirida por el Gobierno español.
Otra medida trascendente fue justamente el acuerdo de
que los fondos de rescate no serán “superiores” a los préstamos existentes. Sin
embargo, la aplicación de esta decisión quedó limitada a que el BCE adoptase
las funciones de Supervisor Bancario único y central de todo el sistema
bancario europeo: 800 entidades supranacionales, regionales y nacionales. Lo
que significa, en el ejemplo que veníamos describiendo de España, que los
fondos del rescate bancario seguirían con garantía estatal hasta que
estatutariamente se haya resuelto y luego aprobado investir al BCE de sus
funciones de Supervisor central. El pánico con el que los inversores recibieron
la decisión del rescate bancario hace diez días disminuyó, sin embargo, puede
acrecentarse si la adecuación institucional y estatutaria que debe llevar
adelante el BCE se retrasa. No debería, porque constituye un primer paso muy
importante hacia el objetivo a mi entender más importante: la Unión Bancaria
Completa, la cual requeriría un respaldo fiscal mucho mayor. Los españoles y los
italianos racionales, todavía no creen que un Euro depositado en un banco en Berlín
valga lo mismo que un Euro depositado en un banco en Milán o Madrid, en gran
medida debido a que la insolvencia y el riesgo de quiebra aún persisten.
De todas formas España, en el corto plazo, fue el
beneficiario inmediato de la Cumbre: con la posibilidad de que los 100 mil
millones de Euros aprobados para el rescate bancario puedan ser desligados de
la garantía del gobierno. Con la Eurocopa, la llegada del verano y el récord de
visitantes, pasó de ser por unos meses la “cuasi Grecia” a respirar con alivio
y esperanza dentro del infierno económico y social que le ha tocado vivir estos
últimos meses.
Además de las medidas mencionadas, la Cumbre aprobó un
“plan de crecimiento” promovido por Hollande por un monto de 120 mil millones
de Euros para financiar proyectos relacionados con infraestructura, energías
alternativas e incremento de la productividad. La utilización de estos recursos,
que serían manejados por el Banco Europeo de Inversiones, tendrán como
prioridad los países cuyas economías hayan sido afectadas por la crisis. Personalmente,
los recursos asignados a este “plan de crecimiento” me resultan escasos, no
condicen con la profundidad de la crisis económica, apenas superan los recursos
solicitados por un solo país para rescatar su sistema bancario y no llegan a un
cuarto de la sumatoria de los planes de salvataje presupuestario o bancario de Grecia,
Portugal, Irlanda y España juntos. Más bien parece una graciosa concesión a los
reclamos de Hollande, más aún si sabemos que la mayoría de esos recursos no son
fondos frescos sino que en más del 50% son recursos redireccionados. La caída
en la tasa de interés anunciada por el BCE intenta sumarse a este plan como
instrumento de reactivación de la inversión y el crecimiento.
Refiriendo a mi ultimo artículo “Cumbre de Bruselas:
el futuro del Euro transita por momentos decisivos”, lo que figuraba en la
agenda preparada por la Comisión y no se acordó, es a mi entender lo más
importante. La lista incluye un aumento de los fondos asignados al MEDE que
entró en vigencia en julio, topeado en 500 mil millones de Euros; una garantía
de depósito o un régimen de resolución bancaria para toda la Eurozona; y ni que
hablar de los Eurobonos que no figuraban en el menú, pero sobre los cuales había
una gran expectativa. Es indudable que la Eurozona está aún lejos de la garantía
de depósito y de la mutualización de la deuda, la verdadera vara con la cual se
puede medir el reclamado avance de Merkel hacia la Unión Bancaria y Política
como solución definitiva a la crisis. Y la dimensión de esa distancia marcará
el desempeño europeo en el segundo semestre del año y, en consecuencia, la reacción
de los mercados.
En resumen, todas las medidas adoptadas esta semana,
corolario de un sin fin de reuniones previas son importantes, fundamentalmente
porque destruyeron el vínculo mutualmente destructivo entre crisis bancaria y
crisis de deuda soberana, pero fueron tímidas, retaceadas. El Euro sigue
vulnerable a movimientos especulativos porque se limitó el poder de fuego que
pueda surgir del MEDE, y el BCE no está dispuesto a asumir ese papel. Tendría
que ser mucho mayor, incluso infinito, como plantea Krugman, para actuar como
verdadero cortafuego ante un eventual ataque, escenario que llena de pánico a
los inversores. Pensemos que la deuda pendiente de España e Italia está cerca
de los 2.8 billones de Euros, casi seis veces superior al MEDE. Por otra parte,
el “plan de crecimiento” es casi ilusorio, ya que representa un poco más del 1%
del PBI de la Eurozona y la posibilidad de que se compren bonos soberanos en el
mercado esta limitada.
En conclusión, se dieron pasos necesarios pero pequeños,
direccionados pero limitados para alcanzar las tres condiciones necesarias para
estabilizar a Europa: la separación definitiva entre bancos y soberanías; la financiación
de los países más débiles en términos manejables durante un asumido extenso
periodo de ajuste económico; la defensa del euro ante posibles ataques
especulativos y sobre todo un retorno a un crecimiento saludable.
Desde una mirada positiva hubo un progreso real hacia
un mayor grado de integración y en términos políticos la consolidación de una
coalición formada por Francia, España e Italia lo que alteró la dinámica política
de la Zona Euro. Alemania suavizó sus posiciones prusianas y ortodoxas porque
no quiere aparecer aislada. Esto puede darnos una esperanza de que esta nueva dinámica
sea capaz de ir transformando estos primeros pasos que se han adoptado en
transformaciones más profundas hacia una mayor integración, hacia más Europa y
que en algún momento del segundo semestre del 2012 la Unión Bancaria sea una
realidad, el poder de fuego del MEDE sea mucho mayor, el BCE emita el Eurobono
y los fondos del “plan de crecimiento” sean significativos para aliviar la dramática
situación que atraviesan varios países europeos. La pregunta vuelve a ser: ¿llagará
Europa a tiempo para que esos cambios estabilicen definitivamente al viejo
continente y dejen de poner en jaque a la economía global?